viernes, enero 18, 2013

Los mejores de la década 2002-2011


Continúo el diálogo de libros con mi buen amigo César. Dejo a continuación las lecturas que mejor recuerdo de los diez años que van de 2002 a 2011. Un par de esos libros son relecturas de tiempos más viejos, cuando aún no existía el minucioso registro del camino andado. Varios están programados para volver a leerse si hay tiempo y vida. Estas son las lecturas de juventud, de esa década de mis veinte años y los primeros treintas; cuando me vi morir y volver a nacer con la frecuencia de quién apenas empieza a entender de qué va la vida. No sé cuántos de ellos le aguanten el paso a la vida; pero en mi memoria son todos maravillosos.

Arlt, Roberto. Los Siete Locos. El famoso escritor argentino que no sabía escribir ofrece en su novela imágenes inolvidables para contar una historia de amor, de fracaso y de ambición.
Arlt, Roberto. Los Lanzallamas. Continuación de Los Siete Locos, sigue la maravillosa línea de la novela previa y amplía su espectro como las ondas que causa una roca al penetrar la superficie del agua en calma.
Bashevis Singer, Isaac. Enemies. Una sencilla e inolvidable historia de amor atravesada por la guerra, el campo de concentración, la emigración y la poligamia.
Beauvoir, Simone de. El Segundo Sexo. Uno de los textos seminales de la teoría feminista y que, tantos años después, sigue siendo interesante y útil. Aún cuando el feminismo, esa revolución del siglo XX haya triunfado. Pues como en toda revolución, algunos puntos ideológicos se quedan en el papel por más encarnizada o exitosa que sea la revolución.
Bowles, Paul. The Sheltering Sky. ¿Y si el cielo es sólo una pantalla que flota sobre nosotros para ocultarnos el horror y el sinsentido del universo? ¿Y si el cielo es sólo una metáfora de la circunstancia?
Bulgákov, Mikhail. Margarita y el Profesor. Una reestructuración del Fausto ubicada en la Rusia comunista. Es una sátira fina y un retrato de la humanidad más allá del tiempo, la ideología. El diablo sabrá que es, en realidad.
Camus, Albert. La Peste. Una descarnada reflexión sobre el acto de escribir y aún sobre el acto mismo de existir tomando como pretexto una ficticia epidemia de peste en la Francia del siglo XX.
Carpentier, Alejo. Concierto Barroco. Si nunca ha imaginado a Orlando Furioso cabalgando en pelotas hasta la luna al ritmo de una ópera de Vivaldi sobre Moctezuma, es preciso leer este libro. La imagen, por lo demás, es históricamente plausible.
Cervantes, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Para gustar del Quijote basta la cultura popular. Para apreciarlo, un par de lecturas. Para carcajearse con él y usar sus consejos como otros usan el evangelio, acaso unas cuantas lecturas más.
Coetzee, J.M. Foe. No es necesario haber leído Robinson Crusoe, pero ayuda mucho. Escribir y recordar es siempre una forma de traición parece decir Coetzee. No hay forma de ser sin dominar.
Ende, Michael. El Espejo en el Espejo. El libro es, sin duda un laberinto. Un laberinto de cuentos maravillosos que invitan a vivir y ser distintos. El lector puede buscar siempre un hilo conductor, una relación de parentesco y causalidad entre los cuentos. Puede encontrarla. Pero eso no significa que esté ahí.
Faulkner, William. Mientras Agonizo. Una novela corta narrada desde todas las perspectivas posibles y en un coro de voces distintas, totalmente individuales. Y la historia duele. Inolvidable de principio a fin.
Flaubert, Gustave. Madame Bovary. No es fácil olvidar la tragedia de Madame Bovary ni desestimar la sabiduría que hay en su historia, aún válida para nuestros días. No hay forma de menospreciar a su marido, a su circunstancia. Y siempre es divertido discutir sobre si en tal o cual escena hay o no hay adulterio.
Giordano, Paolo. La Soledad de los Números Primos. Porque a veces el amor no basta, ni la vida, ni nada. La soledad es ineludible y ningún esfuerzo, ningún compromiso, ninguna esperanza alcanza para mitigarla.
Goethe, Johann W. Fausto. No me canso de leer Fausto y cada vez que puedo, lo cito, lo parafraseo, lo vivo un poco. Fausto es una caja china en donde siempre se encuentra un secreto nuevo.
Goethe, Johann W. Werther. Hace unos meses publiqué un breve ensayo en torno a Werther: es la puesta en duda de cualquier justificación racional para la vida.
Gorki, Máximo. La Madre. No hay mayor tragedia y heroísmo que el de la madre revolucionaria. Luchar todos los días por sobrevivir a ese esfuerzo justo por el que morirá lo más querido, sin esperanza de victoria.
Hemingway, Ernest. Por quién doblan las campanas. No preguntes, doblan por ti.
Houellebecq, Michel. Las Partículas Elementales. Si jugamos con la posibilidad de la vida eterna, ¿qué sentido tienen las experiencias individuales? ¿Aún tenemos derecho a llorar y sentir?
Houellebecq, Michel. La Posibilidad de Una Isla. Y de ser inmortales y saber lo que ha pasado y pasará; de pie ante el umbral del eterno retorno ¿valdrá la pena seguir viviendo para empezar de nuevo?
Hugo, Victor. El Jorobado de Notre-Dame. Hugo es un gigante y el jorobado es uno de esos personajes a los que la cultura popular no le hace ninguna justicia. Vale más leerlo que hablar de él.
Hugo, Victor. Los Miserables. Quien no haya leído Los Miserables debe, sin duda, empezar ahora. Ya.
Katayama, Kioichi. Un Grito de Amor desde el Centro del Mundo. El japonés es un idioma ideal para contar esta historia. Supongo que mucho se pierde en la traducción. Los contrastes, las vaguedades, las multiplicidades de sentido. Es ficción pero duele lo mismo que Tokio Blues. Y no se olvida a quien ya se ha ido.
Kertesz, Imré. Kaddish por el Hijo No Nacido. El Kaddish es, hasta donde entiendo, la oración fúnebre de la fe hebrea. En esta breve reflexión, el superviviente de Auschwitz nos ofrece las razones intelectuales para no reproducir el dolor de la vida y las penas emocionales de ese convencimiento.
Kierkegaard, Sören. Temor y Temblor. Hay libros memorables, hay libros interesantes y hay libros impecablemente escritos. Sólo unos cuantos están en ambas categorías a la vez y éste es uno de ellos. El tema es la fe desde la religión pero mucho más allá de la simple relación con una divinidad.
Kundera, Milan. La Insoportable Levedad del Ser. Otro de esos libros increíbles que, por mediación del cine, todo el mundo conoce sin haber leído. La experiencia de lectura es infinitamente más gratificante.
Levi, Primo. Si esto es un hombre. La experiencia en los campos de concentración. ¿A qué apelamos cuando usamos la locución “por humanidad”? ¿Es posible que lo único que tenemos en común todos los seres humanos es lo que más nos disgusta de nuestra condición?
Ibuse, Masuji. Lluvia Negra. Un libro maravilloso y, sin embargo, a veces quisiera no haberlo leído. Duele. Dolió casi todos los días durante un par de años, como el de Primo Levi. La bomba atómica no se extingue en ese hongo de fuego y muerte. Para los menos afortunados fue apenas el principio. Y si tiene Ud. ánimo masoquista y ganas de llorar, de putear a Dios y al hombre, busque, para completar, una vieja película de animación: Barefoot Ben. Si al terminar la experiencia de ambos, Ud. no llora, entonces, Ud. está muerto. 
Mann, Heinrich. El Ángel Azul. El título original es algo así como “El Profesor Basura” y no hay forma de olvidar a ese personaje trágico, patético y sin embargo, épico que protagoniza la novela. Un simple maestro de escuela.
Manganelli, Giorgio. Amore. La jornada de pesadilla que separa siempre al amado de la amada, contada en registro visionario, fantástico y aterrador. No hay frase de más o de menos y tampoco hay salida ni solución. El amor es una batalla, un peregrinar, un fracaso.
Márai, Sándor. Divorcio en Buda. Una excelente narrativa en que los conflictos personales se entretejen con la memoria histórica de una mitad de la ciudad. Entrega, nostalgia y memoria, tanto entre los hombres como entre los edificios.
Marías, Javier. Mañana en la Batalla Piensa en Mí. Marías es para mi gusto, Junto con Muñoz Molina el mejor escritor en lengua hispana de que tengo noticia. Y con ese talento cuenta la historia de la muerte de una desconocida en la alcoba de su one night stand.
Marías, Javier. El Hombre Sentimental. El León de Nápoles es una estrella de la ópera que se enamora. O sueña que se enamora. O escribe que sueña que. O recuerda que escribe que sueña que. Y la mujer trágica, el marido cornudo y cruel. Nadie es quien dice ser. Y nadie dice lo que quisiera decir. Es una joya.
Matsubara, Hisako. Sámurai. La historia sigue a un descendiente la nobleza nipona del shogunato y su búsqueda de mejor suerte en América. Las expectativas que despierta y las reacciones al regreso. El contraste entre los viejos valores del giri y el liberalismo después de la revolución industrial.
McEwan, Ian. Atonement. La maestría con que McEwan maneja el lenguaje y el arte de contar una historia es incomparable. Y no hay forma de no reaccionar visceralmente, humanamente ante esta novela. No hay forma de no sentirla, odiarla, perdonarla, expiarla.
Milton, John. Paradise Lost. Hay que leer el poema épico en voz alta. O escuchar la lectura de un buen angloparlante. Es música, es poesía y, como dice T.S. Eliot, es un lenguaje irrepetible.
Mishima, Yukio. Nieve de Primavera. La primera parte de la tetralogía El Mar de la Tranquilidad es un relato de amor trágico y hermoso, cargado de imágenes de una belleza difícil de olvidar tomadas de los últimos días del Japón feudal.
Mishima, Yukio. Caballos Desbocados. La continuación de Nieve de Primavera es el canto del cisne que fue Japón en su esplendor medieval. La última carga del sámurai, el último aliento del bushido.
Muñoz Molina, Antonio. El Jinete Polaco. Junto con Marías, el escritor más exaltado en lengua española. El Jinete Polaco es un juego hermoso de lenguaje, de tiempo, de misterio y de narración. En un círculo perfecto, el libro empieza y termina en el mismo instante. Pero nosotros, los lectores, ya no somos los mismos.
Murakami, Haruki. Norweigan Wood (Tokio Blues). Inolvidable. Uno termina un poquito enamorado de ese mundo, afectado por esa nostalgia, doliente por una respuesta al otro lado de la línea telefónica.
Papini, Giovanni. El Diablo. Papini lanza un reto al cristianismo. Si es preciso perdonar a los enemigos, habría que empezar por perdonar al Diablo. Al mismo tiempo ofrece en la figura del ángel caído un retrato singular del hombre si se lee con atención.
Proust, Marcel. Por el Camino de Swann. El primer libro de En busca del tiempo perdido es una joya en todos los aspectos. La prosa de Proust —indescriptible— transmite la pasión humana de un modo único, que ejerce una fantasmagórica acción a distancia sobre el lector.
Ruiz Zafón, Carlos. La Sombra del Viento. Es un libro único, un misterio enrevesado y un homenaje a todos los que gustamos de los libros y la lectura. Es el huevo de oro que puso este escritor más bien medianero.
Shelley, Mary. Frankenstein. Otro personaje al que la cultura popular no le hace ninguna justicia. El prometeo moderno es una de las lecturas más ricas, profundas y bellas con las que uno puede encontrarse. Vale la pena volver a ella de vez en vez.
Stendhal. Rojo y Negro. Una obra bellísima de amor, de entusiasmo y de juventud. Conmueve y emociona como pocos libros y su estilo es elegante, bello.
Tolstoi, Liev N. Guerra y Paz. No hay otro libro de la ambición y belleza que realizó Tolstoi. No es una lectura corta ni sencilla, pero es una de las más valiosas.
Twain, Mark. Fragmentos del Diario de Adán y Eva. Si alguien ha logrado capturar el modo en que el amor presente es siempre el único, que las acciones no tienen historia, es Twain en esta fábula cruda y enternecedora.
Twain, Mark. The Mysterious Stranger. Se discute si esta maravillosa novela corta se debe o no a la pluma de Twain. En favor de Twain está la ironía elegante, la prosa fluida y los personajes entrañables. En contra, el hecho de que en las últimas páginas la historia lance un tirabuzón cósmico que hace tambalear hasta al más seguro de su existencia.
Winterson, Jeanette. Written on the Body. La novela es famosa porque su protagonista carece de género. Nunca sabremos si es mujer o es hombre. Ama indiscriminadamente y sufre. Este libro es poesía pura y la indeterminación de su protagonista genera, al mismo tiempo, angustia e identidad.
Winterson, Jeanette. The Passion. Una visita a las campañas Napoleónicas desde el principio hasta el final. Una mirada al amor, a Venecia, a la fantasía y a uno de los usos más perfectos y poéticos del idioma inglés.


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