tag:blogger.com,1999:blog-308003602024-03-07T01:18:33.920-06:00yo no sé vivirArte, Filosofía, Filodoxía, Anacronismos, Nostalgias, Desengaños, Ilusiones, Humor Negro, Crítica, Desubicación, Confusión, Extrañeza, Alienación, Ajeneidad, Incomunicabilidad.Unknownnoreply@blogger.comBlogger189125tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-59213059125298858312023-01-01T13:41:00.002-06:002023-01-01T13:41:19.511-06:002023<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVCq4VUfrO8TfjsvRSpyW2OtlTfw7B33DD2MqMcHcEDAst1BGy0sG1IZNl6QnoahaRkGLWchCytrqlD4KrCxA1lZApd8xxKkUYJJSQcrbzYjfnw2it7LXGfF7wvzkh9MoWM7FDEZMsMbswoOqnlVD1mIWD1Vh7JuTzOc4KIQ4D5sAMR5m1NQ/s3235/20230101_132730.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1029" data-original-width="3235" height="204" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVCq4VUfrO8TfjsvRSpyW2OtlTfw7B33DD2MqMcHcEDAst1BGy0sG1IZNl6QnoahaRkGLWchCytrqlD4KrCxA1lZApd8xxKkUYJJSQcrbzYjfnw2it7LXGfF7wvzkh9MoWM7FDEZMsMbswoOqnlVD1mIWD1Vh7JuTzOc4KIQ4D5sAMR5m1NQ/w640-h204/20230101_132730.jpg" width="640" /></a></div><br /> <p></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-50997985825807268272022-08-30T20:23:00.000-05:002022-08-30T20:23:02.627-05:00Ignorancia deseada<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Así que cuando los objetos de esos deseos e inversiones pasadas no cumplen con su promesa y dejan de satisfacernos de inmediato, como se espera que hagan, deben ser abandonados, al igual que toda otra relación que haya producido un bang menos big de lo esperado.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Bauman, Zygmunt. <i>Vida de Consumo.</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div></blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Entre las primeras 12 reglas para la vida que componen el libro de Jordan Peterson, encuentro un consejo maravilloso: escuchar a los demás con la suposición de que algo podemos aprender de lo que digan. Siempre hay algo valioso en una conversación. Creo que lo mismo podemos decir cada vez que emprendemos la lectura de un libro. Y en más de un sentido, es el estado de ánimo ideal para acudir a la librería o a la biblioteca y elegir un volumen de entre la infinita oferta disponible.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Por supuesto que hay quien opina que mis visitas a la librería tienen tintes de obsesión puesto que cada día que pasa se vuelve menos probable que tenga vida suficiente para enterarme de todo lo que alguna vez supuse que podía aprender de todos y cada uno de los libros que he acumulado. Me gusta pensar en la biblioteca como un proyecto de vida que es voluntad firme de infinito y recordatorio perpetuo de limitación. Es una reificación del deseo que es siempre renovado y, por eso mismo, frustración constante.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Será cosa de tener mucha suerte o de ser muy necio, pero hasta ahora ha sido excepcional la experiencia de tomar un libro, empezarlo a leer y dejarlo inconcluso. Pero la posibilidad acecha siempre y todo lo que puede ocurrir, lo hace. Hace un par de semanas elegí un tomo que desde hace unos años me llamaba a sus páginas. Y tras avanzar unas cincuenta páginas, lo dejé definitivamente. Omitiré el título porque <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2017/10/" target="_blank">la época de la sevicia</a> ya quedó agotada hace mucho y porque, <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2012/09/literatura-contemporanea.html" target="_blank">por lo menos esta vez, abandoné el libro sin rencor</a>. El hecho, nada sorprendente, es que el libro podía estar muy bien escrito y ser fruto de una investigación concienzuda y profesional, el libro podía estar lleno de información nueva y desconocida para mí, acaso sería capaz de enseñarme algo que de otro modo jamás habría aprendido pero, con todo y todo, <i>no me interesaba en absoluto</i>.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhq9bqsK9f7K7iC9XmtlYeGlqx_ygfHaJyaoDvaZyaLX8CgMX3Vn_rAhphnkeYdIwofait0OYPdLGU_5SAKrzDZIuTgecxmCDMdQJqPThAW0fCJLuCOT_HNTlGLVKGYfcTKP7XqVbjkRw7XL0BMdX3dXIHjNMxgylep0Mp7PO5B0UwP9oLbEA/s500/the-best-attitude-to-have.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="343" data-original-width="500" height="440" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhq9bqsK9f7K7iC9XmtlYeGlqx_ygfHaJyaoDvaZyaLX8CgMX3Vn_rAhphnkeYdIwofait0OYPdLGU_5SAKrzDZIuTgecxmCDMdQJqPThAW0fCJLuCOT_HNTlGLVKGYfcTKP7XqVbjkRw7XL0BMdX3dXIHjNMxgylep0Mp7PO5B0UwP9oLbEA/w640-h440/the-best-attitude-to-have.jpg" width="640" /></a></div><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Estuve carcajeándome un rato al darme cuenta de esto y plantearlo precisamente exactamente así. Regresé a la época de estudiante pensando, <i>caray, profesor, es usted un sabio en su tema pero, ¿a quién le importa? No se culpe a nadie de nada, sino a mí, a quien su sabiduría me resulta enteramente indiferente y su tema, por decirlo con elegancia, una filigrana preciosa de ociosa información que nunca podré encajar con la vida</i>. No sé cuántas cosas deja uno de aprender así y cuántas veces más habré de pensar y actuar del mismo modo. La reacción, si algo, es ironía pura: reconozco que su libro es bueno, que tiene contenido, que dice algo que yo no sé pero venga ya, no me importa y eso es todo. Es decir que Hume algo sabía y que, <i>solvitur ambulando,</i> las razones no bastan para mover a la voluntad. La conveniencia, lo apropiado y hasta la virtud quedan abandonadas si no cuentan con el aval del placer o, por lo menos, de la relevancia existencial.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">La ironía hace un círculo perfecto cuando me hago pasar por la misma lente y me pienso como maestro o como escritor de estas líneas, como quien de vez en vez escribe una carta. Hay que admitir que tras un par de líneas, el hipotético lector abandona el esfuerzo porque esto no le interesa y punto.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Detrás de la ironía está la tragedia: el abandono de una conversación, una carta o un libro no porque sean malos, es decir, porque despiertan una emoción así sea de rechazo, un vínculo, una respuesta. El abandono por indiferencia, desapegado, precisamente porque no hubo manera de establecer vínculo o comunicación. El libro que abandoné queda así convertido en objeto de consumo, que no satisface y, por lo tanto, debe desecharse. Pero queda justificado por los cuatro pesos que le pagarán al autor, al editor y a toda la industria, por generar ese objeto lleno de palabras que no llegaron a leerse. Es el libro frustrado, es una fiesta de cumpleaños a la que no llegó un solo invitado. Casi me siento culpable, pero la culpa no tiene lugar ante lo indiferente.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Supongo que escribir estas líneas para la indiferencia ajena puede clasificarse como una toma irónica de responsabilidad. Hay orgullo y hasta placer en asumirse capaz y en condición de desestimar y desechar. Por eso, si el juicio final es este mundo, mi lugar en el infierno del castigo irónico. Y bien ganado porque no hay vida ni tiempo suficiente, para leer cualquier cosa. Ni obligación de aprenderlo todo. Seré ignorante en este tema, pero <i>porque yo quise</i>.<br /></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /></span>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-29172278219468114182022-07-29T13:00:00.007-05:002022-07-29T13:00:00.211-05:00Una llave<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Y yo por qué tengo que enterarme así de que mi primer pasión se casó ayer. Por qué sentirme traicionado cuando desaparece de golpe hasta como imaginario lo que no pasó nunca y ya ni siquiera me interesa que pase. Quizá eso es todo, que no entiendo. Porque de corazón le deseo toda la felicidad para toda la vida, no es mala voluntad lo que siento. Es simplemente que me cuesta creerlo. Como si de pronto tuviera que preguntarle ¿quién eres tú y qué has hecho con ella? ¿Dónde ha quedado la poesía y mis años de esperanza y desesperación alternadas? Mi vida sería otra si me hubieras visto como yo te veía, si tantas cosas. No porque lo quiera ahora, sino porque fue el principio, a mis dieciocho años, recién abierto el mundo, fue entonces, verla a ella, el primer paso de quien soy ahora. Entonces leía en <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2017/04/baudelaire-y-el-fin-del-mundo.html" target="_blank">Baudelaire</a> y <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2021/11/this-is-my-beloved.html" target="_blank">Walter Benton</a> las claves de un sueño distinto, de la vida que ahora sé no podía llegar, confundido y sediento de cariño o de aceptación o de reconciliarme con el Dios que para entonces ya se tambaleaba. Siento que se pierde todo eso, que se lo traga el olvido o un abismo que no sé explicar sino como el pie descomunal de Cronos que borra todo lo que pisa y deja, en su lugar, sólo una huella. Mis primeros cuentos tenían su cuerpo y su cara y mi desesperación entera. Desde entonces no he escrito una sola línea que no sea alguna variación de esa sed de compañía o de un abrazo que rara vez se ha mitigado y que tomó forma o dirección porque la conocí a ella. La glorieta del Riviera y sus puentes enormes al caer la noche, las caminatas largas y los caminos. Las letras góticas y la poesía ante su reto de escribir una carta todavía más hermosa. ¿Cómo comprender ese reto sin imaginar que había celos, que en algún modo me quería? Una dirección distinta, un nuevo principio, una invención completa de nuevo honor y nuevos prejuicios. Todo eso está ahí, en su nombre, en mi memoria de ella, del primer día de clases y hasta este día en que me dijo que se casa. Todo eso se muere en la imaginación y en el recuerdo, o murió ayer en la boda, por más que en la tierra llevara ya muchos años muerto y enterrado, inexistente. Supongo que de esto se trata aquello de morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca. Es tanta nostalgia en ese nombre suyo, en esa sonrisa que no se me olvida, tanta nostalgia que me vuelve loco...<br /><br /></span><div style="margin-left: 40px;"><span style="font-size: x-large;">P<i>orque nuestro día es de tiempo, de horas</i></span><br /><span style="font-size: x-large;"><i>- y la manecilla camina`</i></span><br /><span style="font-size: x-large;"><i>y cierra el círculo sobre nosotros:</i></span><br /><span style="font-size: x-large;"><i>y la eterna noche negra nos chupa como arena movediza; nos recibe totalmente -</i></span><br /><span style="font-size: x-large;"><i>sin una prórroga, ni un paracaídas, sin una llave para el cielo,</i></span><br /><span style="font-size: x-large;"><i> sin la postrera larga mirada.</i></span><br /></div><span style="font-size: x-large;"><br />Esto en el cuadernito aquél de poesía. Walter Benton. <i>This is my beloved</i>. Sin una llave para el cielo. Esa es la cuestión. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCzF2iHFqGEFS7VC1gNSQO33Ec_Am9fme_lnnwUZQcfnIK2B8QKGtLqfTNNw6Au1AtkE_QuSbQTkInIlSYwyj4jhFSu8_Fc1qUpok8620sC2NMrs2cGAfsMv7WRYY5DK9741g15AVL-QvQawngy35wrZoHQzNF4m0gdFbesMERjbFvFU3Npw/s4214/Veronese,%20Paolo--Wedding%20of%20Cana.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2863" data-original-width="4214" height="434" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCzF2iHFqGEFS7VC1gNSQO33Ec_Am9fme_lnnwUZQcfnIK2B8QKGtLqfTNNw6Au1AtkE_QuSbQTkInIlSYwyj4jhFSu8_Fc1qUpok8620sC2NMrs2cGAfsMv7WRYY5DK9741g15AVL-QvQawngy35wrZoHQzNF4m0gdFbesMERjbFvFU3Npw/w640-h434/Veronese,%20Paolo--Wedding%20of%20Cana.jpg" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: large;">—Paolo Veronese. <i>Las bodas de Caná</i> —</span><br /></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-47856857036811404912022-06-30T22:01:00.002-05:002022-06-30T22:01:29.019-05:00Norwegian Wood: A medias vivo<div style="text-align: right;"><span style="font-family: trebuchet;"><span style="font-size: medium;">"</span></span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-family: trebuchet;"><span style="font-size: medium;">À la mystérieuse"</span></span> <br /></div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">En este pequeño mundo, la deformación es la premisa. La llevamos en nuestro cuerpo, al igual que los indios llevaban en la cabeza las plumas que indicaban la tribu a la que pertenecían. Vivimos en silencio para no herirnos los unos a los otros.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Haruki Murakami. <i>Norwegian Wood.</i></span></div></blockquote><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><i></i></span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Hace un mes, el 31, terminé de leer <i>Tokio blues</i> de Murakami por segunda vez. Me decidí a visitarla de nuevo porque se la compartí a alguien importante. Como regalo no es gran cosa y hasta parece raro regalar un libro tan íntimo sobre la muerte y con tanta muerte al rededor. En algún modo es por eso que volví a la novela ahora, dieciséis años después de encontrármela en Madrid, con la sospecha fundada de que la vida estaba a punto de descarrilarse.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDhs9rzYtNUaHHHeHEfdV876cAbg-5ZKlbnHCw4Hfa27LinltDmtcqAVrwbKX__OXcOYk9ExEudWBTVVmD83cpX4Sa42e8s5PAUtkq9dFZaXrMRj4pLRoRQDEEWAcUf6gIFBte7e-B4pX08msatw--7cMvSW2jzhAZhH_pj9LTqYLo8Uhgdw/s800/66f64839-7d85-48bc-acae-46b8f6f8ef1e.5badb12070da0d6c5f9edfc47b23ab5a.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="532" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDhs9rzYtNUaHHHeHEfdV876cAbg-5ZKlbnHCw4Hfa27LinltDmtcqAVrwbKX__OXcOYk9ExEudWBTVVmD83cpX4Sa42e8s5PAUtkq9dFZaXrMRj4pLRoRQDEEWAcUf6gIFBte7e-B4pX08msatw--7cMvSW2jzhAZhH_pj9LTqYLo8Uhgdw/w426-h640/66f64839-7d85-48bc-acae-46b8f6f8ef1e.5badb12070da0d6c5f9edfc47b23ab5a.jpeg" width="426" /></a></div><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Me recuerdo en el asiento del avión que me regresaría a casa, leyendo la última línea. Hay algo en ese final que me sigue moviendo aun ahora. Es un tipo cuya vida se ha convertido en una trampa, que lleva no sé cuánto tiempo caminando al rededor de su naufragio, de los restos del incendio que es su existencia. Un tipo con todo el futuro por delante, pero ya sin una vida por construir, un tipo dañado y anormal. Un tipo solo y que, sin esperanza, alcanza el teléfono como salvavidas. Acaso una voz al otro lado, como le deseaba Ernesto Cardenal a Norma Jeane.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Mi relación con esta novela es muy similar a la que alguien me contó respecto de otro libro: lecturas encontradas por casualidad en el aeropuerto, que leímos de golpe y nos dejaron sintiéndonos anacrónicos, viejos. Le doy vueltas a la idea y pienso en una persona mayor, tan mayor que hace mucho no se acuerda lo que es moverse. Si, por la razón que fuera, recibiera un cuerpo joven, ¿sería capaz de recordar para qué sirve? Los personajes de Murakami son algo así: incapaces de recordar cómo funciona la normalidad. Como la canción que le da título a la novela: una casa sin sillas, una tina como cama. La experiencia es más común de lo que parece: todos somos personas que saben lo que debería haber pero no lo encuentran. Personas que se comportan de formas oblicuas respecto de los objetos o las circunstancias. Pero encontrar a una persona con el mismo comportamiento inconsistente que el propio, eso ya es otra cosa.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Aquí todos estamos deformes o heridos o anormales. Hablamos otro idioma y basta. Aquí todos estamos conscientes de que llevamos en el rostro una máscara de normalidad y por debajo de esa máscara todo duele. Duele lo indecible, la incapacidad misma de explicar que duele. Así se vuelve milagroso encontrar una persona, o un libro para el caso, que comparta el temor de la desesperación perpetua y del instante. Si el otro es siempre nuestro espejo, eso significa que el consuelo es también reiteración de la pena y de la nada. Nada nos acerca al otro como la herida. Y este largo morir que es estar a medias vivo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeYL2B0wamZUaCvYVpQD5dA-3YtNpo5hry3M_GWYGsaOC5lP9mCLKasJB_cQTJxOi02YDQZQH75Y7NxxAgq3COn3EjvDhy7FQGlDEZgVcr10w64vMH68xen3UiFyzLiOu3-ZOht_2sMaoAOYYm9vHd59med7-8G_3HTg0KnkGQs8ZulP8Zsg/s1600/817662cc9b9cfcc9f184d00fb0188c97.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1123" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeYL2B0wamZUaCvYVpQD5dA-3YtNpo5hry3M_GWYGsaOC5lP9mCLKasJB_cQTJxOi02YDQZQH75Y7NxxAgq3COn3EjvDhy7FQGlDEZgVcr10w64vMH68xen3UiFyzLiOu3-ZOht_2sMaoAOYYm9vHd59med7-8G_3HTg0KnkGQs8ZulP8Zsg/w450-h640/817662cc9b9cfcc9f184d00fb0188c97.jpg" width="450" /></a></div><br /> </span><br /></div><p style="text-align: left;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-51294264967500182852022-05-31T11:00:00.012-05:002022-05-31T13:14:26.694-05:00Cementerio<div style="text-align: right;"><span style="font-family: trebuchet;"><span style="font-size: medium;">"À la mystérieuse"</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Le acude a la mente una idea que suena como una frase bíblica: bienaventurados los amnésicos, porque el pasado es dolor.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Faye, Éric. <i>La intrusa.</i></span></div></blockquote><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><i></i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">A punto ya de tu partida, entendí que he convertido en cementerio no sólo mi barrio, sino también el escenario entero en el que vivo. Es todo un enorme mausoleo en donde prácticamente no puedo dar un paso sin que de los rincones me grite algún fantasma o una ausencia, exigiéndome memoria y nostalgia. Como esas pequeñas cruces que ponen en las calles después de un accidente fatal, así también mi corazón marca los espacios con tantas otras lápidas, nombres y fechas. Dichosos los amnésicos, porque la memoria es tormento. Tormento porque es parcial: pues ya sé que pronto seré incapaz de imaginar tu rostro o evocar tu sonrisa con nitidez, porque me quedaré con la vaga frustración de una memoria incompleta o deforme. Tormento también por persistente: porque así sea de forma abstracta y emocional, no deja de evocar en cada espacio a los fantasmas sin rostro. No quiero que seas ausencia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg77tdPHz7X3IM-IQkBHAcXdFZdhUey1yA91qgphmoNxsE6o3_fQJMi3cQtEAMSbp-mnPHrgVARPvBdMEsdof6HJGpfIkhX3I4_w0gLFhSJvG6paVP2Wxs6XuZ3Nwoy-m9Rkay758ia7WWXrWGY_GtFjJTH1VGh019fZBOQBiFvlA7mhipfrA/s3636/167d01874f1ae25ba0a852591d68efad.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3636" data-original-width="2469" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg77tdPHz7X3IM-IQkBHAcXdFZdhUey1yA91qgphmoNxsE6o3_fQJMi3cQtEAMSbp-mnPHrgVARPvBdMEsdof6HJGpfIkhX3I4_w0gLFhSJvG6paVP2Wxs6XuZ3Nwoy-m9Rkay758ia7WWXrWGY_GtFjJTH1VGh019fZBOQBiFvlA7mhipfrA/w434-h640/167d01874f1ae25ba0a852591d68efad.jpg" width="434" /></a></div><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Todo mi día fue como caminar entre lápidas y cenotafios. Pasaba por un sitio y de inmediato: “fue aquí donde...” Esto no puede ser sano. Tampoco es del todo voluntario, pero en algún sentido he venido a construir mi casa en medio de las ruinas con la oculta intención de hacerme fuerte y mantenerme herido.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3z_z3rtcV6XM-JB9v5JjKnakpovxdBB5fdhn_T-t_KtYzKw2OgUbd95Gf7dkDdrMt_Oy2Zrv6K6fFr4iVdL8GWjCIFHQwEvVqyhF8ErStMPFXIhYpgyPzDLppAXSALJFviqD9-oZx5LDpBiJrOs_JxmVck-pEjGjX1xJwv_6Um0W4tbLxJg/s4320/4b6c51cb9d0fc0b87a944450b3896258.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3240" data-original-width="4320" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3z_z3rtcV6XM-JB9v5JjKnakpovxdBB5fdhn_T-t_KtYzKw2OgUbd95Gf7dkDdrMt_Oy2Zrv6K6fFr4iVdL8GWjCIFHQwEvVqyhF8ErStMPFXIhYpgyPzDLppAXSALJFviqD9-oZx5LDpBiJrOs_JxmVck-pEjGjX1xJwv_6Um0W4tbLxJg/w640-h480/4b6c51cb9d0fc0b87a944450b3896258.jpg" width="640" /></a></div><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Llevo semanas sintiéndome así. Es lógico que de pronto todos los espectros tiraran a un tiempo de las suturas si cada herida fue causada en estos mismos pasos que me llevan y me devuelven a casa. No sé si será distinto para alguien cuya memoria emocional está atada a sitios que no visita sino con intención, como quien visita el panteón para charlar pensar en sus pérdidas. Pero este campamento mío es sólo un camposanto de ausencias.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Acaso por eso siento como un juego este escoger cada día, y un día a la vez, no escribirte ni buscarte en lo que llega la despedida. Es posible, por otra parte, que la despedida ya haya sucedido sin que yo me haya enterado. Cuando te vayas, allá donde estés nada, pero nada, te hará pensar en mí si tú no quieres. Me digo que hay que respetar la ausencia, porque no hay otra cosa que hacer. Así voy viviendo. Hoy no voy a preocuparme, ya veremos mañana. No niego que a veces, como hoy, me ataca una vaga ansiedad que ya conozco de sobra. Me consuelo con la noción de estar viviendo pasado mañana, en el después. La noche llegará, sin duda, y mientras miro el ocaso en que te pierdes sin perderte todavía, sé que será más fácil cuando todo haya sucedido.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Todo será más fácil cuando ya no esté la tentación o la esperanza de que está en nosotros elegir. Cuando la ilusión de la voluntad ya no sea un factor, cuando seamos como muertosEn ese después hay otra esperanza: las cosas serán distintas. Amnesia del umbral. Tengo la sospecha bien fundada de que no hay más allá y, si lo hay, no es sino la cíclica repetición de esta inútil samsara en que andamos perdidos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Así que venga ya la noche y lo irremediable. Aceptar las ausencias como cementerio. Aceptar que sigan creciendo en número hasta volverse escandalosas por su inmediatez insoportable. En algún modo, lo que quiero es la experiencia del dolor. Como hacerse un tatuaje que recuerde más a la experiencia que al símbolo. El símbolo sería pretexto. El asunto es andar tan ocupado en la ocupación de sanar que de pronto se me olviden las ausencias. A veces lo más sano es estar desecho.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhixTzxB1_HrBgebW4DqzWh4e7KJb7Svw6iDmy8EURi1M1ZqSsVbFrc7Zro5OlME2UFrtIxd6fAmFnolZJt2q79hqHt7FRe-yqXHwD-7CSjD_gMx6DsBLucxOSps5c78mHVT7BLLZv-4G1V6lkQfRhb2mCnekKVMiB1-1zZ0fQ3NXpddYK2kA/s1480/4860.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="849" data-original-width="1480" height="368" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhixTzxB1_HrBgebW4DqzWh4e7KJb7Svw6iDmy8EURi1M1ZqSsVbFrc7Zro5OlME2UFrtIxd6fAmFnolZJt2q79hqHt7FRe-yqXHwD-7CSjD_gMx6DsBLucxOSps5c78mHVT7BLLZv-4G1V6lkQfRhb2mCnekKVMiB1-1zZ0fQ3NXpddYK2kA/w640-h368/4860.jpg" width="640" /></a></div> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">En todo caso los mensajeros vienen ya, desde siempre, en camino. Vendrá un día en que ya me encuentre sólo en mi cementerio, sin visitas de los vivos. Un día la lógica estará invertida. No seré un tipo con presente y personas amadas que vive, casi sin querer, entre las tumbas; seré un último eco de cada una de mis ausencias. En ese mundo a contralógica, seré yo el espectro. Al fin es cuestión de mayorías. Así será: esta nada que me integra y me sostiene no tendrá ya anclaje alguno en el presente. Hasta entonces, en mí te llevo, en mí te salvo. No sé si baste o bastará. Pero pensando en ausencias, intento acostumbrarme a la tuya. Sospecho que al final, cuando todo sea lápidas al rededor, habrá que elegir la propia ausencia. Será momento de retirarme también, sin drama, como termino de escribir estas frases: si no queda más que decir, hay que poner punto final, levantar la pluma y cerrar la libreta.<br /></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-7170733391578087202022-04-29T11:30:00.004-05:002022-05-31T13:41:17.141-05:00Fotografía<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-family: trebuchet;"><span style="font-size: medium;">"À la mystérieuse"</span></span></div><p> </p><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Loving you is like lifting a heavy stone. It would be easier not to do it and I’m not quite sure why I am doing it. It takes all my strength and all my determination, and I said I wouldn’t love someone again like this. Is there any sense in loving someone you can only wake up to by chance?</span><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Jeanette Winterson. <i>The Powerbook.</i></span><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div></blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">En la fotografía hay una mujer. Por lo que puede verse en ese recorte de tiempo y espacio, está sentada a la mesa de un café. De esas que se ponen en las aceras y están a merced del cielo abierto o la tormenta. La calle podría estar en París o en Alejandría. También aquí mismo. Encuadres como ese parecen estar desencajados del espacio. Ella es el centro del mundo y el resto son fragmentos. Incidentes sin importancia. <i>Wheresoever she was, THERE was Eden.</i></span><i><span style="font-size: x-large;"> </span></i></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Ella mira hacia la derecha. No olvidar que a veces las imágenes fotográficas tienen efecto de espejo. Podría estar mirando a la izquierda. Parece distraída, sus ojos se fijan en algo que está más allá del encuadre. Acaso un músico callejero. O una vendedora de flores. Su mirada refleja poco interés. Acaso apartó los ojos para no ver a su interlocutor, fugándose de una presencia que ya no soporta. Acaso el fotógrafo jugaba con la cámara hasta que ella se hartó. O es un montaje para hacerla ver como la veo yo. Como la imagino. Como la construyo.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Podría tener veinte años o cuarenta. Su mirada tiene el cansancio de quien mucho ha vivido. Su expresión entera es la de quien ya no ve la necesidad de buscar un sitio en el mundo. Ha entendido que si ningún lugar le pertenece, todo lugar le pertenece. Puede ser una chica de veinte años con una vida que por difícil se vuelve rica. Un alma vieja probada por todo lo que no mata, pero casi. Puede ser una mujer de cuarenta que ha tomado la vida con calma. Su saber el de quien llega a donde está con paso lento y por vía de reflexión. O puede ser ambas. Y ninguna. Ella no tiene edad porque no vive en el tiempo. El tiempo se construye a partir de ella. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">En cuanto al tiempo, tampoco hay algo en la fotografía que permita adivinar su momento. Pudieron captarla por la mañana, bajo un cielo nublado. Pueden ser las horas diáfanas que ocurren antes del atardecer, cuando la luz se hace débil. Encuadres así parecen desencajados también del tiempo. La fotografía está en blanco y negro. Ningún color la asocia al tiempo. Me hace pensar en películas de Bogart. <i>Casablanca</i>. <i>To Have and Have Not. The Big Sleep.</i> Es el tipo de fotografía que un tipo cansado y cínico llevaría en la cartera como recuerdo de un paraíso perdido. Por su apariencia, la fotografía puede pertenecer a los 20’s del siglo pasado y de este. El cabello. El único anillo que adorna la mano. La imagen me hace pensar también en Audrey Hepburn. Y en mi futuro. Y en la muerte.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjc0A3pXlLCa7TA0YDqnYe7scau0IrwLhgPQPM8MuYO2R09sxUzyPd08sdGbmmvJ9_OpKcP9p_VsoT9F09dUMwr1syEWY2gM-a3VyHbEKQN1DCjsCTWYkv8WMnC0gbZJIjjg8NRUOqgSMYwU9GEQdl20iIuHiKyelGtsfxENTAeT6bGTfQSA/s1424/Captura%20de%20Pantalla%202022-04-28%20a%20la(s)%2020.22.26.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1252" data-original-width="1424" height="562" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjc0A3pXlLCa7TA0YDqnYe7scau0IrwLhgPQPM8MuYO2R09sxUzyPd08sdGbmmvJ9_OpKcP9p_VsoT9F09dUMwr1syEWY2gM-a3VyHbEKQN1DCjsCTWYkv8WMnC0gbZJIjjg8NRUOqgSMYwU9GEQdl20iIuHiKyelGtsfxENTAeT6bGTfQSA/w640-h562/Captura%20de%20Pantalla%202022-04-28%20a%20la(s)%2020.22.26.png" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"> </span><i><br /></i></div></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i>Language always betrays us, it tells the truth when we want to lie, and dissolves into formlessness when we would be precise.</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i> </i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Así, arrancada de las coordenadas de tiempo y espacio, ella habita todas las historias y ninguna. Es una vida concreta, un instante preciso que se hace sólido en la fotografía. Pero también es todas las posibles vidas que habrá vivido antes y después. Es una historia y es también todas las historias. Es la historia de la sonrisa que siguió a cualquier cosa que alguien le dijera para obligarla a mirar. Y la de cómo se levantó de ahí y siguió su camino por una calle retorcida de Praga. La de su felicidad o su miseria. Puede ser también el principio de mi historia con ella. Escribir historias es algo peligroso. Te vuelves responsable de un destino entero. El amor, en cambio, es indeterminación como la fotografía.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Ella está ahí, en todas las ciudades y ninguna. Desvía la mirada. Las palabras que pudieran llamar su atención no existen. Su destino es suyo. La fotografía es una puerta cerrada. Cada persona es una habitación aislada. Entre el silencio y la herida. A medio camino de lo que es y no.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i> </i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i>What does the end matter? Here, now, is enough. Isn’t it?</i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i> </i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFoN7TTztfByqDLpnygFXfgAlokZvKQewLJHkqTJbeU1VNnKSc8i9JURSDayUbwE2TLQGDC2nGvu8ZMCu5jLULEdhFGGpvtfx9bYfy8XiuETOsQZqzGuYpWF4Yjv5HNh2kjZvjLIDxZvHHRN-fOFgI0WAxhYl8-rob3-bm9gCCC1frDjKF9g/s1064/Baccall.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1064" data-original-width="1022" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFoN7TTztfByqDLpnygFXfgAlokZvKQewLJHkqTJbeU1VNnKSc8i9JURSDayUbwE2TLQGDC2nGvu8ZMCu5jLULEdhFGGpvtfx9bYfy8XiuETOsQZqzGuYpWF4Yjv5HNh2kjZvjLIDxZvHHRN-fOFgI0WAxhYl8-rob3-bm9gCCC1frDjKF9g/w614-h640/Baccall.jpg" width="614" /></a></div><br /> </i><br /></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-53585202096749991432022-03-31T12:00:00.021-06:002022-05-31T13:41:31.454-05:00Testimonio de inquietud<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><div style="text-align: right;"><span style="font-family: trebuchet;"><span style="font-size: medium;">"À la mystérieuse"</span></span></div><p> </p><blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Lo más verdadero siempre debe aparecer como una suerte de locura—en el mundo del disparate.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Søren Kierkegaard. <i>El instante</i>. </span></p></blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">En meses recientes he sentido esa inquietud vaga que es mezcla de emoción y terror, temor y temblor de posibilidad, de estar al borde de un abismo y no saber, pero tener que creer, sí, con fe verdadera, creer que uno puede volar o que no puede volar, creer que ha de precipitarse al vacío o precipitarse al infinito. Te miro todos los días o de vez en vez y me pregunto si hay algún modo auténtico de decir lo que quiero decir, un modo que no lleve a rastras las marcas de toda una cultura y sus perversiones. De encontrar palabras verdaderas o, por lo menos honestas. Acaso no sea sano mezclar pretensiones poéticas con avatares filosóficos y teológicos, pero me atrevo. Porque hay algo que quiero decirte y, conforme pienso en decirlo, menos me parece que valga la pena. No sé, siquiera, si puede ser dicho. Lo que sigue es el testimonio que ofrezco en este caso, ante la corte de la eternidad: testimonio inútil que nada puede probar y acaso precisamente por eso, el único que tiene algún valor, puesto que buscándote a ti con las palabras, me encuentro a mí mismo.<b><br /></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">* * *<br /></span></div><div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>§1 Lutero/Kierkegaard</b>. Dios no es mercader. Las obras son indiferentes para la salvación. Nos salvamos por la gracia. Tener fe en la gracia es el único mérito. Esto no hace inútiles o sin sentido a las obras. Las obras, en todo caso, son testimonio de la fe. Dar testimonio es decir la verdad con independencia de que el decir cambie la realidad. El testimonio es su propio fin. La fe exige actuar en consecuencia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7hUoRgq7-h-7x-vssKTp7fEOHR_fzMcNYwago15weZuq97O0PhOPeiierTB3hsmavUAev_8hl4ib712No_yXjCR5FCC0Pvs3b20hCal5LnYTh6x055vwLfli6eNhoD0ETdClqJIqH-ibKa-db4e3pkk2Ov7bRLqOsVUav6apE9WJd6HuJXg/s7972/Sacrifice_of_Isaac-Caravaggio_(Uffizi).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6142" data-original-width="7972" height="494" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7hUoRgq7-h-7x-vssKTp7fEOHR_fzMcNYwago15weZuq97O0PhOPeiierTB3hsmavUAev_8hl4ib712No_yXjCR5FCC0Pvs3b20hCal5LnYTh6x055vwLfli6eNhoD0ETdClqJIqH-ibKa-db4e3pkk2Ov7bRLqOsVUav6apE9WJd6HuJXg/w640-h494/Sacrifice_of_Isaac-Caravaggio_(Uffizi).jpg" width="640" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"> —Caravaggio—</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b> </b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>§2 Wittgenstein</b>. El amor y el dolor como emociones/experiencias subjetivas. Nadie más puede experimentar mi subjetividad. Es preciso creer. Expresar o transmitir el amor o el dolor exige adoptar un comportamiento que pueda ser interpretado como testimonio de esa emoción. El amor como emoción es una fe, puesto que nadie más puede sentir lo que yo siento. Las acciones que dan testimonio de mi emoción no son garantía de que mi emoción sea verdadera. Además, el amor no puede ser transaccional: el amor (como experiencia subjetiva) ajeno no se gana ni provoca con acciones, sólo se testimonia con ellas. En consecuencia, los actos de amor son inútiles. Uno actúa para dar testimonio del amor que siente a sabiendas de que el testimonio no demuestra nada. Actuar para provocar en otro la sensación, la palabra, la acción, es suponer que las obras tienen mérito. Es un intercambio y por lo tanto excluye la posibilidad de emociones. Si se actúa con expectativa, la acción no es testimonio de amor, sino ambición egoísta. La obra de amor debe emprenderse como testimonio, es decir, inútil, carente de expectativa. <br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /><b>§3 Kierkegaard. </b>Mirarte al espejo y verte a ti mismo, no al espejo. El otro es siempre el espejo que está ante nosotros. El amado es espejo del amante. Cuando se actúa amorosamente, el énfasis no debe ser en el efecto que se produce en el otro, eso sería mirar al espejo. El amor exige actuar introspectivamente: puesto que amo, actúo en consecuencia, con independencia de que tú modifiques en cualquier sentido tu actitud o apreciación de mi persona. Actúo para dar testimonio de mi amor, no para ganar el tuyo. Actuar con la conciencia de ser un siervo inútil. Lo que hago no cambia nada, no produce nada, pero necesito hacerlo, porque mi fe/amor me obliga a hacerlo. Lo que hago por ti/para ti, podría hacerlo cualquier otro tan bien como yo desde el punto de vista externo y práctico. Mi amor no cambia tu vida, ni la mejora, ni la determina. Mi amor es la determinación existencial bajo la cual emprendo esta vida y de la cual doy testimonio. El amor ideal sería entonces el que existe entre dos personas que se aman y viven actuando constantemente en testimonio del amor que se tienen. Te abrazo no porque quiera un abrazo para mí, sino porque el abrazo es testimonio de que te amo. En sincronía actuarán siempre de la mejor forma. Reconociendo que el otro es el espejo por el que se conocen a sí mismos. No se trata de cambiar al espejo, sino cambiar aquello que se ve reflejado por el espejo; es decir, a uno mismo. El amor es introspección.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbaqv83UF8aDGnjM3Bog75E--E_2H7tHBwBD4theEIMlo3e0foBO8JeKx0P4jhtWCr9WZARfsncX6PbtJIxA-hnslm5_OsR4oSFgj6wHeQ-q3e5wGC5Malykfb5JVbcH4v-I6W_bbnKp1Y-G3OvXsg9SVQwK4DpIfBfbkRUwgAJp-1AJLdNA/s9449/Sacrifice_of_Isaac-Caravaggio_(c._1603).jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6496" data-original-width="9449" height="440" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbaqv83UF8aDGnjM3Bog75E--E_2H7tHBwBD4theEIMlo3e0foBO8JeKx0P4jhtWCr9WZARfsncX6PbtJIxA-hnslm5_OsR4oSFgj6wHeQ-q3e5wGC5Malykfb5JVbcH4v-I6W_bbnKp1Y-G3OvXsg9SVQwK4DpIfBfbkRUwgAJp-1AJLdNA/w640-h440/Sacrifice_of_Isaac-Caravaggio_(c._1603).jpg" width="640" /></a></div><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">—Caravaggio—</span><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /><b>§4 La fe es algo inquietante.</b> <b>El amor es algo inquietante.</b> Propone una tarea enorme, una infinitud de responsabilidades y acciones que se deben acometer en bajo el sino de la inutilidad. Actuar porque se tiene fe, porque se ama. Quien actúa sin finalidad y sin expectativa parece estar loco. Quien actúa así, empeña la vida a sabiendas de que no hay ni puede haber recompensa. Exige todo y promete nada. Entregas para no recibir. El amor es inquietante. Por eso el amor se sublima, se excusa y falsifica, lo mismo que la fe, en las promesas abstractas y eternas, es decir, vacías. Toda promesa sobre el mañana y lo indeterminado es falsedad. Dice Kierkegaard: "Un jugador dice: mañana no volveré a la mesa de juego, ese está perdido. Otro dice, jugaré el resto de mi vida, pero no en este momento, ese se salva". Prometer amor para toda la vida o por la eternidad es, en el mismo sentido, extravío y perdición. La promesa válida, auténtica sería: te amaré ahora mismo. Toda la vida en el instante, en cada instante. Como un siervo inútil que no busca ni merece recompensa. Las promesas, las palabras, el lenguaje entero es abstracción, por lo tanto, anula al amor. <span style="font-size: x-large;">El amor es inquietante porque exige silencio. </span>Quien dice mucho está perdido. Tener fe no consiste en decir que se tiene fe. Tener fe es vivir cada instante como si aquello en que se tiene fe fuese verdad, con independencia de que lo sea o no; bajo la certeza de que no puede saberse si es verdad o no. La palabra es cobarde y es excusa, revela la propia incredulidad. El acto es testimonio fiel, pero se trata de un testimonio inútil pues aquello que proclama no puede probarse. Amar implica actuar aquí y ahora conforme al amor, con independencia de que el amor sea o no. Amor y fe: inquietud. No puedo saber si te amo, no puedo saber si me amas. Sólo sé que no puedo saberlo. El siervo puede ser sustituido, nunca es indispensable, pero sus actos dan testimonio de lo que es. Ni tú ni yo somos indispensables y cualquier otro podría hacer exactamente lo mismo por nosotros. Las obras no importan, pero son testimonio. Mi vida es, aquí y ahora, testimonio. Te busco para verme. Me veo para encontrarte.<br /></span></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-24601062011168952142022-02-27T11:53:00.004-06:002022-05-31T13:42:11.789-05:00Im in it but it's empty (3)<div style="text-align: justify;"><div style="text-align: right;"><span style="font-family: trebuchet;"><span style="font-size: medium;">"À la mystérieuse"</span></span><span style="font-size: x-large;"> <br /></span></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Hace unos meses que la inspiración no está precisamente al alcance de la mano. No obstante, en las últimas semanas adivino una suerte de circularidad en el tiempo y la experiencia. Hay quien más de una vez, se reconoce o se adivina en mis intentos de ficción. Nunca he sido capaz de responder con un sí o un no tajante. La ficción se nutre de la vida, pero no es su reflejo fiel. Así por ejemplo, hace meses estoy trabajando en un relato de aislamiento y distancia que ahora me ha vuelto a la cabeza de la mano de otras experiencias, que repiten esas ideas, les hacen eco. La experiencia entera me hace pensar en una rola particular de Rata Blanca, ¿cuántas experiencias diversas podemos haber tenido escuchando una misma canción? Así por ejemplo, <i>Talismán </i>es una de esas experiencias y es todas. Como dijo Borges: "en las letras de 'rosa' está la rosa / y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'". El mar de la memoria.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiZ-kXTNYgvOgaz7H9GsaVdukwJUGbliPWXu5iQyZ9oiP09DOAPFL1ne1c3UVNk-xkLRuZzSl-Snjl9buscg54BmzQS5Z8RKNGvnHfJcpOjGU6UvFTsOFyn79ZIaYbAK4UOsgtpR4RSUw_s2zqgw4iYKbPACzphS322z5Y4cgICactA7boKoQ=s1425" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1425" data-original-width="1425" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiZ-kXTNYgvOgaz7H9GsaVdukwJUGbliPWXu5iQyZ9oiP09DOAPFL1ne1c3UVNk-xkLRuZzSl-Snjl9buscg54BmzQS5Z8RKNGvnHfJcpOjGU6UvFTsOFyn79ZIaYbAK4UOsgtpR4RSUw_s2zqgw4iYKbPACzphS322z5Y4cgICactA7boKoQ=w400-h400" width="400" /></a></div><br /><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> <br /></span></div><div style="text-align: center;"><u><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">Im in it but it's Empty (3)</span></span></u></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">Cuando tenía veinte años, un amigo me ayudó a formar gusto musical. Teníamos en común el estudio de cosas que suelen verse como difíciles. Coincidimos en el centro de idiomas. A esa edad no es lo más común aprender la lengua de sitios que no van a visitarse en la vida. Los sábados, al terminar con las clases, salíamos a tomar una cerveza o, mejor, un whisky. De los bares nos movíamos después a su casa o a la mía. La música de moda no le hacía ninguna gracia. A mí tampoco. Lo suyo era un gusto definido, prefería el <i>grunge</i>. Lo mío era indiferencia por lo simple. Arturo hablaba con pasión de una banda en especial: Bush. Me fascinó la ambigüedad en sus letras. Y ver que Arturo era capaz de proyectar en esos intersticios cualquier preocupación emocional. Por alguna razón, aquella tarde, mientras escribía mi respuesta a tu primer mensaje, me puse a escuchar a Bush. Pensé en Arturo. Estoy seguro que él habría entendido de inmediato tu voluntad. Habría leído en tus escasas palabras con la misma fluidez con que leía esas canciones crípticas. Eché de menos su consejo. Eché de menos ese tiempo en que todavía no pensaba en pasado. La pasión era aun algo por descubrir. Ahora pienso en la pasión como una ruina. El coliseo romano, por ejemplo. Queda el vestigio, pero su experiencia es impensable. Ya no puede usarse para lo que fue construido.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhXDnDco6Et4r1MUv6QQ16zXwpNEf51HExAsme6RXx-zGeQ1ol-wldTarQg-2BnoIH8s2g7A0cddVe0NFKu04RY9SK9UpJCrsmXX9G010JL_SvaRA0gIk1xwt6tz7Cqnk5A2ZTPXHuLmmVHXHxroQzqnXTwBA-YsTXZgXioQn7JC_ZOD2niQA=s500" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="500" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhXDnDco6Et4r1MUv6QQ16zXwpNEf51HExAsme6RXx-zGeQ1ol-wldTarQg-2BnoIH8s2g7A0cddVe0NFKu04RY9SK9UpJCrsmXX9G010JL_SvaRA0gIk1xwt6tz7Cqnk5A2ZTPXHuLmmVHXHxroQzqnXTwBA-YsTXZgXioQn7JC_ZOD2niQA=w400-h400" width="400" /></a></div><br /> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">No dejamos de ser amigos. Lo que pasó es que ninguno de los dos pensó que el centro de idiomas podía cerrar sus puertas. Que ya no nos veríamos todos los sábados. Que la repetición es un milagro.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">Mientras escribo estas líneas, escucho a Bush. Arturo me diría que no hace falta este quebradero de cabeza. Acaso tuviera razón todos esos años atrás. Ahora estas líneas son tanto mi voluntad práctica como la recomendación profesional de la doctora. Quiero saber cómo responder a tus palabras. Cómo responder a tu mirada. Y que lo que mi mano desee, sea imagen en espejo de lo que la tuya espera. Leer la mente. Para ti es algo fantástico supongo, como sustraer los secretos más íntimos de alguien sin que pueda notarlo. Para mí es igual, pero no se trata de conocer lo que tú llamarías secretos, sino de entender lo que para otras personas es evidente. Desde mi perspectiva, lo que hacía Arturo con las letras de Bush era leer la mente. Alguna vez, invitó a una chica linda a comer después de clase. "¿Cómo supiste que aceptaría?", le pregunté. "Era obvio", me dijo, "¿no viste cómo nos miraba?". Estoy seguro de que vimos a la misma chica y la misma mirada. Pero lo que para él fue evidente, para mí sigue siendo un secreto. Que una mirada tenga un mensaje claro, transparente. Leer la mente. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">* * *</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">Una mirada, un saludo, un gesto con la mano. Se trata de signos simples que pueden juzgarse desde la superficie. Sin mayor complicación. Pero a veces parecen llevar un sentido extra, una intención. El signo es, antes que nada, una proyección de quien lo lee. No hay signos en ausencia de lectores, con independencia de que alguien haya escrito o no. Este es el problema.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">Tu mirada es para mí un problema de teoría de la recepción. No tiene valor alguno si la emoción que atisbo en tu mirada es algo que yo voy construyendo por encima. Una hermenéutica sobre el vacío. Quizá por eso pienso en esos años de música y de estudiar idiomas. Resulta que sólo en medio del malentendido las cosas superan o desbordan el límite del intelecto. No sé qué quiso decir el <i>lyricist</i>, si quería decir algo. Si las interpretaciones de Arturo tenían mérito o base. Cuando el mensaje es oscuro, nos involucra por completo.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> <br /></span></span></div><p style="text-align: center;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">Bad moon whine again<br />And she falls around me<br />I wanted you more<br />You wanted me less<br />I could not kiss just regress</span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">* * *<br /></span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;">Regresiones. Por ejemplo, si pretendiera ser poético o ridículo, pensaría como entonces, cuando era válido pensar o vivir de ese modo. Con la pasión de quien descubre. Del iniciado que escucha un lenguaje nuevo con toda su fascinante oscuridad. Pensaría como entonces: ¿qué estabas haciendo tú mientras yo escuchaba la canción que un día, este día, me haría pensar en ti? Ridículo. Estarías aprendiendo las primeras reglas de gramática. O las fórmulas básicas de la geometría. Preguntaría ¿qué haces tú ahora, mientras le busco sentido a un<br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"><br />Lo que nos separa es algo más que un obstáculo. Es una manera completa de vivir en el mundo, de estar determinado por nuestras perspectivas de lo que el mundo puede ser. Eso me hace desesperar.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"><br />Pero también, a veces, me emociona. Sería como robarle el fuego a los dioses. Como volar con las alas de cera que me heredó el ingenio de papá. Hasta el fracaso sería hermoso.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;"><span style="font-size: x-large;"><br />Si pretendiera ser poético.<br /></span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p style="text-align: left;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEilF-_ZlS80PNxRko-U8VCQl9CwJxlYMFx23ntLpiSNyPbZQV6_gR91srXBF6VIfL2CnUdzbkeX2xDIstWEOqVevpgY6yEt74_6Zwo1rOynFeYSzCs7AHfygkaLp4WYYTfgkJhWOK3EonyfMnWKaGHCR90IvgiaAHhzFRYJ6HJQ6dcf-rp_Cg=s600" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="581" data-original-width="600" height="620" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEilF-_ZlS80PNxRko-U8VCQl9CwJxlYMFx23ntLpiSNyPbZQV6_gR91srXBF6VIfL2CnUdzbkeX2xDIstWEOqVevpgY6yEt74_6Zwo1rOynFeYSzCs7AHfygkaLp4WYYTfgkJhWOK3EonyfMnWKaGHCR90IvgiaAHhzFRYJ6HJQ6dcf-rp_Cg=w640-h620" width="640" /></a></div><br /><span style="font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-82331261870679961842022-01-31T11:00:00.001-06:002022-01-31T11:00:00.212-06:00Estaciones 2021<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large; text-align: justify;">Pocas cosas disfruto más que hablar de libros, y cuando se trata de libros memorables, me gusta más. Así que, a la manera de Maimónides y para los perplejos que todavía no saben qué leer a continuación, para los que entran a la librería sin una carta de navegación o a la biblioteca echando en falta un mapa, para los curiosos y amigos, aquí van las recomendaciones basadas en la experiencia lectora de 2021. Dieciocho bellas postales de un viaje entre 108 libros, que comparto con la esperanza de que sean pretexto de muchas y felices lecturas, conversaciones, amistades, encuentros...</span><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Por razones biográfico/emocionales, el libro del año es indiscutiblemente, <i>Desmorir </i>de Anne Boyer. Reconozco mi parcialidad y la celebro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgFnzVSKJ2ibMrftHKYfudAAPRKwHqFf5C-ALk6YOyHjvi0dB5IexuY_Y0tLAf4IpNTvll-8RG6P6jDdbhwQTuSmkG3nq7nkVjZtL8uNOmQ3O7hMHUYxK66oljH6AoEkBpbvAdXZ89wyoeA8-Z-26PQpaRsdP9iF4-uvL28FnJY74xHGPkqNQ=s1669" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1669" data-original-width="1063" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgFnzVSKJ2ibMrftHKYfudAAPRKwHqFf5C-ALk6YOyHjvi0dB5IexuY_Y0tLAf4IpNTvll-8RG6P6jDdbhwQTuSmkG3nq7nkVjZtL8uNOmQ3O7hMHUYxK66oljH6AoEkBpbvAdXZ89wyoeA8-Z-26PQpaRsdP9iF4-uvL28FnJY74xHGPkqNQ=w408-h640" width="408" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /><span><br /></span></span><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">De manera un tanto más objetiva, no sé decidir entre estos tres:</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjhJbMaDcgp1uVfFPgawY2SVY3JcBO7B5sEVHJbUXty-b_QA1SBmIEQv-1gUSOp9_cMLH8aVXXY_z5Bgsnzm57f6wJnWwmbPG7c88L-P3jlQBcInXGL3qR9n1KMG9IohCa3ChBjtPzTfsqBO1JJXDzkdLLf1g9ePFh9_iLmuCOQ0_vf8_iWIQ=s1433" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1433" data-original-width="929" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjhJbMaDcgp1uVfFPgawY2SVY3JcBO7B5sEVHJbUXty-b_QA1SBmIEQv-1gUSOp9_cMLH8aVXXY_z5Bgsnzm57f6wJnWwmbPG7c88L-P3jlQBcInXGL3qR9n1KMG9IohCa3ChBjtPzTfsqBO1JJXDzkdLLf1g9ePFh9_iLmuCOQ0_vf8_iWIQ=s320" width="207" /></a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjtTacYYrG1F-HjI1COSiLeCYo1UY_mxadW6nuVAOepB9PzWoaVyG67VMxyV279XmMP6CVlMtzz6dKdyfCoV6LUDsKxZB3tVStEtvhUv6HmF68dWFHOHNlE0A6DWZCWLHbnsfb8e3dw_V1nzz08nZ0TPRJJUD4WZMHv_94CGa0I9bbjc7e_dg=s2560" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="2560" data-original-width="1594" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjtTacYYrG1F-HjI1COSiLeCYo1UY_mxadW6nuVAOepB9PzWoaVyG67VMxyV279XmMP6CVlMtzz6dKdyfCoV6LUDsKxZB3tVStEtvhUv6HmF68dWFHOHNlE0A6DWZCWLHbnsfb8e3dw_V1nzz08nZ0TPRJJUD4WZMHv_94CGa0I9bbjc7e_dg=s320" width="199" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /> </span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgofoGKygB1G2EekpDaYITAm7zYw2RWeYxMunYuRIat_pA7u_ExWV-fuqOfLDNGI0kI19Icsjm0mM6icCMCX3g3enba6hDkUFgKTGNybppn7UaCIBtwMss41LdL_sChbPHtdT9bqW8gVA-Ey-SEL7vfQ_qpfgq9c_nAJRtc7zFDQBKiri0eGg=s1200" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="778" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgofoGKygB1G2EekpDaYITAm7zYw2RWeYxMunYuRIat_pA7u_ExWV-fuqOfLDNGI0kI19Icsjm0mM6icCMCX3g3enba6hDkUFgKTGNybppn7UaCIBtwMss41LdL_sChbPHtdT9bqW8gVA-Ey-SEL7vfQ_qpfgq9c_nAJRtc7zFDQBKiri0eGg=s320" width="207" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">De los memorables, va la lista:</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">1. <b>Becker, </b>Ernest. <i>The Denial of Death. </i>Esta rara mixtura entre psicoanálisis freudiano y filosofía kierkergaardiana nos ayuda a entender la paradójica insatisfacción que tenemos ante las grandes narrativas que, sin embargo, nos son absolutamente esenciales para vivir.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">2. <b>Boyer, </b>Anne. <i>Desmorir. </i>Esta memoria ensayística sobre la experiencia del cáncer es una obra total: poética, médica, vivencial, reflexiva, existencial. Como el llanto, puede expresar la máxima alegría y la más profunda tristeza, con todos los matices que van de una a la otra.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">3. <b>Chevillard, </b>Eric. <i>Caer. </i>Novela corta de corte profundamente nihilista en que se nos presenta una civilización cuya única esperanza es la aniquilación y cuyo mesías está proscrito hasta en el mito. En <i>Caer </i>rinden culto al nihilismo y aguardan el final con rituales a la altura de su fe.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">4. </span><span style="font-size: x-large;"><b>Chiang, </b><span>Ted. </span><i>Stories of your life and others. </i><span>Chiang es, indiscutiblemente, un genio de corte borgeano. Su primera colección de cuentos tiene un corte más erudito que la segunda, pero no deja de ser un viaje maravilloso de reflexión especulativa.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">5. <b>Chiang, </b>Ted. <i>Exhalación. </i>No hay palabras que alcancen para describir la rara mixtura de géneros e ideas que se encuentra uno en los cuentos de Chiang. Maestro de su propio género que mezcla mitología, fantasía, ciencia y filosofía en tramas de impecable narrativa.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">6.</span><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"> </span><span style="font-size: x-large;"><b style="font-family: inherit;">Cioran</b><span style="font-family: inherit;">, E. M.</span><span style="font-family: inherit;"> </span><i style="font-family: inherit;">La caída en el tiempo.</i><span style="font-family: inherit;"> Una exploración desesperada sobre nuestra existencia fuera del paraíso, devorados por el tiempo y donde acaso sólo el llanto nos quede por compañía.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>7. <b>Claudel, </b>Philippe. <i>Almas Grises. </i>Demoledora novela compuesta de trama policiaca y confesión personal en que el misterio principal queda para siempre pendiente: ¿cómo vivir en un mundo donde la belleza o la felicidad se perciben como burla insoportable?</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">8. </span><span style="font-size: x-large;"><b style="font-family: inherit;">Dieudonné, </b><span style="font-family: inherit;">Adeline. </span><i style="font-family: inherit;">La vida verdadera. </i><span style="font-family: inherit;">Es difícil describir esta preciosa novela corta sin revelar el detalle que la hace memorable. Un relato de crueldad, compasión, desgracia y, sobre todo, salvación. </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">9. </span><span style="font-size: x-large;"><b>Kierkegaard, </b><span>Soren. </span><i>Las obras del amor. </i><span>Considerada por muchos la obra maestra del filósofo Danés (y de todos sus sudónimos), es una exploración emocional sobre el amor en todos sus aspectos y alcances. Explora las mil caras de la emoción buscando una verdad subyacente y existencial. Mención de honor para el apartado sobre el amor a los difuntos.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">10. <b>Kierkegaard, </b>Soren. <i>La enfermedad mortal. </i>Otra de las obras cumbres del padre del existencialismo, explora las muchas maneras en que la angustia existencial afecta la vida diaria. Casi un tratado de psicología, sirvió en mucho a Ernest Becker para la composición de <i>The Denial of Death.</i></span></div><div><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>11. <b>Ligotti</b>, Tomas. <i>The Conspiracy Against the Human Race.</i> Un auténtico clásico moderno, en que el autor nos lleva de la mano a reconocer el terror existencial derivado de la idea que tenemos de nosotros mismos: conscientes y libres, pero determinados.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>12. <b>Peura, </b>María. <i>Tu amor es infinito. </i>Relato doloroso, devastador cuyo recurso literario es perfecto: la disociación entre el lenguaje puro de la infancia y la irrepresentabilidad del horror en que se desarrolla.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>13. <b>Tibuleac, </b>Tatiana. <i>El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes. </i>El estilo de esta increíble novelista moldava es lapidario. Sus frases hieren en lo profundo, duelen, y forman un poema enternecedor sobre la reconciliación y las muchas maneras en que los afectos se descarrilan para mayor desgracia de quien lo permite.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>14. <b>Vallejo, </b>Irene. <i>El infinito en un junco. </i>Esta historia cultural de los libros es bella y memorable, estableciendo vínculos entre la antigüedad y nuestros días, entre nuestros rituales y lo indiferente. Al final del día los libros nos unen a la humanidad y nos apartan de ella en la misma medida.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>15. <b>Vermes, </b>Timur. <i>Ha vuelto. </i>La comedia verdaderamente graciosa es la más perturbadora y así, esta novela sobre un Hitler que aparece en la modernidad nos muestra que hay infinitas formas de complicidad pero casi ninguna de inocencia.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span><span><span style="font-family: inherit;">16. </span><b style="font-family: inherit;">Vian, </b><span style="font-family: inherit;">Boris. </span><i style="font-family: inherit;">La espuma de los días. </i><span style="font-family: inherit;">La entrañable historia de Colin y Chloe <a href="https://yonosevivir.blogspot.com/2021/07/la-espuma-de-los-dias.html" target="_blank">es inolvidable</a>. A uno le entran ganas de aprender a bailar el biglemói, cuyo principio "<i>repose sur la production d'interférence par deux sources animées d'un mouvement oscillatoire rigoureusement synchrone</i>" Y hazle como quieras.</span></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>17. <b>Winterson, </b>Jeanette. <i>Gut Symmetries. </i>La novela narra un triángulo amoroso que en algunos aspectos imita o se inspira en la <i>Grand Unified Theory </i>que propone la identidad o unificación de las fuerzas fundamentales de la naturaleza. Así, tres personajes aparentemente disímiles se cruzan y se identifican hasta un desenlace que sólo de recordarlo impacta. Quizá, como siempre, el problema es el lenguaje. ¿Por qué usamos palabras distintas para hablar de lo mismo? ¿Por qué usamos una sola palabra para hablar de cosas distintas?</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>18. <b>Zweig, </b>Stephan. <i>Los ojos del hermano eterno. </i>Novela corta y filosófica sobre la búsqueda de la iluminación. Es difícil saber en qué consiste ser una persona <i>auténticamente </i>buena, más allá de las apariencias. Seguimos a Virata en su camino buscando la benevolencia y quizá, pesando en su historia, sabremos encontrarla en nuestra vida.</span></span></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-6707855374443616012021-12-30T21:47:00.000-06:002021-12-30T21:47:00.874-06:00Consuelo y consejo<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">To insist on truth from temptation is insisting on too much; the temptation is a deceiver and a liar, who certainly guards against speaking the truth because its power is precisely untruth.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Søren Kierkegaard. <i>The High Priest.</i></span></div></blockquote><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><i></i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Leyendo a Kierkegaard, como ya es costumbre, me encuentro un argumento prístino y desestabilizador: la tentación es mentira en abstracto y no puede saberse nada verdadero sobre ella sino hasta haberla resistido. La tentación es, en este contexto todo lo que podríamos elegir que nos aparta de ser quienes somos. Por eso, opina Kierkegaard, nadie puede ponerse en nuestro lugar ante las tribulaciones, porque cada uno de nosotros experimenta y resiste en modos distintos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> Me pregunto en qué consiste “resistir” a una tentación. Apartémonos de lo sacro y pensemos en la tentación de fugarse sin pagar una deuda entre amigos, sin duda resiste quien siente ese deseo y no actúa en consecuencia. Pero también hay resistencia cuando, después de perpetrado el robo sin consecuencias, el sujeto elige resarcir el daño y hacer las paces. Resiste el vicio quien nunca prueba el alcohol, pero hay también resistencia cuando habiendo caído plenamente en la dependencia, se le resiste y abandona. El punto, desde Nietzsche, es que nadie puede elegirse a sí mismo, si no conoce otro modo de existencia. El puro no elige ser quien es, puesto que no se conoce a sí mismo en degradación. En ese sentido sólo se conoce la tentación, tras haberla resistido. ¿Quién resiste y quién elige entonces? ¿Quien cae y conoce la mentira, el viso seductor y placentero de todo lo dañino? ¿O quien no cae nunca porque desde la inocencia, cree y por ningún motivo elige no probar el fruto prohibido?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /> El punto es acaso muy teórico y muy etéreo. Prefiero bajarlo del cielo y aterrizarlo: ¿Con quién preferiría uno hablar para recibir consuelo o consejo en el momento de la caída o de la tentación? Una persona, que podría ser yo mismo, “cae” en la “tentación” de no ser fiel a sí mismo. Alcohólico, por ejemplo. O estudia una carrera que no le hace feliz. O encerrado en un matrimonio con violencia. O aferrado a un trabajo que paga bien, pero anestesia el espíritu. ¿Qué clase de persona estaría mejor calificada para darle un buen consejo o, en su caso, palabras de aliento y consuelo?</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> El inocente será prueba viviente de que es posible vivir sin caer, que ese acto en particular no es en sentido alguno necesario y, por lo tanto, no es digno de considerarse una determinación existencial. Sin embargo, su testimonio es parcial, es inocente porque <i>todavía</i> no cae. Ningún vivo es prueba de la totalidad de su experiencia posible. Por otro lado, el caído que ha logrado redimirse, será prueba de que es posible levantarse, renunciar, elegir de nuevo. Pero su esperanza es igual de ilusoria, pues su vida tampoco ha terminado y es imposible saber si su renacimiento es definitivo o una tregua pasajera en medio de una determinación existencial irrevocable.<br /> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> Los dos testimonios se revelan absurdos, parciales. Acaso no hay manera racional de justificar por qué debe uno preferir uno u otro discurso. Emocionalmente, sin embargo, sigo prefiriendo el consuelo y el consejo del caído. Acaso porque yo mismo soy caído, porque la idea de una persona inocente me parece tan quimérica como el hipogrifo.<br /> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjM8Po8nUezR-UJsdpi-1d0LofD_HT8a2TFAZHrHvQ3pjlBbr7_i-a4tb2ZiRhBMYq4quqi0FxtRUfgsjee7BMvcxSL8yY4-vWPdvcZhYN9WBLDaie635YSxde55usbUiANzFWlkmLF-w-SaGI-7CxL3C0bXp4hncsr7ZHhSAcU0BKv4fP0jQ=s1353" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1353" data-original-width="1353" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjM8Po8nUezR-UJsdpi-1d0LofD_HT8a2TFAZHrHvQ3pjlBbr7_i-a4tb2ZiRhBMYq4quqi0FxtRUfgsjee7BMvcxSL8yY4-vWPdvcZhYN9WBLDaie635YSxde55usbUiANzFWlkmLF-w-SaGI-7CxL3C0bXp4hncsr7ZHhSAcU0BKv4fP0jQ=w640-h640" width="640" /></a></div></span><div style="text-align: center;"><i><span style="font-size: small;">—Valjean, Bienvenu y los candelabros de palta—</span></i><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Como siempre, puedo recurrir a <i>Los Miserables</i> para aclarar el punto: Jean Valjean no empieza a ser él mismo sino hasta después de hablar con monseñor Bienvenu. Aunque después del encuentro con el obispo roba la moneda al pequeño Gervais, parece que son el consejo y el consuelo del obispo lo que le hace entender lo inadmisible de su acción. Poco sabemos, sin embargo, del buen hombre. Se dice que pasó la primera parte de su vida entregado al mundo y la galantería. Que estuvo casado y su esposa murió. Que vino la revolución y en algo estuvo inmiscuido. Que huyó a Italia y que al volver era cura... y bueno. En los intersticios de esa historia hay mucho espacio para especular sobre sus relaciones con el mundo, la tentación y el arrepentimiento. Parece un hombre que lo ha vivido todo. Y por eso, porque ha caído y se ha levantado más de una vez, es capaz de decirle a Valjean: «Ya no perteneces al mal. Es tu alma lo que compro; la retiro del pensamiento oscuro y del espíritu de la perdición y se la entrego a Dios».</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /> ¿Es posible que alguien que no conoce el camino sea guía para los demás? Y, para seguir a Kierkegaard, ¿se debe el cambio en Valjean a su maestro? ¿O es Valjean quien se escoge a sí mismo? Lo cierto es que para Valjean, el buen monseñor Bienvenu es una interrogante, un salto de fe, que por ningún motivo y sin justificación de experiencia ni razón, elige perdonarlo y apostar lo poco que tiene a un Valjean que resista. Y ese acto de fe, parece suficiente para que Valjean, a su vez, crea que puede ser de otra manera, que no está destinado a ser el autómata que robó la moneda de cuarenta sous.<br /> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh2YhX9972RzAQkIg1mdJsW-i0yswpyQFT_qzHwwJVXNf489fmcGM7hAUUP-ubkvEtSZQfArfvRLQRNZ7CUdpAfr7JtZp34cXBmHolkGUyVz2-UD4uZyqfkNsfcu1dpB8vAxLd3kI-sf4J_F8uUlHsefg-0WMiOELZ_qqckRtHpCpkldlezzw=s1355" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1355" data-original-width="1355" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh2YhX9972RzAQkIg1mdJsW-i0yswpyQFT_qzHwwJVXNf489fmcGM7hAUUP-ubkvEtSZQfArfvRLQRNZ7CUdpAfr7JtZp34cXBmHolkGUyVz2-UD4uZyqfkNsfcu1dpB8vAxLd3kI-sf4J_F8uUlHsefg-0WMiOELZ_qqckRtHpCpkldlezzw=w640-h640" width="640" /></a></div></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: small;"><i>—El pequeño Gervais y Jean Valjean—</i></span> <br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Y ahí tiene uno la respuesta. La historia, la experiencia o la vida de quien da consejo o consuela es absolutamente indiferente. El único factor determinante es que seamos capaces de reconocer la fe en sus palabras y sus actos, que seamos capaces de asumir la amorosa intención en su obsequio. El consuelo sólo surte efecto si creemos en él, el consejo sólo vale la pena si creemos.<br /><br /></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">You who sympathize, show your genuine sympathy by not claiming to be able to put yourself completely in the other person's place; and you who suffer, show your genuine discretion by not claiming the impossible from the other.</span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Søren Kierkegaard. <i>The High Priest.</i></span></div></blockquote><div style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><i></i><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /><br /></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-796603333966142152021-11-30T12:00:00.023-06:002022-07-28T22:34:32.668-05:00This is my Beloved<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">Hay días en que uno anda nostálgico sin razón aparente. Una nostalgia más bien dulce, que invita a desandar el camino de la memoria emocional. Cuando ese ánimo me sorprende, casi siempre echo mano de un poemario, <i>Esta es mi amada</i>, que me recuerda los años viejos en que andaba todavía buscando a la Maga. No sé cuántos años tendría, seguro más de quince y menos de dieciocho, cuando los amigos que ya no somos, empezábamos a discutir de literatura como algo serio. Nos prestábamos libros y así crecíamos. El poemario en cuestión era una edición popular, viejita, con ilustraciones en sepia inspiradas vagamente por Alphonse Mucha. Me encantó, porque sugería cosas que yo no había vivido. La experiencia y la emoción estaban todavía en el futuro.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLqjr89uZtZHZXQYbQdGDy62vr5QWxLhUu6XqVUOB5XnQycDNhvOR7bLBuJV5VvxbHGSE_qPQK_SVqqM3ftgbO7eGluQrX5VQiwePzBmO1BnSxpgwtBE80oPICKz0MM2QEwAIR/s1490/Benton1.jpg" style="font-size: medium; margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="1490" data-original-width="1490" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLqjr89uZtZHZXQYbQdGDy62vr5QWxLhUu6XqVUOB5XnQycDNhvOR7bLBuJV5VvxbHGSE_qPQK_SVqqM3ftgbO7eGluQrX5VQiwePzBmO1BnSxpgwtBE80oPICKz0MM2QEwAIR/w640-h640/Benton1.jpg" width="640" /></a><br /></span></span><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">El autor es elusivo y el libro también. Después de años de conformarme con esa edición en español </span>auspiciada<span style="font-family: inherit;"> por una revista sesentera, conseguí el original en inglés editado en los cincuentas. Es algo extraño que un libro tan popular en su momento no volviera a editarse.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNfx0uvKWQxP7ChiXUfqwRxC_y552WhEoNj7Cxjaxi2rIsDjS2lQ_TlPmVICL7aM01lj1dweErJYS_r9PCMn_dWGKddhuZ7byn8KI0ygQH9qfAg0vvkTETYjDf3wBNXHPb9VW2/s500/Benton2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="343" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNfx0uvKWQxP7ChiXUfqwRxC_y552WhEoNj7Cxjaxi2rIsDjS2lQ_TlPmVICL7aM01lj1dweErJYS_r9PCMn_dWGKddhuZ7byn8KI0ygQH9qfAg0vvkTETYjDf3wBNXHPb9VW2/w275-h400/Benton2.jpg" width="275" /></a></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Esa noche de nostalgia, leí el libro de un tirón, con una copa de vino bajo la luz mortecina de una lámpara. Lo leí en voz alta, disfrutando la experiencia de reconocer esas líneas familiares en su idioma original, jugando con la sonoridad y los sentidos adicionales del original. Lo cierto es que la revista moderna había empleado a un traductor impecable.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">Dividido en tres partes, <i>This is my beloved </i>es un diario en verso libre que<i> </i>sigue a una pareja desde la primera felicidad hasta el abandono. Comienza con el retrato emocional del amor naciente, seguido por los meses largos de ausencia melancólica. Casi al final, hay esperanze en un un reencuentro breve que no es reconciliación ni despedida, sino reduplicación del abandono. Cierra con un breve epílogo en que el amante acepta que nunca conoció a quien amaba y acepta la presencia fantasmagórica de quien se ha ido, pero ya no podrá borrarse nunca. Acaso nos ha pasado a todos, pero, si tuviera que resumir mi historia, acaso sería en esos términos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">Que este breve resumen no llame a confusión, la pasión que describe Benton está muy lejos del ideal puritano idealizado y romántico que se esperaría del resumen que he propuesto. El amor que describe es, por decirlo de algún modo, anticartesiano, contratomista. Se trata de un amor hipocrático y pagano: donde el cuerpo es la expresión de la vida emocional. No hay pasión posible sin cuerpo, ni cuerpo sin pasión. Sospecho que estos poemas, así fuera incapaz de comprenderlos del todo, fueron la primera resquebrajadura en mi concepción católica, sacramental y descarnada de las emociones.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">Y me pregunto entonces si mi vida tomó el camino que tomó porque leí a Benton o si, por el contrario, sigo disfrutando los versos de <i>This is my beloved</i> porque la vida me ha hecho apreciarlos. La pasión queda siempre a medio camino entre lo subjetivo y la construcción social.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">Mientras leo, sospecho y casi temo que las líneas me hagan pensar en alguien. Una mujer en particular. Las imágenes se forman con la sombra del cuarto, como en un viejo tango. Leo unos versos y camino por París o Praga, en fantasma, con fantasma. Al final no somos sino siluetas pasajeras de sombra:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span><span style="font-family: Libre Baskerville; font-size: large;"><span><i></i></span><blockquote><span><i>I walk alone. Slowly. No hurry. Nobody's waiting. </i></span><br /><span><i>My love who loved me (she said) is gone. My love is gone. </i></span></blockquote><span><i></i></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><i><br /></i></span><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">La <i>laterna magica</i> me la presenta a ella, con sus azarosos ires y venires, tan efímeros e inesperados como los de la amada en estos versos. En lo más álgido de la ausencia, vuelvo a una noche en que vagué como herido de muerte pensando que nadie nunca podría curar mi angustia. Hasta llegar al consuelo de otro cuerpo que, con su nostalgia o desesperación se consoló también en el mutuo desconsuelo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span><span style="font-family: Libre Baskerville; font-size: large;"><i><span></span><blockquote><span>With what an alien sense my fingers curved about her breasts </span><br /><span>and searched the tangled dark where love lay hiding! </span><br /><span>I closed my eyes better to imagine you — </span><br /><span>but the rehearsed body would not ratify the mind's deception. </span></blockquote><span></span></i></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">Así puedo rastrear episodios y versos, uno por uno. Desencajándome del tiempo para visitarme y entenderme como los fantasmas que llevaron a Scrooge desde la amargura hasta la compasión. Esa misma noche, acaso por efecto de esta meditación emocional, soñé con ella. Sueño con su voz al otro lado del teléfono. Está triste y yo quisiera consolarla. Silueta de sombra, imagen que no se va...</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGfx15K6LB7HC4E9uJhPsDYW3DAaAIm79IM2iqj0omvaQ-zmPM18atsAy6AZS5g6SclQyBLsvaKbiW-na48Z66RxQmQ27LcK6I4fnQG8OF2F_-aia4HNjG0-oZZLpNk-GyICUu/s3291/Benton.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="956" data-original-width="3291" height="186" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGfx15K6LB7HC4E9uJhPsDYW3DAaAIm79IM2iqj0omvaQ-zmPM18atsAy6AZS5g6SclQyBLsvaKbiW-na48Z66RxQmQ27LcK6I4fnQG8OF2F_-aia4HNjG0-oZZLpNk-GyICUu/w640-h186/Benton.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><blockquote style="border: medium none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><blockquote style="border: medium none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Libre Baskerville; font-size: x-small;"><i><span>I have looked too long upon you, too long . . . </span></i></span></div></blockquote><blockquote style="border: medium none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Libre Baskerville; font-size: x-small;"><i><span>and with so much love that strangers can see you in my face — </span></i></span></div></blockquote><blockquote style="border: medium none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Libre Baskerville; font-size: x-small;"><i><span>as the sun and vivid colors leave an after-image in the eyes. </span></i></span></div></blockquote></blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Libre Baskerville; font-size: x-small;"></span></div><p style="text-align: justify;"><i><span style="font-family: Libre Baskerville; font-size: x-small;"></span></i></p><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></td></tr></tbody></table><br /><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div><span style="font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-2213300755757751862021-10-29T18:15:00.001-05:002021-10-29T18:15:51.403-05:00Différend<div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Decía yo que el recuerdo amoroso tiene que defenderse contra el mundo y contra el impulso de olvido. Así recordaba la trama de <i>Extremely Loud and Incredibly Close </i>(2011): como la narración del esfuerzo heróico de un niño por mantenerse fiel al recuerdo de su padre muerto. La memoria al respecto era vaga, puramente emocional. Los detalles de la trama se me escaparon de la conciencia con los años, pero mantenía viva la emoción compleja que prueba la especularidad de todo texto. Qué patada emocional me he llevado ahora que volví a mirar la peli. Cualquiera diría que era de esperarse si explico que me decidí a verla de nuevo mientras leía sobre la teoría del <i>différend </i>de Lyotard.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqg9inBUDtgI-06F8gVtHcZ021QfkKKaNLC4Nyh1sjgxJkkbjpQ0cva4kS5MXEeIejyQaGbQX5SQLknwDyQr4dQJlPd_quTKN4QXuT7rBt-eBi_4IvDCB6AAP4yc5dL6TSM0TY/s920/e829732801a5a32a6e86a3d8af8e1d72.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: x-large;"><img border="0" data-original-height="920" data-original-width="600" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqg9inBUDtgI-06F8gVtHcZ021QfkKKaNLC4Nyh1sjgxJkkbjpQ0cva4kS5MXEeIejyQaGbQX5SQLknwDyQr4dQJlPd_quTKN4QXuT7rBt-eBi_4IvDCB6AAP4yc5dL6TSM0TY/w418-h640/e829732801a5a32a6e86a3d8af8e1d72.jpg" width="418" /></span></a></div><span style="font-size: x-large;"><br /><span><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">La teoría de Lyotard es bellamente enrevesada, pero me emociona porque da lugar a una narración sobre el absurdo, a la paradoja de hablar de lo que ocurre cuando el lenguaje se vuelve inútil. Para resumirlo de una manera un tanto crasa, el diferendo es un hecho: ocurre cuando una persona que ha sufrido un mal o un daño, no puede apelar a la autoridad o la sociedad para que se le de solución o consuelo porque el mero acto de nombrar el daño que ha sufrido vulnera alguna prohibición o le causaría un nuevo perjuicio. Hablar de lo perdido reduplicaría el daño sobre esa persona y, en ocasiones, sobre otras.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJ-vPOi7B-sdOFeOgDlXUQK1Tlee3QPMJ8e38ZAAhWVSk8VMryXGjJw1CtI1WJB48TNgnGgmxZI0105smnzMHLdpMP3YLYyJ0dP2ZInD7X7R4_fd7DTdfb_5xRgVtg9P0cAu9a/s1772/81wdNsUMxDL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1772" data-original-width="1204" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJ-vPOi7B-sdOFeOgDlXUQK1Tlee3QPMJ8e38ZAAhWVSk8VMryXGjJw1CtI1WJB48TNgnGgmxZI0105smnzMHLdpMP3YLYyJ0dP2ZInD7X7R4_fd7DTdfb_5xRgVtg9P0cAu9a/w434-h640/81wdNsUMxDL.jpg" width="434" /></a></div><br /><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span>Creo que Lyotard usa la palabra víctima, pero yo la omito a propósito porque <a href="https://yonosevivir.blogspot.com/2018/10/el-peso-de-la-luz.html" target="_blank">ante la causalidad ciega que son los hechos del mundo, no podemos ser víctimas</a>. Visto así, el mundo es un fracaso existencial que entorpece o anula la comunicación porque la palabra es evidencia de un malentendido esencial que <a href="https://yonosevivir.blogspot.com/2019/12/etapas-en-el-camino-de-la-vida-4.html" target="_blank">no puede superarse con lenguaje</a>. Quizá no siempre y en todo lugar sea este el caso, pero la premisa de <i>Extremely Loud</i>, puede resumirse en que habitar el mundo es un perpetuo </span><i>différend</i><span>.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span><br /></span></span></div><span style="font-size: x-large;"><div style="text-align: justify;">Esto es lo que había olvidado de la trama, el punto crucial: Oskar se apodera de la contestadora telefónica porque ahí queda el último vestigio de su padre. Ahí están grabadas las últimas palabras que dijo antes de morir en las torres gemelas el 9/11. El hecho es que Oskar estaba en casa, pudo haber levantado el teléfono y responderle a su padre. Escogió no hacerlo. No le dijo "aquí estoy" a esa voz desesperada y temerosa que preguntaba desde el borde de la muerte "are you there?".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al llegar a esa escena, pensé: "te vas a ir al infierno Oskar... Porque no levantaste el teléfono y toda la vida desearás haberlo hecho. Porque no puedes hablar de esto con nadie, ni puedes compartir esos últimos mensajes de papá con nadie. Porque la memoria se pierde y se hace falsa cuando sólo tú recuerdas..."</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La historia me da la razón, porque Oskar intenta comunicarse cuando pretende compartir los mensajes del padre y eso no acaba bien. En ese intento queda otra vez solo, acaso más que antes, porque pierde al incipiente amigo que descubrió en el viejito mudo. El infierno se define como <i>différend</i>: Oskar lo ha perdido todo y no puede siquiera pedir ayuda o consuleo porque mencionar el modo en que ocurrió su pérdida hará que todo termine peor para él y para quienes lo escuchen.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay un irónico intento de consuelo cuando Oskar le cuenta la historia completa a Mr. Black, quien inmediatamente lo perdona. Es irónico porque sólo puede perdonarse a quien es culpable y, bajo esa lógica, su consuelo es también tortura. Lo que dice Mr. Black es puro sinsentido. No puede perdonar a Oskar porque no entiende nada. Es que perdonar implica, en algún sentido, conocer el bien y el mal y colocar al acusado en el sitio apropiado en este juicio dual. Pero, ¿qué debió haber hecho Oskar? ¿Se equivocó? Ambas, ninguna. Si hubiese respondido el teléfono nada habría cambiado. Habrá quien opine que por lo menos se habría mitigado la soledad y la desesperación del padre. Pero también puede pensarse que escuchar la voz amada cuando ya no es sino vestigio, multiplica la soledad y la distancia. No se muere uno más o menos porque haya una voz al otro lado de la línea. <a href="http://www.pudh.unam.mx/perseo/oracion-por-marilyn-monroe/" target="_blank">En el momento de morir, nadie puede acompañarnos</a>. No contamos ni siquiera con nosotros mismos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Oskar está condenado al silencio porque no sólo ha perdido a su padre y con él al mundo, sino también la posibilidad misma de hablar. El niño no sabe bien lo que ha pasado y no puede entenderlo. No hay palabras que puedan responder a su incertidumbre y a su tristeza. Entregarse a la opinión ajena implica otra incomprensible desesperación: si me perdonan soy culpable y la única persona a quien quisiera pedir perdón ya no está para otorgarlo. Si, me castigan... Si me dicen que he hecho lo correcto... De lo que no puede hablarse, es mejor callar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Directo al infierno. Lo sucedido está terminado. Y el lenguaje no alcanza para abarcarlo y menos para dar consuelo. Cada palabra lacera un poco más. En <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2018/05/juicio-final.html" target="_blank">el juicio final que es el mundo</a>, la condena es universal. Nos vemos en el infierno.</div></span></div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-80269771087255058092021-09-30T12:00:00.040-05:002021-09-30T12:00:00.191-05:00Lo imposible<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: xx-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: xx-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: xx-large;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;">Bienaventurado el amoroso, porque todo lo espera: espera, hasta el último instante, la posibilidad del bien para el que está más perdido.</span></div><span style="font-size: x-large;"><div style="font-family: inherit; text-align: right;"><span style="font-family: inherit;">‑Soren Kierkegaard</span></div></span></blockquote><span style="font-size: x-large;"><div style="font-family: inherit; text-align: right;"><span style="font-family: inherit;"></span></div> <div style="text-align: right;"><br /></div><span style="font-family: inherit;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">El otro día, por un arranque de nostalgia y masoquismo, quise ver de nuevo <i>Lo imposible</i> (2012), aquella peli sobre el tsunami que golpeó Tailandia. Festival de sufrimiento e incertidumbre que está asociado en mi memoria con <i>Extremely Loud and Incredibly Close</i> (2011). Creo que el impulso de visitar de nuevo esas historias se debe a una referencia leída al azar sobre <i>The History of Love</i> de Nicole Krauss. Esos dos filmes funcionan como ancla a un momento específico y largo de mi historia, en que todavía traía abierta la herida o el arma clavada en el alma. La herida sigue ahí, porque eso no pasa, pero por lo menos ya ha dejado de sangrar. Si tuviera que darle un nombre a esa herida, haría eco de Osamu Dazai y diría que era la de sentirme siempre indigno de ser humano, la costumbre sostenida de considerarme reprobable. En esa época, las tardes de fin de semana fueron siempre un bálsamo, mirando buen cine (y a veces también mal cine) en familia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT-iDCiPMWSOo8w0BnKeXmZlsyhsI6PSoYLVP6a0LlWzHuhyphenhyphenInY-NnBvTVEUJaCK7KfJW_MOTu5rjpt_RV9l5UQJSTqFi3hZaqrL3JRPYw_udCXO7fw5X-CekNBJOsBDjjPgd8/s314/The_Impossible.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="314" data-original-width="220" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT-iDCiPMWSOo8w0BnKeXmZlsyhsI6PSoYLVP6a0LlWzHuhyphenhyphenInY-NnBvTVEUJaCK7KfJW_MOTu5rjpt_RV9l5UQJSTqFi3hZaqrL3JRPYw_udCXO7fw5X-CekNBJOsBDjjPgd8/w448-h640/The_Impossible.png" width="448" /></a></div><br /><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div></span><span style="font-family: inherit;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">A veces resulta que algunas de esas películas no las vi en familia, ni por la tarde de fin de semana, o eso dice mi hermano, pero lo mismo da, porque la emoción y el bálsamo están en la memoria. El fantasma de la familia mirando <i>The Impossible</i> un fin de semana está ahí, lo mismo que las emociones que evocan historias como esa, emociones que están siempre vinculadas con las manos protectoras de papá y mamá. A primera vista <i>Lo imposible</i> y <i>Tan fuerte y tan cerca</i> tinen pocos puntos en común, pero la palabra puede igualarlo todo, basta con crear una categoría suficientemente abstracta. Creo que ambos filmes tratan sobre la desaparición y la búsqueda de personas queridas. Quizá la medida del amor es la pérdida, pero su condición de subsistencia es la espera. Quizá.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9Znixh-eYcmpm-ImWWhMK5MKgA0NoL5MlGLJlvpQHBsaTst5TsKNQNdVZFA2B8GcuAEH_GlV6T7xaJqECYBPdn2cmPshVxYoFsBGDkSo1WlOlGy64QulOuc3FZ_P6uvaGNawp/s391/Extremely_loud_and_incredibly_close_large.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="391" data-original-width="255" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9Znixh-eYcmpm-ImWWhMK5MKgA0NoL5MlGLJlvpQHBsaTst5TsKNQNdVZFA2B8GcuAEH_GlV6T7xaJqECYBPdn2cmPshVxYoFsBGDkSo1WlOlGy64QulOuc3FZ_P6uvaGNawp/w418-h640/Extremely_loud_and_incredibly_close_large.jpg" width="418" /></a></div><span style="font-family: inherit;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">En <i>Lo imposible, </i>que vi hace un par de semanas, la desgracia colectiva e inevitable causa desaparición y ausencia. La enorme ola no sólo deja destrucción a su paso, sino también el eco sordo de un vacío que no puede llenarse porque ninguna palabra es bastante para hacerle frente. Hay incertidumbre, hay angustia. El saber y la representación quedan anulados por completo ante un silencio así. Las personas ausentes están y no están y ese no-saber que las rodea es una señal paradójica que significa, simultáneamente, vida, muerte, y todos los intersticios que van de una a otra. La incertidumbre es el espacio de la verdadera fe, su tierra fértil, su condición de posibilidad. Los casos de esos filmes son extremos, pero la lección también funciona para la vida cotidiana: los amigos de juegos en línea que de pronto dejan de conectarse un día, los <i>pen pals</i> de antaño, las personas queridas que viven en algún sitio distante y cuyos correos electrónicos o mensajes instantáneos dejan de llegar sin explicación ni preámbulo, los perfiles de redes sociales que se borran sin despedida. Desaparecen y uno ya no tiene manera de buscarles, pero espera. Espera siempre. Y ahí surge la fe.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div></span><span style="font-family: inherit;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"> Quiero pensar en la fe como una elección. Uno tiene que elegir cómo vivirá en presencia de esa duda, de esa incertidumbre. Y tiene que elegir sin asideros, justificaciones ni excusas. Me pongo un tanto kierkergaardiano, pero pido paciencia. A veces uno cree que el silencio es evidencia de la nada, manifestación de la muerte, certeza de un desprecio o un abandono tan cruel que ni siquiera deja lugar para la despedida. Hay a quien esto le parece evidente, pero olvida que es lo que elige creer, pues el silencio no es señal alguna, es vacío que atrae, pero nunca sustancia. Otras veces, uno cree que la desaparición es mera circunstancia, una ausencia accidental de duración indeterminada a la que seguirá la presencia como sigue el sol a la noche. Una ausencia no es desaparición, y los ausentes siempre vuelven. En ese caso el silencio tampoco es evidencia porque la muerte, el desprecio, la aniquilación y cualquier otro hecho, deben probar su existencia. Esta postura también es una elección y una fe: porque la vida, el afecto y la existencia misma también deben probarse.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div></span><span style="font-family: inherit;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"> Así, los desaparecidos del tsunami están vivos y muertos hasta en tanto no se pruebe lo contrario; su continuada existencia en el corazón que les espera depende únicamente de la elección quien ama y espera. En el mismo sentido, el amor es puro hasta en tanto se demuestre la traición de forma irrefutable. Pero también el opuesto es verdadero: la traición está consumada hasta en tanto no se haya probado la fidelidad más allá de toda duda. Cuando lo piensa uno con calma, ninguna de esas pruebas fehacientes e incontestables puede darse, ni siquiera son pensables en lo concreto, son meras abstracciones falsas. Y nos devuelven al mundo de la fe. Elegimos y creemos aquello en lo que elegimos con independencia total de cualquier evidencia, porque la evidencia nada prueba: el silencio y la ausencia son sólo el abismo de la infinita posibilidad.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div></span><span style="font-family: inherit;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"> Hace nueve o diez años, mientras miraba aquellas dos películas ‑en familia o no, porque la memoria tampoco es evidencia indiscutible, monsieur Pyotr Bålsäck‑ todavía era incapaz de comprender esto que ahora veo tan claro. Sin embargo, la experiencia hacía de éste, un problema central para mi existencia, acaso una de las determinaciones esenciales que me han hecho llegar a ser quien soy. Era necesario que yo explorase el vértigo de la desaparición o de la ausencia hasta la náusea y por eso las historias que ahora recuerdo se me quedaron bien presentes en el corazón y en la memoria emocional. Hoy día, sigo sin estar seguro de haber entendido bien a vida y las ausencias, pero el dolor que me embargó la otra noche mientras veía <i>Lo imposible</i> fue distinto al tan acostumbrado dolor de aquella herida que no sanaba. Más bien <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2019/07/nostalgia.html" target="_blank">algo de nostalgia</a> por aquella arma, la herida que causó y por su dolor. Ya no sentía la acuciante pena de los personajes y la de cada persona que pasó por aquella tragedia, pero la recordaba, sabía que un día volverá a ser mi turno.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div></span><span style="font-family: inherit;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"> Al final todo escrito es una carta encubierta. Sabes que cada letra de esta reflexión lleva tu nombre, Lejana. Y ahora has de saber que todos los días emprendo <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2014/10/el-juego-y-la-ciudad-el-faro-y-el-arma.html" target="_blank">esa batalla</a> que describía Kierkegaard, en defensa del amor y la memoria: “El recuerdo amoroso […] tiene que defenderse contra la realidad circundante, no sea que ésta, gracias a impresiones siempre nuevas, consiga poder absoluto para aniquilar el recuerdo. Y tiene que defenderse del tiempo. En una palabra, uno tiene que defender su libertad de recordar contra aquello que pretende compelerlo a que olvide”. Lo mismo da el silencio y tu desaparición. Porque en mi espera te llevo y te salvo. Siempre.</span></div></span></span><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;"><span style="font-family: inherit; font-size: x-large;"><o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-11300926628501060252021-08-31T15:22:00.004-05:002021-08-31T15:23:39.027-05:00Postales de la pereza<div style="text-align: center;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"></span></span><p><span style="font-family: inherit;"> </span></p><p><span style="font-family: inherit;"> </span></p><p><span style="font-family: inherit;"> </span></p><blockquote><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">Existe una clase de personas muertas en vida, vulgares, que apenas son conscientes de estar vivos si no ejercen alguna ocupación convencional. Llevaos a esos tipos al campo o subidlos a un barco, y veréis como anhelan su escritorio o su despacho. No tienen ninguna curiosidad, no pueden entregarse a estímulos azarosos, no disfrutan con el ejercicio de sus facultades por el mero placer de hacerlo y, a no ser que la Necesidad la emprenda a palos con ellos, incluso se quedarán quietos.</span><br /></span><div style="text-align: right;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">—R. L. Stevenson. <i>Apología de la pereza.</i></span></span></div></blockquote><div style="text-align: right;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><i></i></span><br /></span></div><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">Trabajo de manera casi ininterrumpida desde los dieciocho años. Un par de enfermedades graves y algunos meses entre trabajos a principios de mis veintes, cuando todavía era estudiante, fueron mis únicos períodos de desempleo. A veces suena como el relato de una vida afortunada, a la que nunca le ha faltado salario. Otras veces me parece una condena, un menoscabo, habiendo tantas cosas maravillosas que puede uno hacer con el tiempo libre. Dejo para el final la posibilidad más horrible: que se trate de un escape porque muy en el fondo, no soy más que uno de esos tipos muertos en vida de los que habla Stevenson, que no saben estar lejos del escritorio y las órdenes y la rutina.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> De acuerdo con Marcuse, quien parece estar de acuerdo con Stevenson «<i>La necesidad de trabajar es un síntoma neurótico. Es una tarea. Es un intento de hacer que uno mismo se sienta valioso inclusive cuando no hay ninguna necesidad particular de que uno trabaje</i>». Así que la situación excepcional de las últimas dos semanas, que estuve desempleado, me han dado para reflexionar sobre si estoy o no neurótico o muerto en vida... Al final creo que soy un tipo normal, que tiene que trabajar, porque le gusta comprar libros, porque tiene que conseguirles espacio a esos pequeños huérfanos de papel y tinta. Comparto unas postales del camino.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKugFHjL_Bv6r7XNBCyr8_08cmci36ISho9UCmenoMAJ9kA2fEWui7ChacpdaskKMum8hh8eDR6bMKnRRXyfYTUUeoiFeWVg5BazL6asRSd5KJpfuRCx-K42jBeM1gs4z5Klm1/s700/20153420b1bd41c9869cf69b156bede3.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="474" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKugFHjL_Bv6r7XNBCyr8_08cmci36ISho9UCmenoMAJ9kA2fEWui7ChacpdaskKMum8hh8eDR6bMKnRRXyfYTUUeoiFeWVg5BazL6asRSd5KJpfuRCx-K42jBeM1gs4z5Klm1/w434-h640/20153420b1bd41c9869cf69b156bede3.jpg" width="434" /></a></div></span></span><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: inherit;">—Ojalá estuviera ahí disfrutando de una vida desocupada—</span></span><br /></div><span style="font-family: inherit;"></span></div><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span><br /></span><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">*</span></span><br /></div><span style="font-family: inherit;"></span></div><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">Una tarde, encuentro la vida misma al visitar la librería sin prisas, sin tener que llegar o volver a la oficina. Ese gusto de mis años de estudiante en que al salir de la facultad me paseaba por todas las librerías de ocasión del barrio universitario. Esas librerías fueron desapareciendo poco a poco hasta que abrió la del <a href="https://goo.gl/maps/NjbCoHBWD72ZVL4W6" target="_blank">Gato Literato</a>, heredera de esa tradición, del espíritu del 99 y de incontables volúmenes. Que no se agote el elogio de espacios así, donde uno encuentra libros, amistades y bienvenida. Unas chelas, un vino, un café. Cosas que parecen imposibles cuando uno está encadenado al escritorio.</span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">**</span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">Ánimas por la notoria determinación de mirar por primera vez a una persona, conocerla y sentir que el mundo entero se detiene. <i>Sound of the drums / Beating in my heart / The thunder of guns.</i> No sé si es cosa de tener tiempo y vida libre para salir del mismo edificio y el mismo rumbo de toda la vida. Pero de pronto un rostro llama a tus ojos. Es imposible apartar la mirada, como si la gravedad del sitio y de la vida misma hubiese cambiado su centro. Un vacío de aire. Estamos experimentando una pérdida de presión en la cabina. Es preciso asumir posiciones de impacto. La última vez que pasó algo así, acabaste suicida.... <i>Thunderstruck</i>. Una charla, un espacio compartido. Y soñar y pensar y esperar. Acaso, quizá, ojalá volveremos a vernos. <i>Still she haunts me, phantomwise.</i></span><br /><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">***</span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">El hogar es un monstruo que requiere atención constante y minuciosa para una infinidad de aspectos que uno sólo es capaz de ignorar porque lleva prisa para llegar al trabajo. Porque tiene que privilegiar lo absolutamente impostergable e ignorar cada desperfecto hasta que no caiga dentro de esa categoría que no admite excusa. El hogar es por eso mismo un gusto que no acaba: siempre hay algo qué hacer, siempre puede arreglarse un poco más acorde con el gusto y la comodidad, siempre hay un detalle extra para hacerlo más propio, habitarlo mejor. Ese estado mental sólo es posible cuando otras preocupaciones, como las horas de tráfico, las prisas, el cansancio, han desaparecido.</span><br /><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">****</span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">Los encuentros sin planeación ni horario fijo. Sean virtuales o presenciales, esa despreocupación les da un gusto distinto, una libertad, son encuentros que no están mutilados por la necesidad de volver, de llegar a tiempo, de contar las horas de sueño como un barómetro para el sufrimiento oficinesco al día siguiente.</span><br /><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">*****</span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">Una caminata larga a solas o en buena compañía, casi como una postal. Se puede perfectamente pasar la tarde caminando bajo un cielo cubierto de nubes. Pensando en nada, charlando, planeando el próximo capítulo, un cuento, un ensayo, una investigación nueva.</span><br /><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">******</span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">Leer, por supuesto, como no has leído en años. Sin fijarte en el reloj, hasta donde den el cuerpo, o la mente, o la trama de la novela. Leer con un café, un vino o nada. Leer libremente porque hay tiempo para todo. Porque el tiempo es largo.</span><br /><br /></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"> </span></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;">*******</span><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /><span style="font-size: large;">El asombro, la gratitud, al escuchar esa voz que te dice, al otro lado de la línea, de forma inesperada y azarosa, que es hora de volver a pensarlo todo, porque hay una oportunidad de trabajo...</span><br /></span></div><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-17214783826676568192021-07-30T11:57:00.002-05:002021-08-31T14:02:05.975-05:00La espuma de los días<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Hace tantos años que parece ya otra vida, ella le recomendó leer <i>La espuma de los días</i>.
Él tuvo siempre dudas para emprender la lectura: por una parte no podía
o no quería imaginar lo que encontraría en ese texto. Es que las
recomendaciones en pareja siempre tienden a leerse como mensaje
cifrado. Una recomendación así no surge del mero interés en que se lea el libro, sino de compartir lo que esa lectura significa, lo que
está más allá del lenguaje que usamos, lo que se esconde en palabras
ajenas. Por otra parte, ella se fue antes que él pudiera siquiera
conseguir la novela de Vian. No fue una sorpresa, él supo siempre que
ella se iría, pero cuando sucedió, le pareció
demasiado pronto. Así que leer <i>La espuma de los días </i>siempre le parecía inoportuno, tardío. Un mensaje que ya no podría descifrarse, un encuentro que ya jamás tendría lugar.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFQYe4iIKPQWR0P3PE1eCo4ma9lVXNbVsHmxX0dpPba_M8nxTsst9zsKAc8mvThaj0stKPumubVtMINgLlu-n2nPrHO3BFb04Snwv5GXqowg11-KKYoT9H0i8tkuKtUrwqo_v8/s2048/Espuma.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1508" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFQYe4iIKPQWR0P3PE1eCo4ma9lVXNbVsHmxX0dpPba_M8nxTsst9zsKAc8mvThaj0stKPumubVtMINgLlu-n2nPrHO3BFb04Snwv5GXqowg11-KKYoT9H0i8tkuKtUrwqo_v8/w472-h640/Espuma.jpg" width="472" /></a></div></span><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: small;">—Preciosa adaptación dirigida por Michel Gondry—</span></span><br /></div><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Aunque
la nostalgia y la tristeza siempre permanecen iguales, muchos años más tarde, al fin encontró el valor o la desesperación
que hacían falta. Acaso leer <i>La espuma de los días</i> era algo como
un intento final, fallido de antemano, por reconciliarse con el hecho
insoslayable de la ausencia. Porque al final de todo, los afectos no se
miden, y sería absurdo que lo hicieran, por su ausencia o su presencia.
Qué raro amor aquél que desapareciera al perderse de vista al objeto o
la persona amada. Y sin embargo, cosas así pasan todos los días. Hay
quien sólo se involucra con aquello que se ajusta a su voluntad o a su
deseo. Algo así pensaba él mientras abría el libro y pasaba las páginas
sin orden. ¿Qué relación entre la cercanía y el afecto? Ella se fue y es
todo. «<i>Las cosas cambian, las personas permanecen siempre iguales</i>»<i>, </i>
dice Vian. Y tiene razón, piensa él, nosotros seguimos los mismos,
habrá cambiado nuestra posición física en el espacio, las condiciones de
coexistencia, pero somos quienes somos. No podemos ser alguien más.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Termina de leer y piensa que, de haberlo leído entonces, cuando estaban cerca, habría sido incapaz de comprender a Boris Vian. Era preciso que esperara para leerlo. Porque las cosas cambian, aunque las personas no lo hagan. El mensaje o trama o sentido trágico de la <i>Espuma de los días </i>se encuentra sepultado por el registro surrealista en que está escrito. Eso puede verlo ahora y, si tuviera que decirlo en una frase, diría que la novela entera es una demostración clara y desesperada de que no importa qué tan lejos pretendamos fugarnos de la mutabilidad en el mundo, siempre habrá de alcanzarnos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQY9QpXan4ve5oToKqUo2lFfQtFeni64kJoN7jdhy-h_NmtaFwqdN4aYQdmuztv9lPTbCD3b1NpahQvjcMZXcv8Td3NMvuX6YWRVAUE89XYuEuZvWXo7SGWj84rZdd-HJujMNZ/s499/Espuma+1.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="325" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQY9QpXan4ve5oToKqUo2lFfQtFeni64kJoN7jdhy-h_NmtaFwqdN4aYQdmuztv9lPTbCD3b1NpahQvjcMZXcv8Td3NMvuX6YWRVAUE89XYuEuZvWXo7SGWj84rZdd-HJujMNZ/w416-h640/Espuma+1.jpg" width="416" /></a></div><br /><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">La novela empieza con una voluntad de luz arrolladora. A primera vista, aparece que es esa voluntad la que insufla al mundo de su luz, dándole una cualidad espumosa, casi tangible. El alma de los personajes es benevolencia que avasalla al mundo y se ejerce sin oposición. Como si la voluntad cambiara al mundo. Contrario a lo que pensamos en la realidad cotidiana, que el mundo hace mudar a nuestra voluntad. Así por ejemplo, el protagonista está decidido a amar y el universo cede: encuentra a Chloé, que parece una materialización de la luz conjurada por el deseo surreal de Colin. Todo es posible en un mundo así, desde pescar anguilas en la tubería hasta mirar la muerte en una pista de hielo como un hecho sin importancia. Incluso viajar sobre las nubes. Porque el personaje es amor y ese amor se impone al mundo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Sin embargo, y de forma gradual, la luz se va apartando de la existencia y todo ocurre como consecuencia de ese atardecer. Los sucesos son cada vez más sombríos y se siguen unos a otros sin tregua. Llegan a ser indeciblemente oscuros.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">La pregunta que tenemos que hacernos conforme a nuestra suposición original es si la luz se extingue porque los personajes han cambiado. Esto implica también la posibilidad inversa, es decir, que es el mundo el que ha cambiado, y la tragedia ocurre porque los personajes no se transforman en sintonía con la circunstancia. La duda misma es una sombra que parece salir de las páginas y echarse sobre nosotros. Acaso Colin y Chloé pudieron disfrutar su felicidad un rato porque, por una casualidad indecible, las cosas se encontraban en un estado idóneo para ello. Pero las cosas cambian y si el amor permanece igual, deviene en una trampa insoportable. Es posible que nuestro cuerpo sea una de esas cosas que cambian. Un objeto que no coincide del todo con la identidad. El cuerpo accidental, mutable, perecedero.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Le parece que la novela se configura en torno a esta última opción. Las cosas cambian, las personas permanecen. Colin, Chloé y todo el resto tienen las mismas ambiciones, gustos y expectativas, mientras los objetos a su alrededor se modifican. La cantidad de dinero disponible, por ejemplo, o el desarrollo natural de un nenúfar, capaz de cambiar su hábitat en consonancia con su inestabilidad objetiva. Es así que cuando lo que espero ya no es compatible con la configuración de la existencia material, lo pierdo todo aunque nunca haya poseído nada. Los personajes son como quienes mueren de nostalgia por querer encontrarse al sol en medio de la noche. La novela es eso: un anochecer que llega objetivamente, mientras los sujetos permanecen siempre dependientes de la luz.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Él piensa que su nostalgia y su ternura le hicieron más difícil todavía la lectura del último tramo de <i>La espuma de los días. </i>Con qué fuerza y necedad, piensa, nos queremos oponer a la llegada del ocaso y de la noche. Trabajamos incesantes y sin fruto en ello. Aunque la llegada de la oscuridad nos parezca inesperada e impensable, es una noticia que sabíamos de antemano, un acotencimiento que no puede negarse. Llegará la noche. La noche siempre ha estado aquí.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Terminada la novela, intenta imaginar un mundo en que lo opuesto fuera posible. Que las personas cambiaran al ritmo de la existencia. Que Chloé y Colin hubiesen disfrutado cada instante del ocaso hasta llegar a la tiniebla y ser felices también ahí. Su desgracia consiste en ese imposible aferrarse a la permanencia y la esperanza, esa desesperación que niega la posibilidad misma de felicidad o de sosiego.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Las personas permanecen iguales. Neciamente iguales. Cuando el amor enferma, exigimos que se comporte como antes. Cuando alguien se va, continuamos deseando su presencia. Así nos llenamos el corazón de ausencia y de tristeza. Las cosas cambian, nuestro cuerpo accidental está sujeto a las mismas reglas: cambia de lugar, se transforma, se extingue. Como todo el resto.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Llegado a este punto, no sabe bien qué es lo que quiere decir. Qué le diría a ella si estuviera ahí presente para comentar <i>La espuma de los días</i> con un café, una copa de vino y todo el resto. Quizá le diría que ahora entiende, después de todo este tiempo, que es preciso apreciar la luz cuando está presente. Que ahora lo entiende: a veces el mundo es fértil para sueños y deseos y felicidad, pero no siempre. Hay tiempos en que los objetos y los días se organizan a manera de espuma que materializa nuestros sueños. Pero la espuma es frágil y mutable, desaparecerá sin falta. Es posible, le díria, que nos conociéramos cuando la existencia no estaba en el punto de madurez necesario para que fuéramos posibles. Pedíamos luz ahí donde el amanecer aún no había llegado. Pero los objetos cambian, mientras las personas permanecemos iguales. Yo sigo el mismo, le diría, pensando en ti, en tus libros, en conversaciones que no tendrán lugar jamás. ¿Cómo descubrir si ha llegado al fin la luz que nos hará posibles? Y si esa luz existe, ¿estaremos desperdiciándola así, tan lejos? El día se acaba, seguirá el crepúsculo, la tiniebla. Quisiera encontrarte justo a tiempo, al amparo de la luz.<br /></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-73398030127262767572021-06-30T19:51:00.007-05:002021-07-04T12:56:51.412-05:00Julio Verne<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"></span></span></div><p> </p><p> </p><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Las minuciosidades, por exactas que sean, no constituyen una certeza, y se ha notado que generalmente la mentira se apoya en la precisión de los pormenores.</span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">—Julio Verne. <i>Los hijos del capitán Grant</i></span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> <br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div></blockquote><p> </p><p> </p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Hace más o menos un año que empecé con la tarea minuciosa y entretenida de leer, una a una, todas las novelas y las historias que escribiera Julio Verne, además de aquellas que se le atribuyen aunque no las haya escrito. La primera parte de este periplo en torno a la obra del escritor nativo de Nantes, me ha dado una impresión directa de relatos que hasta ahora conocía sólo de segunda mano. Así por ejemplo, <i>De la tierra a la luna</i> me era hasta el momento más familiar por las escenas del perdido filme de Méliès y sus ecos en otras obras como los viajes del Barón Munchausen y la maravillosa <i>Invención de Hugo Cabaret.</i> Nunca podrá decirse suficiente sobre el modo en que ese volver al origen de un mito, de una idea, devuelve la luz a lo que estaba opacado por el lugar común.</span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> Hace un par de semanas leí <i>Veinte mil leguas de viaje submarino,</i> y fue una experiencia un tanto extraña, confusa. El libro es maravilloso, sin duda, pero leerlo causó algo como el efecto Mandela en la memoria de mi vida. Pasaba las páginas y disfrutaba la trama sin ser capaz de decir a ciencia cierta si había leído antes esa novela. Con todo, le tengo un cariño especial y mientras leía, podía también reconocer esos ecos y referencias que me llegaron desde otras obras e historias pero, al mismo tiempo, había algo más, una sensación de familiaridad y de extrañeza, como venida de otra vida u otro plano existencial. Tuve que hacer una buena revisión a la biblioteca para determinar que nunca antes había poseído ni leído ese libro de Verne. Siempre había deseado leerlo, pero hasta ahí.</span></span></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUj-fWY4jBdyLbrVLqFFXMFWalTttCH_aosm2gMQ9RdjLhramXJikFegl3LgCbdbiFA_dAla6TYGtt-DH3MB2Yvq4hacfgTccB26iOnDWX5RYFYhcAUMBb2MyDeImXXABlhlrY/s2040/20210618_220030.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2040" data-original-width="1382" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUj-fWY4jBdyLbrVLqFFXMFWalTttCH_aosm2gMQ9RdjLhramXJikFegl3LgCbdbiFA_dAla6TYGtt-DH3MB2Yvq4hacfgTccB26iOnDWX5RYFYhcAUMBb2MyDeImXXABlhlrY/w434-h640/20210618_220030.jpg" width="434" /></a></div></span></span><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: inherit;">—El capitán Nemo listo para la batalla—</span></span><br /></div><span style="font-family: inherit;"></span></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Haciendo memoria, me di cuenta de que esa sensación de familiaridad incompleta con la trama, viene de la infancia. No sé qué año sería, pero entonces las películas las veíamos en formato Beta, y una tarde, un fin de semana, papá compró una película animada: <i>Veinte mil leguas de viaje submarino.</i> A pesar de mis mejores esfuerzos, no he podido conseguir esa versión animada, ni he podido determinar en qué año se produjo o quién la hizo. Pero pienso en esa película y, deformada por la memoria, entre brumas de pasado, es y siempre será una de mis favoritas. Por eso leer la novela me tocó tantas fibras sensibles. De la infancia, son <i>Veinte mil leguas de viaje submarino</i> y <i>La isla del tesoro,</i> los dos caminos por los que papá y mamá me llevaron de la mano a los libros, a quien ahora soy.</span></span></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> Quizá para ellos, para mi familia entera, esas dos historias de animación que anteceden en mi memoria a los libros, son detalles más bien inadvertidos. No sé si convertí <i>Veinte mil leguas</i> en una de esas obsesiones infantiles que uno insiste en ver una y otra vez. Probablemente no, porque acaparar el tiempo ante la televisión era, en esa época, un proceso más bien complicado, improbable. Pero las ganas de repetir estaban ahí y tengo en la memoria las figuras de Ned Land y el Nautilus, y aquél dibujo de un extraño pez unicornio tan inverosímil como plausible, el aterrador Narwhal.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> <br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> El caso es que esas animaciones, la de Stevenson y la de Verne, fueron los catalizadores para mis primeras ambiciones de lector. También era niño cuando papá llegó una tarde de la oficina con unos libros que había comprado para mí, parte de una colección de aventura y misterio que incluía en sus primeros títulos a Verne y a Stevenson. Fue así como leí <i>Viaje al centro de la tierra,</i> mi primer libro de Julio Verne. Y es hasta ahora, unos treinta años después, que al fin llegué a <i>Veinte mil leguas de viaje submarino.</i> Lectura que, por cierto, es parte de un ambicioso plan de leer todo lo escrito por Verne porque tuve la fortuna de hacerme con una colección completa de sus obras.</span></span></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinBMNprud7xa2rGy3YTAYJvfkIp2uqBq9kZsymgQ6Dmw7XarPJH7tYSJ1KvcmqLLizM_dJEmNu6QZIz8FWWauN2mPw3ZHPC_elYHM5cSCmuvddQhNswdeHo693zwUwVVvubEtL/s1862/20210618_220239.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1862" data-original-width="1222" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinBMNprud7xa2rGy3YTAYJvfkIp2uqBq9kZsymgQ6Dmw7XarPJH7tYSJ1KvcmqLLizM_dJEmNu6QZIz8FWWauN2mPw3ZHPC_elYHM5cSCmuvddQhNswdeHo693zwUwVVvubEtL/w420-h640/20210618_220239.jpg" width="420" /></a></div></span></span><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: inherit;">—La ruinas sumergidas de Atlantis—</span></span><br /></div><span style="font-family: inherit;"></span></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Así, entre lectura, memoria y nostalgia, recupero recuerdos de infancia y voy encontrándole respuesta a incógnitas siempre interesantes y que se nutren de la posibilidad. Siempre me he preguntado, por ejemplo, qué fue lo que hizo que papá decidiera regalarme esos libros maravillosos que me abrieron las puertas a otro mundo. Y me digo que quizá, él y mamá notaron cómo me emocionaban esos entretenimientos derivados de libros y pensaron que daría el salto.</span></span><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> Siempre se pregunta uno si sería el mismo o sería otra persona de no haberse encontrado con una influencia decisiva en la vida. Releyendo a Verne, me doy cuenta de que en sus páginas hay una obsesión lúdica por las palabras. Le gusta usar el nombre correcto y más simpático para las cosas. Por eso me es imposible pensar en <i>La casa de vapor</i> sin recordar otra época feliz, cuando la palabra «probóscido» deformada en «trompóscido» dio motivo a risas interminables junto al mar de Veracruz. Siempre me ha gustado también jugar con las palabras con alguna desconfianza, como si fueran al mismo tiempo lo que revela y lo que oculta.</span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> En <i>Veinte mil leguas,</i> sin ir más lejos, uno de los personajes es especialista en clasificación taxonómica de la fauna marina y sirve como enciclopedia que nombra a cada monstruo y lo ubica en su reino, familia y clase. Conocimientos de esos que suenan impresionantes porque implican un ejercicio prodigioso de memoria, pero no sirven para nada. El personaje sirve como ilustración y como contrapunto al formidable capitán Nemo, quien sabe aplicar y usar cada conocimiento, siempre ve más allá de lo formal y lo resuelve todo gracias a ello. Por eso, mientras leía esas páginas, pensé en escribir un ensayo en torno al simulacro del saber formal, una crítica severa al modo en que los conocimientos de recitación son puro escudo o pretexto para ocultar la ignorancia sobre el mundo real, el de los seres humanos. Y cómo, al mismo tiempo, esa ignorancia es lo que permite adaptarse al mundo, mientras que Nemo, tan cargado de auténtica sabiduría, es un misántropo que se hunde bajo la propia soberbia como si se tratase de un mito griego. Me parecía la metáfora más perfecta de muchas cosas y me estaba entusiasmando con la idea.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> En eso estaba, pensando en la escritura mientras leí la siguiente novela de Verne: <i>Viaje al rededor de la Luna.</i> Y como si hubiese adivinado las críticas y quisiera hacer saber al lector que sabía exactamente lo que estaba diciendo, Verne puso en boca de uno de los personajes la misma idea que yo había estado pensando. Michel Ardan, aventurero pragmático y simpático, señala una y otra vez que el saber de los eruditos vale de poco cuando se tiene un problema práctico, como ir camino a la Luna en el interior de una bala que ha perdido el rumbo. Lo dice precisamente un personaje que es más bien bromista, para que cada quien lo tome como quiera. Me quedé sin materia para mi sesudo ensayo porque Verne ya lo había dicho todo en unos renglones y de manera contundente. Maldito genio.</span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> Así, cada vez me convenzo más de que no hay desperdicio en las aventuras, los viajes extraordinarios y la ficción especulativa del gran Verne. Sus novelas van de un lado a otro, analizan con precisión todos los aspectos de cada una de sus ocurrencias y, sobre todo, alcanzan cada color del espectro dramático. Hay suicidas, terroristas, héroes, trágicos accidentes y felices coincidencias que se entrelazan maravillosamente con la ciencia para la cual sirven de pretexto.</span></span></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHcDffX0M4oI2xunE4OapCe3-BrX8fb6HMlerzXTSixtFPBTPA0DHVl8J65bOGAyub2ff_-LEuRJlqncPoSXCEVnNwN9eZcFbtwMDtpD9KxgSL8a6YzpJXpCC7oJx-JGhb9TL5/s1703/20210616_223538.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1703" data-original-width="1218" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHcDffX0M4oI2xunE4OapCe3-BrX8fb6HMlerzXTSixtFPBTPA0DHVl8J65bOGAyub2ff_-LEuRJlqncPoSXCEVnNwN9eZcFbtwMDtpD9KxgSL8a6YzpJXpCC7oJx-JGhb9TL5/w458-h640/20210616_223538.jpg" width="458" /></a></div></span></span><div style="text-align: center;"><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: medium;">—Ante el volcán submarino—</span></span></span><br /></div><span style="font-family: inherit;"></span></div><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">No sé qué clase de persona habría llegado a ser sin la intervención de papá y mamá y Julio Verne, pero me gusta ser este que soy. También por eso me gusta hacer mi propia ficción especulativa sobre el destino de mi colección de obras de Julio Verne. Acaso alguna vez la heredará un niño, un adulto, alguien que en esas páginas encontrará también la curiosidad, la duda, el drama y la obsesión interminable por saber un poco más, imaginar otro tanto y aplicarlo todo en la vida diaria. Esos libros serán para alguien que, en su momento, será también feliz, que acaso volverá la mirada como yo a los cuarenta y tantos, para reconocerse en lo que fue y sabrá que nada esencial ha cambiado, que niño o adulto, lo mejor que tenemos es nuestra capacidad para asombrarnos e inventar. Y para asombrarnos ante aquello que vamos inventando.</span></span><span style="font-family: inherit;"></span><br /><span style="font-family: inherit;"></span></div><p style="text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><br /><br /></span></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-33105189024603690692021-05-31T20:35:00.002-05:002021-05-31T20:35:53.760-05:00Dolor y ética<div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Cuando te miro, veo algo semejante a mí. Tu rostro suplanta el mío mientras hablamos. No puedo ver mi propio rostro.<br /></span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Hustvedt, Siri. <i>En la consulta.</i><br /></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"></span></p></blockquote><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">En las últimas semanas, he estado pasando en limpio los fragmentarios pero numerosos recuerdos que tengo del accidente que sufrí hace dos años, de la recuperación y sus secuelas. En aquellos tiempos en que andaba manco y escribía memorias de manco, me puse a leer <i>La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres</i> de Siri Hustvedt, una colección heterogénea de ensayos muy interesantes que produjo situaciones peculiares con distinguidas personas de la academia que consideraban que un hombre <i>no podía, no debía</i> tener ese libro entre las manos, ya no digamos, ponerse a leerlo. Con independencia de ese peculiar sectarismo y su discutible justificación, las reflexiones de Hustvedt me ayudaron a comprender sensaciones nuevas derivadas del accidente, proceso importantísimo, pues «la forma en que se cuenta la historia de una enfermedad determina de forma decisiva cómo se vive» (Hustvedt : 2017, 376).</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6tx0F8z1jv_g6UQElhcohl5O8svNbK2z9wLpKTHJRanbt3x02wNVGj0nDMWRYJUIgqxXEyZEvIlYExa7Ent85kGIgoOMo_61PDFfwdZzz15uB0n0j6Xkyp3hghpyg7gejegwH/s500/519RYPrKqzL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="289" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6tx0F8z1jv_g6UQElhcohl5O8svNbK2z9wLpKTHJRanbt3x02wNVGj0nDMWRYJUIgqxXEyZEvIlYExa7Ent85kGIgoOMo_61PDFfwdZzz15uB0n0j6Xkyp3hghpyg7gejegwH/w370-h640/519RYPrKqzL.jpg" width="370" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Por principio, me encantó compartir con la autora la obsesión kierkergaardiana. Además, en cada ensayo hay amplio espacio para la reflexión. Así por ejemplo Convertirse en otro me dio para darle otra vuelta a la ética de la compasión en Schopenhauer, una de las pocas posturas éticas que no pueden reducirse al egoísmo. Hustvedt asevera que «La investigación ha descubierto que los sinéstetas del tacto-espejo son más vulnerables a los límites imprecisos entre Yo y otro o a los cambios de identidad, y sienten más empatía por los otros. Ninguno de estos resultados parecen extraordinarios, pero es esencial entender que la ciencia no se libra de los marcos culturales, que su comprensión del cuerpo también se interpreta de acuerdo con ideas normativas» (Hustvedt : 2017, 239). De lo cual se deduce que si las percepciones se interpretan o se viven según ideas normativas o marcos culturales, contrario a la que opina Schopenhauer, <i>no existe ninguna causalidad que vincule a la compasión con la empatía.</i> La ética más convincente que he leído se tambalea.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> Durante las semanas que siguieron al accidente sentí algo que llamaré sinestesia exacerbada ante el dolor ajeno. Bastaba que una persona se diera un ligero golpe de paso contra la mesa, que sufriera un tropiezo o que llevase un moretón sobre la piel para que yo sintiera un escalofrío de dolor recorriéndome todo el cuerpo. Situación que contrastaba de manera escandalosa con el hecho de que apenas tuve dolores en el accidente y en la recuperación. Es decir que, por algún proceso consciente o no, suponer o adivinar un dolor ajeno sustituyó con creces la ausencia de lo que yo creí que debió haberme dolido mucho. Mi mente me hacía pagar una deuda de dolor. Lo recibí gustoso como una forma de entrenarme en la empatía. Hay que creer en el dolor ajeno. Pero también entendí que ese tipo de sensaciones explicaría el comportamiento de las personas que, antes que prestar ayuda a un accidentado, se desmayan de terror. Es decir, se apartan por compasión, por dolor compartido. He ahí cómo la compasión sólo lleva a la ética bajo algunos presupuestos culturales. Bajo otras determinaciones, la misma sensación no lleva a la dulzura sino al aislamiento, a la soledad o a la indiferencia fingida.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> El sistema de espejo hace presente en nuestra conciencia el sufrimiento de otras personas, sea que ese sufrimiento exista o sea imaginado por nosotros. Debido a un juego neuronal, a una determinación mecanicista, sentimos o imaginamos que sentimos en carne propia lo que sufre el otro. Cualquier otro. El sujeto ideal intentará mitigar ese dolor con algo de egoísmo: aliviar al otro es aliviarse a sí mismo. Pero hay una manera más directa, más sencilla: la persona sinésteta se aparta de los demás. Bastante tiene con su dolor como para, encima, vivir el de los demás. En este último caso, la empatía o compasión exasperada se vuelve contra sí misma, se convierte en pretexto para el aislamiento que, en cierta medida, causa también sufrimiento. Se huye del dolor hacia el dolor. Si dar consuelo es también recibirlo, negarlo implica hacernos daño. Supongo. Y volvemos a la molicie del egoísmo</span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-22121980533507507842021-04-30T12:00:00.008-05:002021-04-30T19:47:15.248-05:00Guardián de tu lecho de muerte<div style="text-align: right;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"></span></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">No podría soportar que en esa hora tú fueras sólo un recuerdo y estuvieras mezclada, y pertenecieras a un tiempo lejano y borroso que es nuestro nítido tiempo de ahora, porque es el recuerdo y el tiempo lejano y la mezcla lo que más detesto y lo que siempre he intentado rebajar y negar, y enterrar a medida que se iban formando, a medida que cada presente estimado y enaltecido dejaba de serlo para ser pasado, e iba siendo vencido por lo que no sé cómo llamar si no lo llamo su propia e impaciente posteridad o su no-ahora.</span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">—Javier Marías. <i>El hombre sentimental</i></span></span></div></blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">El otro día, mientras grabábamos el podcast sobre <i>La negación de la muerte</i> de Ernest Becker, cometí un equívoco de memoria que hasta el momento me sigue asombrando. Uno que me devuelve a otra época en la vida, cuando me atravesé por primera vez con <i>El hombre sentimental</i> de Javier Marías y andaba loco (más) por una chica (loca también) y escribía ensayos, versos y ficciones a propósito de todo esto, mezclándolo con Borges y con Baricco y con vaya uno a saber qué tantas cosas más.</span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyQ5k_ddgxi41MRqpaGH2VZoMM4EHSBxNhXYvWhuO1hXaS0csNrCoVdZsMWX9uuU37Stwa-VM1kyFRATC10BpAxMbwzz6hW9ZUWtglugagZ0uur2WDumFnsIjJQ0DdlM0yYz3-/s2048/91uRfKgKBiL.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1319" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyQ5k_ddgxi41MRqpaGH2VZoMM4EHSBxNhXYvWhuO1hXaS0csNrCoVdZsMWX9uuU37Stwa-VM1kyFRATC10BpAxMbwzz6hW9ZUWtglugagZ0uur2WDumFnsIjJQ0DdlM0yYz3-/w412-h640/91uRfKgKBiL.jpg" width="412" /></a></div> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">El caso es que mientras hablábamos de Becker, atribuí a Javier Marías un pensamiento que no le es propio. Becker tiene su explicación para errores como este: la transferencia. Por mi parte, supongo que se lo enjareté al tan admirado Marías porque: a) Me gusta tanto la idea que se la impongo a quien considero el mejor autor vivo en español, le guste o no; b) La idea estuvo en su momento inspirada por la lectura de El hombre sentimental y por esa chica por quien yo andaba loco y con quien aprendí que <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2017/05/lejana-cuando-ya-no-importe.html" target="_blank">el amor es también crueldad con uno mismo y con los demás,</a> por lo que es, en esencia, un acto de escritura interesante; c) Soy un narciso asqueroso que se engrandece sólo e insulta a su ídolo confundiéndose con él. Quien lea sabrá elegir cuál es la explicación correcta. En todo caso y por la razón que sea, aquí va la idea tal como fue escrita hace años por mí, no por Javier Marías. La pongo aquí para invitar al mundo entero a que lea a Javier Marías quien, a diferencia de mí, sabe escribir y lo hace mejor que nadie.</span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">«<span style="font-family: Playfair Display;">Soy el guardián y el profeta de tu lecho de muerte. Desde ahora conozco, espero y aguardo el momento de cerrar tus ojos o tomar tu mano y decirte adiós, encomendarte a todo eso en lo que no supimos ni sabremos nunca si creer o no. Esa es la única promesa de amor que tiene sentido: la de esperar y desear tu muerte antes que la mía, porque en ese modo acaso también te ahorre el sufrimiento que es quedarse atrás y haber perdido.</span></span></span><span style="font-family: Playfair Display;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Playfair Display;"><span style="font-size: x-large;"> Es un deseo hermoso, pero también es maldición; es un egoísmo puro porque si en ti existe o existirá siquiera una sombra de duda y no deseas lo mismo, mi muerte adelantada, te condeno a perder el resto de tus días a mi lado, a no verte libre para ir en pos del auténtico guardián de tu lecho de muerte y tenerle junto a ti en la última hora.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Playfair Display;"><span style="font-size: x-large;"> Aunque en el deseo de tu muerte o de la mía, de nuestra adelantada muerte mutua también hay algo como compasión porque si en el amor hay algo falso o no es bastante, por lo menos nos respetamos o nos queremos suficiente para desearnos una muerte feliz, sin desengaño. Porque si tú deseas que sea yo el guardián de tu lecho de muerte, ¿qué más da que lo sea realmente si estoy ahí cuando te haga falta? Acaso por estar ahí y desear tu muerte sin desengaño y por cerrar tus ojos o tomar tu mano llegue a ser lo que deseaste, lo que yo también quise ser. Y sólo en la última hora, en la muerte, el amor puede calificarse de falso y verdadero. En todo caso y aún así, ¿qué otra cosa es el amor sino desear tu muerte antes que la mía? Y una dosis idiota de engaño al pensar que por tu muerte me sacrifico yo, me inmolo en un sufrimiento que he de ahorrarte.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Playfair Display;"><span style="font-size: x-large;"> Pero de todo esto no quedará nada cuando en tu lecho del que fui guardián desde que te vi por primera vez, cuando en tu lecho de muerte no puedas reconocerme como fui o quisiste que fuera. Cuando me veas con ojos velados por una enfermedad que te roba la identidad y a mi también por consecuencia ante tus ojos. De todo mi amor, de nuestras palabras y deseos no quedará nada, ni la sombra de una ilusión. Precisamente por eso y a consecuencia de ese defecto oculto que quise y bendije sin saberlo, cuando deseé una vida contigo, nos salvaremos de morir juntos o separados, de guardar lechos de muerte o profetizarlos porque con la memoria desaparecerá también el espacio posible del desengaño, habrán desaparecido el sacrificio y la hipocresía.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Playfair Display;"><span style="font-size: x-large;"> De todas las muertes horribles y dolorosas que pudimos imaginar, acaso esta es la peor, la más dolorosa y cruel. La muerte sádica que inventó el autor miserable de estas líneas, o de mi vida o de mi sueño (que sin duda, sería yo mismo). Pero por eso, por lo que la hace horrible y dolorosa, es también la única muerte sincera, la única capaz de entregarnos un final feliz para la historia. Feliz porque ninguno queda y ninguno se sacrifica, ninguno engaña. Soy o seré capaz de escribir, o ya he escrito que en el último momento fui feliz porque tu olvido de mí preservó intacta la materia con que tejimos nuestros sueños. Porque de tu olvido depende que nunca llegara el desengaño y así se fue materializando al fin mi felicidad para cuando tú no estés, para cuando tu cuerpo haya sido como fuiste prematuramente en nuestra memoria. Y como aún serás, cuando por un misericordioso contagio de senilidad, mi mente empiece a perderle el rastro a tu recuerdo.»</span></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-47333832702523586542021-03-30T22:22:00.002-06:002021-03-30T22:22:42.564-06:00Merecido amor<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span><p> </p><p> </p><span style="font-size: x-large;"></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo al abismo, también este mira dentro de ti.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: large;">—Nietzsche, Friedrich.<i> Más allá del bien y del mal.</i></span></div></blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i></i></span><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i></i></span><br /></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">La cuestión me da vueltas hace tiempo. Volví a ella mientras intentaba escribir un cuento de pandemia que no llegó a cuajar. Recordé la época en que tuve una relación problemática. Era parte de una relación problemática, mejor dicho. Mi pareja —como tantas otras, como yo mismo— se empeñaba en hacerse daño de maneras cada vez más creativas e innovadoras. Ante algo así, uno se pregunta por qué lo hace, cómo es posible que alguien se lastime y nos lastime por ninguna razón aparente, explicable o decible. Suponemos que alguna razón existe y la buscamos. Pero se nos olvida que la suposición no es indicio de existencia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbSaAgaIM_yCWuXLDxdObX-PPVZP2dhKva1uz7VuxmFParFj7f8Q7WQGqUoYN5m6PB876NQ1jjVYDPHPxo2FmH-rRKdURgzbVdJ-WauXIesO1GBlUEfhcMHG0kT84ftk5gGVp6/s1272/Captura+de+Pantalla+2021-03-30+a+la%2528s%2529+13.45.47.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1272" data-original-width="852" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbSaAgaIM_yCWuXLDxdObX-PPVZP2dhKva1uz7VuxmFParFj7f8Q7WQGqUoYN5m6PB876NQ1jjVYDPHPxo2FmH-rRKdURgzbVdJ-WauXIesO1GBlUEfhcMHG0kT84ftk5gGVp6/w268-h400/Captura+de+Pantalla+2021-03-30+a+la%2528s%2529+13.45.47.png" width="268" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br />En ese contexto, una noche en que intentaba ahogar la disonancia cognitiva en whisky, ví <i>Las ventajas de ser invisible</i> queriendo algún pretexto para la inconsciencia. Me gustó y no, como todo lo que nos repite y replantea un dilema en el que estamos. Una de las líneas narrativas sigue al enamorado de la “chica perfecta” que ve a ésta liarse con tipos cada vez más destructivos y violentos mientras se niega a establecer una relación con él, por más que es claro que le interesa, que lo quiere. Acaso, piensa un inocente, ella lo protege de se modo, salva al enamorado de perderse en una relación con ella, que se sabe inestable. Esta posibilidad no me convence, pues si ella supiera con tal claridad que algo no anda bien, por eso mismo estaría camino a corregirlo, ¿o no? El enamorado lleva su duda ante un maestro que parece más humano o sensible o entendido: ¿Por qué ella prefiere estar con quienes la lastiman, le pegan? ¿Por qué escoge eso? El profesor sonríe con tristeza, acaso opina que todo es inexplicable y caótico, pero aventura una demoledora explicación: “a veces aceptamos el amor que creemos merecer”.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaUAmVCIUlqvGIMVVz88NdL3meFgYVdOUiqLBGDRkjDSAA3ow_v_ueWwKeL1eEaZQmF8hwNsvwBwe34mYGvqhcp6RChzG-BmItfdN8gKITN48I1TYOlDhU5U-1TLnu4wxyWxgN/s2048/MV5BZThjMmQ5YjktMTUyMC00MjljLWJmMTAtOWIzNDIzY2VhNzQ0XkEyXkFqcGdeQXVyMTAyNjg4NjE0._V1_.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1386" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaUAmVCIUlqvGIMVVz88NdL3meFgYVdOUiqLBGDRkjDSAA3ow_v_ueWwKeL1eEaZQmF8hwNsvwBwe34mYGvqhcp6RChzG-BmItfdN8gKITN48I1TYOlDhU5U-1TLnu4wxyWxgN/w271-h400/MV5BZThjMmQ5YjktMTUyMC00MjljLWJmMTAtOWIzNDIzY2VhNzQ0XkEyXkFqcGdeQXVyMTAyNjg4NjE0._V1_.jpg" width="271" /></a></span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">—Buen film, tengo pendiente leer la novela—</span><br /></div><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br />La frase me fascina porque a pesar de ser una afirmación y tener apariencia de respuesta, esconde una duda profunda, un llamado. Por una parte, el uso del creer desarticula la noción de que cada quien está donde merece o de que toda miseria es voluntaria. Ahí donde creemos merecer, no hay justicia ni mérito, ni voluntad. Es que uno no elige sus creencias por sólidos argumentos racionales y empíricos, sino porque son absurdas. Por otra parte, el uso del plural “aceptamos, creemos”, incluye al enamorado en el problema: si él se empeña en esa chica inestable, es porque cree que merece el rechazo y ver herirse a quien ama. Pocos dolores son tan acuciantes como ver sufrir a quien uno quiere y ser incapaz de mitigarlo. De este modo, la respuesta del profesor es un abismo y, a veces, cuando uno contempla e interroga al abismo, éste le devuelve la mirada y la pregunta.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /> El abismo es esa pregunta malsana “¿por qué?” y surge del hecho de que nos ha quedado claro que 1. Aceptamos lo que creemos merecer. 2. Aceptamos estos amores malsanos, dolorosos. 3. Se demuestra así que creemos merecer el dolor malsano. ¿Por qué? Responder sería acaso el camino para superar nuestra errónea creencia sin renunciar al afecto. No hace falta destruir sino la creencia, pues el amor malsano puede existir como tantas cosas y afectos que están ahí y no creemos merecer, que no aceptamos, tantas cosas a las que no otorgamos un lugar central en nuestra vida.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyhCOQBX5duo0irIHd5xfMocGS53DuYq3NhURwP5Gasd3cV4O6q7lmyL7FM_e0RuRswbTmKbsdiOBKtsrpcj_xafODMroOptrYGFVJa6pbKhCCjBa1omvHm8cQhZg-kSrs_Jiu/s1061/Chbosky.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1061" data-original-width="567" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyhCOQBX5duo0irIHd5xfMocGS53DuYq3NhURwP5Gasd3cV4O6q7lmyL7FM_e0RuRswbTmKbsdiOBKtsrpcj_xafODMroOptrYGFVJa6pbKhCCjBa1omvHm8cQhZg-kSrs_Jiu/w214-h400/Chbosky.png" width="214" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Este abismo, que tiene orígenes más complejos que haber visto una película basada en la novela de Stephen Chbosky, ayudó a cambiar mi manera de establecer vínculos no sólo en el amor, sino en la amistad y tantos otros espacios sociales. ¿Por qué crees que mereces esto o aquello? Puesto que, si lo aceptas, crees merecerlo. <i>Do not go gentle into that good night. Rage, rage against the dying of the light.</i> Dylan Thomas tenía toda la razón. Por eso, cada vez es más frecuente que intente señalar este camino a todo el mundo, decirles lo que me gustaría que alguien me hubiese dicho y pedirles como Dylan Thomas le pedía a su padre agonizante: <i>Curse, bless me now with your fierce tears, I pray.</i><br /> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> Es que ante ese abismo del por qué, sólo hay lugar para feraces lágrimas feroces. ¿Por qué crees que mereces alguien/algo así? es una pregunta equivalente a ¿por qué querrías algo/alguien así en tu vida? Algo que te daña, alguien que te lastima, manipula, que te tiene en este estado miserable. Sin darte cuenta que eres tú quien, por error y malentendido, sin culpa, sin justicia, ni mérito, cree que lo merece. Encuentra la raíz de tu fe y abjura de ella. Las lágrimas llegan porque estamos torcidos, confundidos y enderezarse duele.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /> Estamos torcidos porque casi siempre suponemos que nuestras razones morales coinciden con nuestras creencias morales. Sin embargo, cuando decimos “Yo (no) merezco esto”, no queremos decir lo mismo en razón y en creencia. Desde un punto de vista racional, uno muy bien puede opinar y estar convencido de que no merece esto. Por supuesto que si me presentan a alguien y me dicen “quiere una relación contigo, pero va a golpearte”, le rechazaría, pues no merezco eso. Este saber no arregla nada. Lo cierto es que la persona que sabe esto, no ve la luz y se aparta de una relación problemática. Esto se debe a que las creencias morales son más complejas y siempre surgen <i>in media res.</i> No dialogan con razones. Así se explica que uno responda “me quedo por amor”. Suena bonito, pero prueba que una creencia moral no dialoga con las razones: las ignora. Es que el mundo de la creencia moral es el absurdo, y ahí están amar y merecer. ¿Por qué creo esto? es una pregunta incontestable. Es otro abismo. Merezco porque amo. Amo porque merezco. En el mundo de la creencia, estas dos proposiciones son indistinguibles.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /> Aparece el fantasma de la libertad. Creo que lo merezco porque <i>quiero creerlo</i>. ¿Entonces es porque <i>quieres merecerlo</i>? La pregunta subsiste, ¿por qué? En el mundo del creer, la pregunta deja de buscar respuesta o explicación: evidencia la ausencia de respuestas y explicaciones. Demuestra que estamos en el mundo del absurdo. Si no puede esgrimirse un por qué, es porque toda creencia es contingente, podría ser de otra manera, y nada obliga a que siga siendo como es. Esto significa que no merecemos ni queremos de una vez y de una misma manera para siempre. No hay justicia, no hay mérito, no hay causa. “¿Por qué?” es otro modo de hundirnos en la subjetividad, en nuestra historia y juicios personales, que son pretexto de errores y elecciones tomadas a ciegas, confundiendo causa y accidente. Así entendemos que lo mismo le pasa a todo el mundo. Que todos estamos desamparados en el mundo del creer. Ninguna razón nos salva. Al contrario, la razón nos condena: las razones morales nos hacen creer que cada quien está donde quiere, donde merece, que elige a ojos abiertos y con la luz encendida su miseria. Cuando uno se pregunta por qué creemos tales idioteces, vuelve a contemplar el abismo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /> Y éste nos devuelve la mirada. Uno empieza a pensar en el abismo del por qué y sana, deja de aceptar el daño y de hacerlo porque, después de todo, nadie merece el daño, por más que creamos que es posible merecerlo. Por este camino se cumple el lema de Delfos, cada quien se conoce a sí mismo en fragilidad e imperfección, y reconoce que está indefenso ante la fe y que todos, en algún momento, por error, confusión o accidente, no sólo aceptamos el daño sino también, inevitablemente, lo causamos. Así, antes de entablar una relación, no dejo de preguntarme ¿por qué alguien creería merecer esta peligrosa y desesperada bolsa de huesos e imperfecciones que soy? ¿Qué problema puede tener para quererme en su vida?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /> Peleas con monstruos y te conviertes en uno de ellos. Miras al abismo y el abismo te devuelve la mirada. Te vas quedando solo porque parece la elección razonable, moralmente viable. Y vuelve la pregunta: ¿por qué crees que mereces la soledad? ¿Por qué querrías una vida sin afectos? Y vuelves a empezar. Es un abismo, no una respuesta, es un llamado a resistir, a llorar, a enfurecerse y rabiar contra la muerte de a luz, ¿no Dylan?</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Though wise men at their end know dark is right,</span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span><span style="font-size: x-large;"> Because their words had forked no lighting they</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Do not go gentle into that good night.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">...</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Curse, bless me now with your fierce tears, I pray</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Do not go gentle into that good night.</span><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Rage, rage, against the dying of the light.</span></span><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-40243060204169742352021-02-28T11:03:00.006-06:002021-02-28T11:50:24.300-06:00Lo mejor de la década (2011-2020)<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></div><blockquote><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Uno sólo debe hablar cuando no puede permanecer callado; y hablar sólo de aquello que ha conquistado.</span></span><br /></div><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">—Friederich W. Nietzsche</span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"> </span></span></p></blockquote><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Me parece un suspiro, pero ya han pasado otros diez años en franco y descarado romance con la lectura. Vuelvo la mirada a la infinitud de las listas, como dice Umberto Eco, y recupero el ejercicio de encontrar las joyas de este largo suspiro en el prolongado suicidio que es la vida. Pasados los cuarenta, veo que tenía razón <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2013/01/los-mejores-de-la-decada-2002-2011.html" target="_blank">cuando dije que </a>hacerse adulto es darse cuenta de que el tiempo se hace escaso y es preciso reservar cariñosamente unas horas diarias para la familia, los amigos, a quienes uno más quiere, incluyéndose. Como lector, eso significa asaltar de vez en vez a la jornada laboral, el transporte y cualquier otra actividad para dedicar el botín obtenido de preciosos minutos a los libros. Porque uno se enamora de los ellos cuando es niño y le sobra tiempo, mantenerse fiel a ellos es seguir apegado a ese estado idílico, inocente, feliz. Cuando el libro es sinónimo de esos héroes épicos de infancia que son papá y mamá. Los libros son una forma maravillosa de estirar la infancia con independencia de la edad. Como cualquier amistad, como el amor mismo, es preciso que la relación sea menos espontánea y mucho más seria cuando el tiempo se hace escaso. Llega una edad, en que es preciso comprometerse y jurar fidelidad a los libros y a uno mismo. Uno sabe que está en lo correcto cuando la tarea misma se hace ligera, por más pesada que parezca.</span></span><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"> </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"> Van las estadísticas de ley: Entre 2011 y 2020 leí mil y once libros, número que me hace pensar en un cuento de Michael Ende, con infinitas puertas. Con obsesión estadística pueden traducirse en 326, 253 páginas y afortunadamente no han aumentado las dioptrías. Pero sigue siendo verdad que hay una vida, un amor y una pérdida en cada uno de esos tomos, páginas y letras.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"> Celebro otra década de lector. Celebro que papá y mamá sigan siendo mis héroes épicos de toda la vida, que sean presencia en fantasma junto a cada uno de los libros y libreros que son mi hogar. Ofrezco esta lista con la esperanza de que invite a la lectura, como un mapa recién trazado por el explorador que ojalá sirva de guía a otros que vendrán después y tengan el gusto, la voluntad y el compromiso de emprender su camino.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"> <br /></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZNSGF15g11RTpdJ0BnHAEuCbzabZDNzZ060NBBeEXNnogg5_R-OFoeKyxXfakBqMzFzZH8D6BgXnZ-Y-PFqb8lmMhSCqU_eLJ6FRFUPTaI8ej87Tkagw1Rw3HAWCra7KhR6MB/s533/9788435009331_7d0db4ff2024b6d6dcec57e1529b1de6.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="533" data-original-width="480" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZNSGF15g11RTpdJ0BnHAEuCbzabZDNzZ060NBBeEXNnogg5_R-OFoeKyxXfakBqMzFzZH8D6BgXnZ-Y-PFqb8lmMhSCqU_eLJ6FRFUPTaI8ej87Tkagw1Rw3HAWCra7KhR6MB/w576-h640/9788435009331_7d0db4ff2024b6d6dcec57e1529b1de6.jpg" width="576" /></a></span></div><p></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: inherit;"></span><span style="font-family: inherit;">— ¿<a href="https://www.edhasa.es/libros/119/el-cuarteto-de-alejandria-estuche-obra-completa" target="_blank">Libro de la década</a>? Difícil... Con temor y temblor nomino a Durrell—</span></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></p><ol style="text-align: left;"><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Armstrong, Karen. <i>A History of God</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Barthes, Roland. <i>El placer del texto.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Camus, Albert. <i>El mito de Sísifo.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Cioran, E. M. <i>En las cimas de la desesperación.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Davidson, Andrew. <i>The Gargoyle.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Dick, Philipp K. <i>Do Androids Dream of Electric Sheep?</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Diderot, Denis de. <i>Jacques el fatalista.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Dumas, Alexandre. <i>El conde de Montecristo.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Durrell, Lawrence. <i>El cuarteto de Alejandría.</i> (1. Justine. 2. Balthazar. 3. Mountolive. 4. Clea).</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Elizondo, Salvador.<i> Farabeuf.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Fallada, Hans. <i>Alone in Berlin.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Gander, Forrest. <i>Como amigo.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Kerr, Philipp. <i>Una investigación filosófica.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Kerr, Philipp. <i>Prayer.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Keyes, Daniel. <i>Flowers for Algernon.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Kierkegaard, Søren.<i> O lo uno o lo otro.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Kundera, Milan. <i>La broma.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Kundera, Milan. <i>La identidad.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Kundera, Milan. <i>Jacques y su amo.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Kundera, Milan. <i>La insoportable levedad del ser.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Lemaitre, Pierre. <i>Iréne</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Lemaitre, Pierre. <i>Alex</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Ligotti, Thomas. <i>The Conspiracy Against the Human Race.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Lispector, Clarice.<i> La hora de la estrella.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Loridain-Ivens, Marceline. <i>Y tú no regresaste.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Manganelli, Giorgio. <i>Amore</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Marco Aurelio. <i>Meditaciones</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Marías, Javier. <i>Así empieza lo malo.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">McEwan, Ian. <i>Atonement</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Nabokov, Vladimir. <i>Lolita</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Nietzsche, Friedrich.<i> Así habló Zaratustra.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Onetti, Juan Carlos. <i>Cuando ya no importe.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Ramachandran, V. S. <i>Phantoms in the Brain.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Rein, Hans. <i>Final en Berlín.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Rilke, Rainer M. <i>Das Stunden Buch.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Scarry, Elaine. <i>The Body in Pain.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Schopenhauer, Arthur. <i>El mundo como voluntad y representación.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Shelley, Mary. <i>Frankenstein</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Stendhal. <i>Rojo y Negro.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Tavares, Gonçalo M. <i>Una niña está perdida en su siglo en busca de su padre.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Teller, Janne. <i>Nada</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Tolstoi, Lev. <i>La Sonata a Kreutzer.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Tolstoi, Lev. <i>Confesión</i>.</span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Vicens, Josefina. <i>Los años falsos.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Winterson, Jeanette. <i>The Passion.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Winterson, Jeanette. <i>Written on the Body.</i></span></span></li><li><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;">Wittgenstein, Ludwig. <i>Investigaciones filosóficas.</i></span></span></li></ol><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-66706489794774218882021-01-28T14:54:00.002-06:002021-01-28T14:54:42.206-06:00Estaciones 2020<div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>Este año también me cuesta escoger un libro que esté por encima de todo el resto. Estos que pongo en la cima de la lista tienen en común la lucha contra el prejuicio, la desgarradura entre la decisión y la inercia. Maravillosos. Ya lo he dicho antes, los libros, como los amigos, llegan a tiempo.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlFUj_fi-fn_1Lk3Vepnvgfawm8Jetg199fNOVKHBQNWz-3QcNynGUmuXBywzAVXag-nRTvg7qO5ZORn-K52X0rDGIVv8EenoYGfNG6GkEOJLM9zDK6hK8FeG1HZP4nyYypwff/s2048/717dztjBihL.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1286" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlFUj_fi-fn_1Lk3Vepnvgfawm8Jetg199fNOVKHBQNWz-3QcNynGUmuXBywzAVXag-nRTvg7qO5ZORn-K52X0rDGIVv8EenoYGfNG6GkEOJLM9zDK6hK8FeG1HZP4nyYypwff/w251-h400/717dztjBihL.jpg" width="251" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2DpPLnLuy5Tno8D5exaCZ8_HKfnTT1CyVFW3QPn3YE-iMXT100BTv0e6Qh3n4qE6lDCJlrWTXlW99NRp3Se5uFvtemrTy7HLLUb-1Nu1jOg9aEH9RTZBxXn6bUNz6q1v5DisZ/s2048/91%252BR8zxFvYL.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1326" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2DpPLnLuy5Tno8D5exaCZ8_HKfnTT1CyVFW3QPn3YE-iMXT100BTv0e6Qh3n4qE6lDCJlrWTXlW99NRp3Se5uFvtemrTy7HLLUb-1Nu1jOg9aEH9RTZBxXn6bUNz6q1v5DisZ/w259-h400/91%252BR8zxFvYL.jpg" width="259" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlFUj_fi-fn_1Lk3Vepnvgfawm8Jetg199fNOVKHBQNWz-3QcNynGUmuXBywzAVXag-nRTvg7qO5ZORn-K52X0rDGIVv8EenoYGfNG6GkEOJLM9zDK6hK8FeG1HZP4nyYypwff/s2048/717dztjBihL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a></span></span></div><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgH3JCOUc9CToRrPAilEEnQqhwQfy_wW_9lsS-22rR-NW0GyrIR_2timITrIwkPvYKV22hGGOTw26HUjU-5_0F4ygXtzGfGJJH-oAWJhNU6hNYd3b5ZXCNYj86OqHqBVrGgPq3m/s277/index.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="277" data-original-width="182" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgH3JCOUc9CToRrPAilEEnQqhwQfy_wW_9lsS-22rR-NW0GyrIR_2timITrIwkPvYKV22hGGOTw26HUjU-5_0F4ygXtzGfGJJH-oAWJhNU6hNYd3b5ZXCNYj86OqHqBVrGgPq3m/w263-h400/index.jpg" width="263" /></a></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /></span><span>Pocas cosas disfruto más que hablar de libros, y cuando se trata de libros memorables, me gusta más. Así que, a la manera de Maimónides y para los perplejos que todavía no saben qué leer a continuación, para los que entran a la librería sin una carta de navegación o a la biblioteca echando en falta un mapa, para los curiosos y amigos, aquí van las recomendaciones basadas en la experiencia lectora de 2020. Veintiséis bellas postales de un viaje entre 108 libros, que comparto con la esperanza de que sean pretexto de muchas y felices lecturas, conversaciones, amistades, encuentros...</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>1. <b>Arlt</b>, Roberto. <i>Los siete locos.</i> La <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2020/02/no-hay-mas-alla.html" target="_blank">clásica novela</a> de Arlt, imperdible. Sobre el fracaso y la degradación como forma de conquista en lo personal, en lo social, en lo ideal.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>2. <b>Arlt</b>, Roberto. <i>Los lanzallamas.</i> Segunda parte de los Siete locos en que asistimos al lento desmantelamiento de todos los ideales, sean de la naturaleza que sean.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>3. <b>Barker</b>, Clive. <i>Mister B. Gone.</i> Una novela fascinante que nos quiere convencer de que está poseída por un demonio que desea morir y constantemente nos invita a tirarla al fuego. Es una trampa, por supuesto, ¿no es el engaño naturaleza de los demonios? Acaso hay otra intención, acaso, el demonio es uno mismo.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>4. <b>Claudel</b>, Philippe. <i>Almas grises</i>. Es difícil describir esta desesperada novela de Claudel, sus personajes se vuelven memorables al retratar la existencia gris que somos: ni buenos ni malos, ni comprometidos ni desinteresados, atrapados siempre entre los extremos pero incapaces de dejar la tibieza. Una narrativa hermosa, poética y llena de matices. Sobre esta maravilla <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2020/08/im-in-it-but-its-empty-2.html" target="_blank">escribí aquí.</a></span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>5. <b>Houellebecq,</b> Michel. <i>La posibilidad de una isla.</i> Como lo escribí <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2020/06/imposibilidad-de-una-isla.html" target="_blank">hace unos meses,</a> regresé a este clásico de mi juventud con motivo de la pandemia porque “vivimos sin socorro, morimos desamparados”. Porque “No hay amor (no de verdad, no lo bastante).</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>6. <b>Kierkegaard</b>, Søren. <i>Discursos edificantes</i>. Acaso hago trampa al citar la magnífica edición de Trotta como un único título cuando estos discursos fueron publicados por separado y poco a poco. Lo cierto es que estos discursos no tienen desperdicio, con independencia de que se crea o no en el Evangelio, las meditaciones de Kierkegaard en torno a <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2019/12/etapas-en-el-camino-de-la-vida-4.html" target="_blank">sus palabras nos devuelven siempre a la existencia, a nosotros mismos.</a></span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>7. <b>Marsé,</b> Juan.<i> Rabos de lagartija</i>. Sobre esta triste historia de infancia, ilusiones y miseria escribí en su momento una pequeña reseña que puede encontrarse <a href="https://yonosevivir.blogspot.com/2020/04/rabos-de-lagartija.html" target="_blank">aquí</a>.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>8. <b>Matheson,</b> Richard. <i>I am Legend.</i> La seminal novela de vampiros que dio origen a la película de Charlton Heston y a la de Will Smith. Otra lectura muy indicada en pandemia, pero cuyo mensaje central es un llamado a la empatía: es preciso pensar en los demás, entenderlos, estirar la mano hacia el otro. De otra manera, somos leyenda, infame leyenda.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>9. <b>Pullman,</b> Philip. <i>Daemon Voices. Essays on Storytelling.</i> Este volumen recoge varios ensayos del autor de la maravillosa trilogía <i>His Dark Materials </i>en torno no sólo a su propia escritura, sino también a la ficción y la poesía, una carta de amor a Milton, a Blake y, sobre todo, a la ficción que es algo más que entretenimiento, que nos revela ante nosotros mismos, como dirían Kierkegaard y Winterson.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>10. <b>Sacks,</b> Oliver. <i>Seeing Voices.</i> En esta memoria sobre su experiencia con el lenguaje a señas y el mundo de los sordo mudos, Sacks nos demuestra que el lenguaje que damos por sentado o por normal es también una barrera, un límite y un modo de exclusión. Los límites de mi lenguaje son las fronteras de mi mundo, decía Wittgenstein. Sacks nos invita a ampliar derribar los límites y ampliar esas fronteras destruyendo.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>11.<b> Sapolski,</b> Robert M. <i>Behave. The Biology of Humans at Our Best and Worst.</i> Un excelente estudio científico y filosófico sobre las causas y razones que determinan nuestra conducta, desde la biología, la evolución, al psicología, la filosofía moral y todo el resto. Nos demuestra que, en su complejidad, resulta imposible explicarnos, pero acaso vamos camino a entendernos.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>12. <b>Tolstoi,</b> Lev. <i>El camino de la vida.</i> Los de Acantilado publicaron por primera vez en español esta obra final de Tolstoi, una obra que pretende ser universal al explorar todos los aspectos que nos dan ser como individuos, como esperanza y sueño. Escribí más largo sobre él<a href="https://yonosevivir.blogspot.com/2020/05/etapas-en-el-camino-de-la-vida-5-tolstoi.html" target="_blank"> aquí.</a></span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>13. <b>Westover</b>, Tara. <i>Educated. A Memoir.</i> Los recuerdos de una chica educada primero en el sectarismo y la violencia familiar. Educada después por la experiencia en la universidad y en el mundo. Y la desgarradura emocional, identitaria que viene de juzgar la propia experiencia desde ambas perspectivas sin posibilidad de coherencia o reconciliación.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>14. <b>Williamson</b>, Timothy. <i>La filosofía de la filosofía.</i> Una esclarecedora mirada a los límites y extravíos de la filosofía moderna que desmitifica sus métodos, aspiraciones y presupuestos en busca de regresar la filosofía a su originaria inspiración: la vida.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>15.<b> Winterson,</b> Jeanette. <i>Art and Lies.</i> Una novela poética, visionaria y cruda construida desde varias perspectivas, personas que se unen y se pierden atadas por el hilo conductor del arte y la desgracia. La música, la pintura, la poesía y el dolor retratados en la poética narrativa de la autora.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>16. <b>Winterson, </b>Jeanette. <i>Written on the Body.</i> No me canso de leer y recomendar este libro. La lectura definitiva sobre el amor, la pasión, la identidad, la poesía y la vida. En la desesperación absoluta de la pasión, el lenguaje es un instrumento oscuro, y es preciso inventarlo todo otra vez.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>17. <b>Zizek</b>, Slavoj. <i>Like a Thief in Broad Daylight.</i> Un texto híbrido como todos los de su autor, que lo mismo celebra que problematiza cada aspecto del mundo moderno. En este caso desmitifica las ideas de progreso, revolución, izquierdas, derechas y futuro para obligarnos a mirar, sin tapujos, el presente que estamos destruyendo.</span><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>Aunque en esta lista me he permitido algunas reiteraciones de lecturas pasadas y memorables, he escogido no incluir otras varias que ya antes he celebrado. Pero no dejo de mencionarlas:</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span> </span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>18. <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2013/08/tolstoi-sonata-kreutzer.html" target="_blank"><i>La sonata a Kreutzer</i></a> de Tolstoi.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>19. <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2019/03/fijarse-en-aquella-cara.html" target="_blank"><i>Una niña está perdida en su siglo en busca de su padre</i></a> de Gonçalo M. Tavares.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>20. <i>Nada</i> de Jane Teller.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>21. <a href="http://yonosevivir.blogspot.com/2020/09/farabeuf-recuerdas.html" target="_blank"><i>Farabeuf</i></a> de Salvador Elizondo.</span></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span>22-26. Las obras de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nassim_Taleb" target="_blank">Nassim Nicholas Taleb</a>.</span><br /></span></span></div><p style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: inherit;"><span><br /><br /><br /></span></span></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-66914438390499851462020-12-29T23:24:00.001-06:002020-12-29T23:24:53.635-06:00Pulvis et umbra sumus<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Por lo general, me cuesta trabajo sentarme a escribir, pero esa sensación de dificultad se vuelve siempre más aguda cuando se trata de la entrada al blog en Diciembre. Quizá porque es una época en que desboco mis ganas de escribir en formas más personales y directas, enviándole unas lineas a las personas importantes. Personas así, hay siempre menos de las que uno quisiera, pero también siempre más de las que merezco.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><br /> En todo caso, esta época coincide también, desde hace ya muchos años, con mis vacaciones laborales. Así que las últimas semanas del año son siempre sinónimo de abandonar el auto y caminar o usar el metro para todo lo que haga falta. Creo, aunque no puedo citar evidencia al respecto, que si alguna buena idea se me ha ocurrido en la vida, ha sido mientras caminaba por la ciudad, casi siempre de noche. Cuando me encuentro de camino hacia algún lado. Acaso tiene algo que ver ahí la amnesia de umbral. Estar de camino significa no haber atravesado una puerta que me hace comportarme de un modo determinado, con expectativas. Cosas así. Estar en tránsito es en algún modo ser también libre. Así que este año ando parco de ideas, porque no es ideal hacer largas caminatas, ni ir a cualquier sitio, ni usar el metro, ni nada.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><br /> Por lo que decidí escribir estas líneas sobre por qué no quiero escribir estas líneas. Pensé en describir el proceso de procastinación al que me condena acercarme al teclado. Pero pronto me di cuenta de que apenas empezaba a escribirlo, prefería vivirlo y me apartaba del teclado. El tema de la amnesia del umbral me sigue dando vueltas en la cabeza, eso sí. La manera en que toda nuestra personalidad se transforma cuando entramos a un espacio familiar, conocido, donde siempre nos hemos comportado de manera similar, o en que estamos siempre en la misma compañía, ante los mismos estímulos. El espacio nos influye. De manera que en estos meses en que hemos tenido que aprender a redefinir el espacio que habitamos, todos hemos sido presa de una neurosis un tanto aterradora. Sin voces del exterior que opaquen nuestros demonios, éstos se brincan las trancas.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><br /> Por otro lado, a veces basta cruzar el mismo umbral de siempre para encontrarse en otro mundo. Volver a donde uno fue feliz con quien fue feliz. Como en tango de Gardel. Como en una película cursi de encuentros y desencuentros. Hay quien me llama cursi y anticuado porque me gusta Rilke, pero ahí va una traducción improvisada, porque Rilke sabe lo que se siente.<br /><br /></span></span></p><p style="margin-left: 80px; text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Dios habla con cada uno, mientras le hace;</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">después y en silencio lo extrae de la noche.</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Pero sus palabras, antes que cada cual comience,</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">sus nimbadas palabras son:</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;"></span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Exíliate de tus sentidos,</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">llega al borde de tu anhelo</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">y así cobíjame.</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;"></span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Arde como incendio tras las cosas,</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">para que tus sombras se alarguen</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">y me cubran siempre.</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;"></span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Deja que todo te suceda: belleza y terror</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Siempre adelante: ninguna emoción es desenlace.</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">No permitas que nos apartemos.</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Cerca esta esa tierra</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">que llaman vida.</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Conócela</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">en toda su gravedad.</span></span></span><br /><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;">Dame la mano.</span></span></span><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Playfair Display;"></span></span></span><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></span><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7BxBOqkQTS57lTmpCga95rT0zmUH0SzngmhtflmLLTOdPY8JxgwAGf95LC_vKXqbURpJ0VgiyhNJJZcxStP3ReGDQbdbHvXc3_uXAH_8z9-hvaWm9LliGnvmB9wFNLOspK4Gf/s750/LaTour%252C+Georges--San+Jero%25CC%2581nimo+leyendo.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="750" data-original-width="561" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7BxBOqkQTS57lTmpCga95rT0zmUH0SzngmhtflmLLTOdPY8JxgwAGf95LC_vKXqbURpJ0VgiyhNJJZcxStP3ReGDQbdbHvXc3_uXAH_8z9-hvaWm9LliGnvmB9wFNLOspK4Gf/w478-h640/LaTour%252C+Georges--San+Jero%25CC%2581nimo+leyendo.JPG" width="478" /></a><br /></span></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"><i><span style="font-size: medium;">—</span></i><span style="font-size: medium;">De La Tour, Georges. </span><i><span style="font-size: medium;">San Jerónimo leyendo (1621-23)—</span></i><br /></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-size: x-large;">Me encantan estas palabras que Rilke le atribuye a Dios, que son una bienvenida y una despedida. Dichas en el momento preciso en que se cruza el umbral y se asume un modo de existencia transitorio. Las recuerdo a menudo. Se dicen y se escriben en apenas un instante, y ese instante quedará inmediatamente sepultado en la eternidad. La vida es umbral. El instante es umbral. Cada encuentro es bienvenida y despedida. También esto será olvido. Pero hasta entonces, cobijémonos con toda la gravedad de la vida, hasta el borde de nuestro anhelo.</span><br /></span><br /><br /></p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-91236158089518390912020-11-30T17:46:00.002-06:002020-11-30T18:01:21.865-06:00Il n'eut plus son ange<div style="text-align: justify;"><blockquote><span style="font-size: x-large;"><br />Elévate tras las cosas como llama / que tu sombra se desenvuelva / cúbreme siempre por entero<br /><br />Hinter den Dinge wachse als Brand / dass ihre Schatten ausgespannt / immer mich ganz bedecken<br /></span></blockquote></div><div style="text-align: right;"><blockquote><span style="font-size: x-large;">—Rilke R. M. <i>Stundenbuch</i>.</span></blockquote></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: x-large;"> </span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: x-large;">Con que fuese sólo un tanto más supersticioso, diría que hay libros que proyectan largas sombras, <i>haunted books.</i> Volví a leer <i>La sonata a Kreutzer</i>
de Tolstoi y soñé contigo como la primera vez. Una semana después
discutí largo rato sobre el libro. Esa noche de nuevo tu llama se
encendió detrás del mundo, proyectando largas sombras que me cubrieron
por entero. Soñé que te escribía una carta. La última. Acaso lo haré
pronto. Ya veremos. No soy supersticioso.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: x-large;"> </span> <br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgjL0kjXExsTZwh6dHFLzhi44e4SneVhlEbskblMlMh0kXq4ZCk2w1ZGyCrev56508ab9upFKHJl7UTAy4M3q3zlb9aOBYQVTwq_mzwW-QBUyhotbNZjGBJVZIhFVOJBnGL1VO/s2048/La_Tour.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1739" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgjL0kjXExsTZwh6dHFLzhi44e4SneVhlEbskblMlMh0kXq4ZCk2w1ZGyCrev56508ab9upFKHJl7UTAy4M3q3zlb9aOBYQVTwq_mzwW-QBUyhotbNZjGBJVZIhFVOJBnGL1VO/w544-h640/La_Tour.jpg" width="544" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><span style="font-size: medium;"> —Georges de La Tour. <i>José el Carpintero </i>(1645). Musée du Louvre—</span></span><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Supersticiones y sombras a parte —o encima— recuerdo que en la casa de Victor Hugo, la de Place des Vosges en París, hay un cuarto oscuro donde la única luz se posa sobre una distante y diminuta calavera. Acaso fuera una exposición temporal que tuve la suerte de ver porque no me imagino a Hugo obligando a sus visitas a pasar por la tenebrosa habitación, vaya uno a saber. Es que hasta donde me da la memoria, uno tiene que pasar por esa habitación para llegar al estudio donde exhiben los manuscritos y primeras ediciones de <i>Los miserables</i> en vitrina. Aunque tampoco me sorprendería la presencia de ese <i>memento mori</i> permanente en una habitación de un tipo genial como Hugo, siempre consciente de que ninguna pasión es pura.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKuYK-cwZPxCJpzoqKZoGCTo0OyWXgmu8Y22UzfDW8MUx9oWcojpzyOXWayUwFDYKDJ21xCA8SKPAfRtfDFYbGdu7e6u34kaV-uEUGdjMewLKLxLu8v21XTFIt_KwZQKVEN4P5/s1991/Hugo.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1991" data-original-width="1969" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKuYK-cwZPxCJpzoqKZoGCTo0OyWXgmu8Y22UzfDW8MUx9oWcojpzyOXWayUwFDYKDJ21xCA8SKPAfRtfDFYbGdu7e6u34kaV-uEUGdjMewLKLxLu8v21XTFIt_KwZQKVEN4P5/w632-h640/Hugo.png" width="632" /></a> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Para ejemplo basta recordar que una de tantas escenas memorables en la gran obra de Hugo ocurre al principio de <i>Saint Denis</i>; es decir, la cuarta parte de <i>Los miserables</i>. En el episodio titulado <i>La casa secreta</i>, nos encontramos otra vez con Valjean y Cosette después de una larga ausencia en que vivieron al amparo de los muros de un convento. Encontramos a Valjean viviendo con su hija adoptiva en una casa de la rue Plumet y se nos explica por qué dejaron atrás la seguridad del convento donde Valjean era tan feliz que no podía tener la consciencia tranquila.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br />Nada hacía tan feliz a Valjean como tener a Cosette a su lado, con la certeza de que era suya y nada ni nadie podría apartarla de él. Es esta última parte la que echa sombra sobre la felicidad contaminándola. Sin duda, Valjean siente un afecto paternal por Cosette, pero su amor no es únicamente paternal. Al contrario, tiene otros confusos componentes que ya antes nos ha explicado el narrador: su amor es el de un hombre bueno, sin esposa y que estuvo preso durante diecinueve años. Esta prolongada e involuntaria castidad echa sombra sobre el amor de Jean Valjean sin corromperlo. No obstante, perturba su consciencia.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br />De pronto el amor, por puro y desinteresado que sea, se enturbia con ánimo de apropiación: “era suya y nada ni nadie podría apartarla de él”. Cuando la felicidad está emparentada con el amor y éste a su vez con la ambición o la propiedad, todo se tuerce y enturbia. Por eso Valjean se pregunta si su felicidad no estará construida a costa de apropiarse sin derecho de Cosette, robándole así toda felicidad posible, desvalijándola como ratero a media noche, sin que ella pueda saber que algo le falta sino hasta muy tarde, cuando ya la pérdida sea irreparable. Es que él se retiró o huyó del mundo tras conocerlo plenamente, después de vivir en él como pobre, convicto, millonario y prófugo. Cosette en cambio estaba encerrada en el convento sin conocer apenas otra forma de vida, sin una elección consciente, sino a consecuencia de su vínculo con Valjean. Aprovecharse de esa inocencia, piensa Valjean, es privarla de todo aquello que nos hace humanos. Para ser libres es preciso escoger y una elección a ciegas es sólo simulacro. Así, la felicidad de Valjean en el convento sólo puede prolongarse si causa a Cosette un daño irreparable. Para que su amor le haga feliz, Valjean necesita traicionarlo. Como auténtico héroe de la resignación infinita, Valjean prefiere renunciar a su felicidad para permitir que Cosette pueda vivir tanto como sea posible y entonces decida si quiere o no quedarse cerca de su azaroso padre adoptivo. Por eso sale del convento, por eso viven en la rue Plumet. <br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br />No sé si el resultado de esta decisión puede considerarse un éxito. Cosette vive y se casa con Marius, pero no deja de amar a Valjean. Sin embargo, éste decide otra vez apartarse por bien de la niña. Además hay un malentendido con Marius y el viejo héroe apenas sobrevive en un sótano, enfermo y solo. Cosette ni siquiera entiende por qué su padre está lejos, ella no deja de buscarlo y quererlo cerca. He ahí otra forma en que se enturbia todo porque los que aman privan de decisión a la supuesta amada. Quizá por eso Valjean no vuelve a ver a Cosette hasta la última hora. <i>Omnes vulnerant postuma necat</i>. La narración nos dice que Valjean muere feliz en ese breve encuentro, pero su epitafio cuenta otra historia:<i> Il vivait. Il mourut quand il n'eut plus son ange; La chose simplement d'elle-même arriva, Comme la nuit se fait lorsque le jour s'en va.</i><br /> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Esta complejidad en el amor de Valjean y Cosette también me persigue como un mal encantamiento, cuyo conjuro fuera ese epitafio. Es que acaso la única prueba de amor es hacer como Valjean. Amar es apartarse poco a poco de forma natural hasta morir como la noche llega al terminar el día. Amar es descender al crepúsculo de un sótano apenas iluminado por el recuerdo y morir de nostalgia. El amor es como una rabia en que el paciente no puede sino huir y rechazar aquello que podría curarle. Acaso Kierkegaard estaría de acuerdo en que Valjean es el caballero de la resignación infinita, cuya pasión es paradoja y desesperación. Carecer de esperanza es la clave paradójica de una existencia bien vivida. Escoger la nada por ninguna razón, desde la propia e indecible desesperación. Reconocer que estamos separados por el universo entero. Cuando ardemos con mayor intensidad, son más largas y oscuras las sombras que proyectamos en la vida del otro. Para amarles, es indispensable ya no tener a nuestros ángeles.<br /><br />Quizá escriba una última carta en imitación de Valjean. Acaso sea en imitación a Rilke y no sea la última. No soy supersticioso.<br /><br /></span><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">Lass nicht von mir trennen</span><br /><span style="font-size: x-large;">Nah ist das Land </span><br /><span style="font-size: x-large;">das sie das Leben nennen</span><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><br /><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-78456987255055545162020-10-31T00:06:00.004-06:002020-10-31T13:53:00.261-06:00Siempre demasiado tarde<div style="text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Demasiado tarde mis ojos se abrieron a la luz... demasiado tarde conocí el arrepentimiento, demasiado tarde conocí la caridad, demasiado tarde, en fin, comprendí esas palabras divinas de aquel a quien ultrajé, esas palabras que deberían ser la ley de la humanidad toda entera: amaos los unos a los otros.<br /></span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Eugène Sue. <i>El judío errante.</i></span></p></blockquote><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><i></i><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><br />De acuerdo con la leyenda, Cristo caminaba rumbo al Gólgota con su cruz a cuestas cuando se detuvo ante la puerta de un zapatero judío que trabajaba en su banco de piedra. Jesús le pidió prestado el banco para descansar un instante y el zapatero se negó; camina, le dijo al condenado, camina. En una reacción bastante poco característica, el crucificado castigó esta crueldad del zapatero condenándolo a caminar sin descanso hasta el fin de los tiempos: <i>“Y tú caminarás sin cesar hasta la redención; así lo quiere el Señor que está en los cielos”</i>.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> <br /></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiPj0QHpTwiM7gSKQs04nKAC-Yhr8LxE195fKp5ndbIXHNIrdxIt21B-xBdQ5dll9l2037NBlIFiRrbm6eQPvhSZ-bxaAeCnaSdJsQc4-AWZk5JzubC2qL_UEhgKaE-fryVJs0/s700/Judi%25CC%2581o.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="512" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiPj0QHpTwiM7gSKQs04nKAC-Yhr8LxE195fKp5ndbIXHNIrdxIt21B-xBdQ5dll9l2037NBlIFiRrbm6eQPvhSZ-bxaAeCnaSdJsQc4-AWZk5JzubC2qL_UEhgKaE-fryVJs0/w468-h640/Judi%25CC%2581o.jpg" width="468" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">— <i>La leyenda del judío errante.</i> Gustave Doré (1856) —</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"> </span><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /><span style="font-size: x-large;">En la versión de Eugène Sue, la crueldad del zapatero se explica porque se trata de un hombre cansado, agobiado por las desgracias de la pobreza, la crueldad de los romanos, del trabajo, la explotación y la vida familiar menos que armónica. El castigo que, desde una visión canónica de la figura de Cristo, ya parece desmedido y poco característico, se vuelve así una acción alevosa y hasta salvaje, similar a la de esas hadas y brujos que tendían celadas a los campesinos pidiendo caridad y maldiciendo a quienes no estaban de ánimos para cumplirles el capricho de aquello que podían obtener con magia. Por lo demás, la maldición del Judío Errante no se limita a la vida eterna en marcha sin descanso. Eso sería muy poco. Resulta que encima, por ahí por donde pasa el condenado, se desata la peste del cólera.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span><br /><span style="font-size: x-large;">La desmedida crueldad inútil que ejerce un ser todopoderoso sobre personas normales con indiferencia plena hacia sus luchas existenciales y sus irremediables sufrimientos ilustra con claridad lo que el autor pensaba sobre el uso y abuso de la doctrina cristiana en su época. Se ensaña maravillosamente con los jesuitas porque, si hacemos caso de la investigación de Sue, quien cita fuentes, textos y demás evidencias hisotoriográficas, fueron ellos quienes inventaron todos los mecanismos que siglos después, tendemos a identificar con regímenes totalitarios como los de la Unión Soviética y la Alemania Nazi: la dominación ideológica a través de la manipulación, la vigilancia, la policía secreta, el chantaje y la delación. La crítica de Sue nos hace ver que <i>cualquier ideología </i>puede convertirse en totalitarismo, si se aplican los métodos adecuados, si los ideólogos están dispuestos. <i>Cualquier ideología</i> que exige sujetos dóciles como cadáveres, que no cuestionan, que no ponen en duda sus propios principios, termina en lo mismo. Y el pretexto puede ser tan contrario al método como el mensaje central del cristianismo: amaos los unos a los otros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span><br /><span style="font-size: x-large;">La novela fue incluida en el infame <i>Index liberorum prohibitorum,</i> señal casi inequívoca de que Sue se acercaba peligrosamente a una verdad incómoda: la fe ciega hace pensar que el fin justifica los medios, que cualquier acción empleada en nombre de una ideología bella, se encuentra por consecuencia justificada. Y que para cuando los ideólogos, los zealotes y los creyentes se dan cuenta de la traición que cometen respecto del mensaje en el que creen, es siempre demasiado tarde.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span><br /><span style="font-size: x-large;">La trama sigue a los descendientes del Judío Errante, quienes tienen derecho a una herencia de riquezas fabulosas gracias a los buenos oficios y la intervención del inmortal en los asuntos familiares. Los jesuitas emplean todos los medios y trampas a su disposición para apoderarse de esa herencia. Sus métodos nos son extrañamente familiares; así por ejemplo, consiguen encerrar en un manicomio a una de las herederas porque, de acuerdo con la sociedad de su tiempo, que una mujer quiera vivir en casa propia y sin marido, era señal incontestable de inestabilidad mental. Situación a la que sigue un giro más aterrador si se puede imaginar, digno de una novela de horror psicológico a la Pierre Lemaitre. Acciones así de horrorosas y otras peores, se emprenden, por supuesto, en nombre de la caridad cristiana y el amor al prójimo. En cuestiones como esta, la novela de Sue trata problemas contemporáneos de manera centrada y clara. No sé si interpretarlo como que Sue estaba iluminado y adelantado a su tiempo, o si es que no hemos avanzado un ápice en este pinche mundo. Como sea, también preconiza un recurso literario muy celebrado en nuestros tiempos: el giro inesperado. Cosa que no ocurre una, sino dos veces en la trama. Y ambas, de manera magistral, soberbia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span><br /><span style="font-size: x-large;">Me resisto a revelar los dos giros inesperados y soberbios en la historia. Pero ambos ilustran que Eugène Sue tenía una visión del mundo acabada y digna de contarse entre los desesperados más influyentes como Zapffe, David Benatar, Thomas Ligotti y Schopenhauer. En el Judío Errante, Sue nos propone la muerte como horizonte de interpretación. Ante el hecho de la muerte, toda empresa humana resulta superflua y esto significa que <i>ningún sacrificio, ninguna crueldad, ningún daño al prójimo está justificado,</i> con independencia de la ideología en que quiera escudarse. Por otro lado, si la vida es un caminar sin rumbo <i>hasta la redención,</i> no hay alivio ni paz, sino en la muerte. La muerte es la redención. Esto se debe a que nuestra existencia está cercada por la <i>imposibilidad material de vivir sin ceder.</i> Su personaje inmortal esparce la muerte a su paso, los mortales multiplican la desgracia. Para vivir hay que ceder y es preciso comprometerse: los jesuitas traicionan el mandamiento en aras del propio mandamiento; los pobres venden su vida para conservarla, el zapatero judío se vuelve cruel porque el mundo ha sido cruel con él, el Cristo de la leyenda tiene un desplante porque el mundo le ha colmado el vaso. Nadie puede existir en vida sin ceder, eso es todo. Por eso el arrepentimiento llega siempre demasiado tarde: se sabe que se ha obrado mal, se sabe que pudo actuarse mejor, pero<i> es materialmente imposible no haber cedido.</i> La vida misma es arrepentimiento. Si la redención ocurrirá hasta la muerte o después de ella, no hay modo de expiar el arrepentimiento en vida. <i>Siempre es demasiado tarde.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><i> </i></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisC3kerLRKquKCNQzdSdszAd_c6grUDd2iAoGqGe10D-7BJd-09E-R20I21MLkbgO8I2k4vPf52mBmzSHmhl1Wjqlpon7j1i28PP9oxYlKfRGkNGSBcypgR8Wl-rqy3dJoRv4y/s700/judi%25CC%2581o+2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="700" data-original-width="513" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisC3kerLRKquKCNQzdSdszAd_c6grUDd2iAoGqGe10D-7BJd-09E-R20I21MLkbgO8I2k4vPf52mBmzSHmhl1Wjqlpon7j1i28PP9oxYlKfRGkNGSBcypgR8Wl-rqy3dJoRv4y/w470-h640/judi%25CC%2581o+2.jpg" width="470" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">— La leyenda del judío errante. Gustave Doré (1856) —</span><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-30800360.post-45128865064710631802020-09-30T12:00:00.014-05:002020-09-30T12:00:06.370-05:00Farabeuf, ¿recuerdas?<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><p> </p><p> </p><blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Y siente el avance del tiempo dentro de sí mismo como el avance de la muerte.<br /></span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;">—Cioran, E. M. <i>En las cimas de las desesperación.</i></span></p></blockquote><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><i></i></span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: x-large;"><i> </i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb9GriPG6kSDOrRaaJibb1L4qfQXe7hcANIl8s2zwwhfRYuWmNhkPBA1-bTV6tEPDEqDYx0bf3UQVAL1L8D3cSbplSf344EJst2WcdannOtlGWDoCAYL3BwbU5DC7wDLdBs3JU/s861/2.-Reverso-frase.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="582" data-original-width="861" height="432" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb9GriPG6kSDOrRaaJibb1L4qfQXe7hcANIl8s2zwwhfRYuWmNhkPBA1-bTV6tEPDEqDYx0bf3UQVAL1L8D3cSbplSf344EJst2WcdannOtlGWDoCAYL3BwbU5DC7wDLdBs3JU/w640-h432/2.-Reverso-frase.jpg" width="640" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"> </span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">¿Te acuerdas? A veces todavía me dan ganas de preguntarte si llevas en la memoria aquella tarde en que me regalaste un ejemplar de <i>Farabeuf</i>. Lo cierto es que a mí me cuesta, tengo que hacer esfuerzos de memoria y, hasta eso, no sé si tienen éxito, porque la imagen es fugaz y fragmentaria, acaso falsa. «<i>Hay algo en tus recuerdos que te impide traerlos a la mente con la nitidez que fuera necesario. Todo en ello es turbio y confuso. Te sientes abrumada por la presencia demasiado tangible de ese ser que has creado y que hubieras querido ser. Algo en toda tu vida se te escapa</i>». Nos encontramos en los salones abandonados de ese hogar que fue, donde tantas veces nos herimos como acudimos fieles a darnos consuelo. Recupero palabras que escribí entonces, como si en ese acto de leerme otra vez pudiera separar a este que soy y a este espacio abandonado que me rodea del acto mismo de hablar con tu sombra, intentar un recuerdo y terminar en fracaso. Nos hago pedazos porque no es posible reconstruir ese tiempo viejo, porque resulta increíble que entonces y ahora, de un párrafo a otro, de un día a otro, o entre latidos, viviéramos emociones tan variadas y contradictorias. «<i>¿Quién es ese que en la noche nos invoca para su imaginación como la concreción de nuestro propio deseo insatisfecho?</i>» Me sorprende el modo casi natural con que se siguen unas a otras, la falta de entendimiento respecto a estos vaivenes de la emoción y las pasiones. Acaso esa ceguera ante la sinrazón contradictoria y bella que fuimos era consecuencia de que entonces no pensábamos mucho, que es hasta ahora que me atrevo a contarnos la historia. «<i>Somos una película cinematográfica, una película cinematográfica que dura apenas un instante. O la imagen de otros, que no somos nosotros, en un espejo. Somos el pensamiento de un demente</i>». Es tan distinto reconstruir las emociones con tanto tiempo encima, volver sobre la marcha de lo que ha pasado y tener, encima, la conciencia de lo que siguió. Quizá no quería ver, no querías entender. Era más fácil vivir en el ahora, en esa experiencia sin tiempo ni conciencia. Sólo así podíamos pensar que el tiempo no pasaba, que esa tarde no estaba separada por una eternidad de violencia de la última vez que coincidimos en ese hogar que era el nuestro, que estábamos a punto de abandonar para intentarlo todo de nuevo, con los mismos errores y virtudes en el Boulevard Saint Michel, pero también en la memoria, tantos años después en la memoria, ese hogar que es sombra y es vacío, donde resuenan todavía los ecos de las palabras de amor y de odio, de tantas promesas con que pensamos era posible construir la vida que nos empeñamos tan desesperadamente en construir juntos. Hasta no entenderte o sólo en parte «<i>He comprendido a través de tus palabras toda la angustia de tu cuerpo que aspira ya, por el deseo, a una muerte tibia y apenas perceptible</i>». Todo lo cual se repite también eternamente en cada palabra de <i>Farabeuf</i>, que jamás habría leído de no ser porque aquella tarde lo traías contigo, ¿te acuerdas? </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"> </span><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxiYZrKpa1vwNq2Y2sVdjt0fPM0T6FcYsOFLyrQg2Uteufrv8EG64BXQcaBlQxg4AlDmPKetZeY8yulmjHeseJ9gzLfhVuuuyLItcq9jg0bNmlP88QUlurXY7nKDb6OQK8mZ1H/s510/978607724133.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="510" data-original-width="330" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxiYZrKpa1vwNq2Y2sVdjt0fPM0T6FcYsOFLyrQg2Uteufrv8EG64BXQcaBlQxg4AlDmPKetZeY8yulmjHeseJ9gzLfhVuuuyLItcq9jg0bNmlP88QUlurXY7nKDb6OQK8mZ1H/w414-h640/978607724133.JPG" width="414" /></a></span></div><span style="font-size: x-large;"><br /> </span><br /><p></p><p style="text-align: left;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com013 Boulevard Saint-Michel, 75005 Paris, France48.8519568 2.343748.829368101074294 2.3093677246093751 48.874545498925713 2.3780322753906251