jueves, noviembre 27, 2008

Rantings

En esta ocasión no habrá disquisiciones sesudas ni cuestiones fundamentales de metafísica, sólo un par de quejas por palabras y experiencias que me han hecho perder los estribos esta semana, cada una con su retruécano gracioso, porque eso sí, no hay mejor manera de disfrutar un buen berrinche que sublimándolo en carcajadas.


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✠ Item. Arte Contemporáneo.  En días pasados, el mundo artístico mexicano se engalanó con la apertura de un nuevo museo con nombre de beso y enclavado en uno de los principales centros culturales del país. Centro que me gusta frecuentar y por el que paso bastante seguido, a veces, sólo para comer unas enchiladas de jamaica que harían las delicias del emperador si aún viviera. En el discurso inaugural, de palabras más o menos bien escogidas pero con un tinte de política arcaica posrevolucionaria, escuché algo que me dejó frío. Que me hizo pasar un berrinche precisamente porque confirma lo que predico contra viento y marea. Pero que lo admitan así, en la inauguración y sin furor, turbamulta o motín, me parece indignante. Cito textual lo escuchado en el discurso: “sin duda, la pieza más importante de nuestro museo, es el edificio”. !!!!! No puedo expresar mi reacción con palabras. Es como escuchar a un escritor diciendo “lo más importante de mi obra es la hermosa letra con que está escrita”. ¿En verdad el arte contemporáneo es tan decadente que vale más el continente que el contenido? Y si el edificio es tan bonito, ¿por qué no lo vuelven biblioteca, santuario o monumento? ¿Para qué tiran el dinero en esas idioteces? Siguió la explicación que confirmó mis berrinches y tristes pensamientos. El discurso siguió con agradecimientos a los ilustres donadores de las piezas que forman la colección permanente: Fundación Televisa, Ingenieros Civiles Asociados, Club de Industriales de México, Grupo Bimbo... No pude escuchar más. Caray! Con razón es el edificio lo más importante, digo, con esos ilustres difusores de la cultura, jueces estéticos inapelables. Ahí está el arte contemporáneo y su homenaje, colección de esbirros del neocapitalismo liberalista bolchevista cocacolero y reaccionario. Hugo Chávez y secuaces tienen algo de razón, pinche enajenación de masas que me hace escribir tal sacrilegio. Eso sí, con bonita letra. Auguro y deseo un museo desierto, como tantos otros. Salvo por la parte destinada a restaurante, que aparenta mucho potencial.


✠ Item. A propósito del afijo latino præRegresaba de una opípara comida manejando por paseos del pedregal y con dirección al Ajusco. Al manejar, esquivaba, sin perder los estribos, pero con enojo y berrinche creciente, de un ejército de bárbaros al volante que parecen discutir su præminentia  sobre el carril, el tiempo y hasta el derecho de vivir. Disfrutaba, mientras tanto, de un café acompañado de fruitcake y discurría, con mi amiga, acerca del sentido de la expresión —sprachzeichen— “preclaro”. El RAE lo define como “esclarecido, ilustre, famoso y digno de admiración y respeto”. Qué bonito el RAE. Pero ello no tiene que ver con su origen latino que se compone del afijo præ y la palabra clarum. O sea, claridad de algún tipo. Por principio el afijo præ implica autoridad o preeminencia temporal o espacial, pero también prioridad o encarecimiento. De ahí que lo preclaro no es lo que está antes de lo claro, como podría pensarse. Præclarum por oficio del prefijo præ es aquello que tiene un grado sumo de claridad, una especie prioridad o encarecimiento de la claridad, una autoridad. Por otra parte, también implica, la preeminencia temporal, un cierto sentido de causalidad. Es decir, es aquello que da origen a la claridad, aquello sin lo cual no existiría. Así pues, el prefijo præ dota de autoridad, de valor atávico y de importancia a cualquier sustantivo que le siga. Llegaba a este punto la disquisición cuando otro maldito bárbaro, con muy poco gusto y una violencia y encabronamiento visibles se dio un cerrón sobre mi auto, mi carril. Acaso el muy imbécil iba tarde a trabajar, acaso le molestó que con el coche deportivo y todo, respete yo los límites de velocidad. A saber. Del alma, me salió gritarle “Hijo de tu præputa madre!”. O sea, que la progenitora del sujeto, no sólo es puta, es el origen de la putería, una cierta autoridad encarecida respecto al oficio más viejo del mundo. Puta en grado sumo, pues. Así lo bajan a uno de los latines a la guerra...


✠ Item. Competencia desleal. Detesto por encima de cualquier cosa, a los mendigos disfrazados de cruzados sociales. Mi primer impulso frente a cualquier botero paladín de las causas del necesitado o del jodido, es escupirle al bote y patear al botero. Espero que nunca me gane ese partido. Otra vez aparecen televisa, bimbo, cocacola y el club de industriales en la historia. ¿Gusta cooperar para el teletón? Bien podría uno contestar con your mother sucks cocks in hell, pero hay una buena probabilidad de que el interlocutor no comprenda, como si fuera uno el diablo hablando en arameo. El asunto es que una buena cantidad de capitalistas con conciencia intranquila se dedican a pedir dinero como si les hiciera falta con el eslogan “limpia tu conciencia, danos dinero”. Un refinamiento de la limosna católica que ojalá llegue a oídos del emeprador sith benedetto para que los excomulgue a todos. Bueno, aquella soleada mañana de sábado, los præculeros del teletón le estaban robando clientela a un chamaco en silla de ruedas. Estoy casi seguro de que se llevaban la mejor parte de la limosna. No es que yo de limosna o crea en la caridad, en eso me declaro seguidor de Nietzsche, si le doy limosna a alguien, quizá genere un rencor que lo lleve a matarme... Bueno pero ¿por qué se llevan la mejor parte los præculeros? Porque darles dinero, es contribuir a la televisión, al arte moderno, es ponerle una sonrisa a Lucerito cuando abrace a un contrahechito babeante. Es ver el espectáculo y propiciar el freak show televisivo de cada año. El chamaco en silla de ruedas —quizá falso paralítico, para inspirar lástima— no tiene esa característica de espectacularidad. Puede disfrutarse de su deforme contrahechez falsa sin pagar un cinco. El teletón es un circo de monstruos barato. Yo prefiero las películas de Guillermo del Toro. Pero que jodido que, esos cabrones retacados de billete, con la nariz repleta de coca y quienes smoke crack up their asses, le quiten el sustento a un hipócrita menor, a un jodidito sin prestigio que, acaso, sí tenga necesidad, aunque yo no se lo crea. Ojalá les den a todos por el culo. Escuché la mejor solución a esta cuestión en una sobremesa, ¿por qué no hacer botes y pedir cooperación para el proyecto Lebensborn? Seguro que la gente, queriendo limpiar su conciencia, sentirse bien consigo mismo, pagaría. ¿Saben qué es el Lebensborn? Es el teletón alemán de los años cuarenta, la necesidad de alcanzar la 

santidad:



Heilig soll uns sein. Jede Mütter gut

en Blutes. Debemos ser santos. Cada madre de buena sangre.


✠ Colofón. Me gustó tanto esto de quejarme y mentar madres, que pronto, en conjunción con otros colaboradores malhumorados, críticos de la crítica y observadores de la realidad, abriré otro blog. “Pinches” dedicado exclusivamente a pinchear aquello que molesta, que se odia, pero contra lo cual no puede hacerse otra cosa que decir “pinches unos, pinches otros, pinches todos!” Espérenlo! Cada lectura de ese nuevo blog, y de este, es una donación para el proyecto Lebensborn!!!