miércoles, enero 16, 2013

Estaciones 2012



Uno sólo debe hablar cuando no puede permanecer callado; y hablar sólo de aquello que ha conquistado.
—Friederich W. Nietzsche

Hace varias semanas, el buen amigo César Callejas nos compartió la lista de los mejores libros que leyó en el 2012, un ejercicio rico en recomendaciones y buenas lecturas. Algunas de ellas, las hemos compartido, otras no tanto. Como respuesta aquí dejo lo que creo que fueron los mejores libros con los que me topé en 2012. Mi respuesta queda aquí, modesta, como debe ser entre discípulo y maestro, entre amigos y acaso hasta mejor dicho, del Micro al Macrotauro. Ojalá sirvan, esta lista y la de César, como invitación a la lectura y como posible brújula en los océanos de tinta impresa.
A cada libro le agrego un pequeño comentario que el ávido lector puede obviar si es que confía o apuesta por mi criterio. En todo caso, una pequeña carta de navegación en que bien puede el usuario docto obviar las glosas al margen.

Asimov, Isaac. El Fin de la Eternidad. DeBolsillo. Una novela sobre la posibilidad de viajar en el tiempo; pero también una profunda reflexión sobre la responsabilidad y el modo en que cada persona es única, irrepetible, indispensable, mientras haya quien la recuerde.
Barthes, Roland. El placer del texto. Siglo XXI. Por más que no califique de literatura —y quizá de ninguna otra cosa— El placer del texto ofrece una visión de esa relación emotiva y casi amorosa entre lector, lectura y la fantasmagórica figura del autor.
Glattauer, Daniel. Siempre tuyo. Alfaguara. Es una novela de misterio, un thriller y un idilio de amor. Tres niveles de lectura entre los cuales el lector se halla perdido sin saber en qué modo aproximarse al texto hasta que ya es demasiado tarde. Es quizá la única novela que me ha dejado con un genuino escalofrío al cambiar de página. Es un ejercicio peligroso en la desconfianza de lo más querido.
King, Stephen. Rage. Pocket Books. La novela sigue a un adolescente que toma rehén a sus compañeros de clase y los obliga, a punta de pistola, a ser honestos. Es fascinante el modo en que King describe la facilidad con que las personas se hacen víctimas o cómplices de un acto que carece de motivación dándosela a pesar de todo. Hace unos años Stephen King logró que se suspendiera la publicación de esta novela —originalmente publicada como Richard Bachman— pues desde su publicación ha acompañado a más de un adolescente perdido en los school-shootings de los Estados Unidos.
Lahoz, Use. La estación perdida. Alfaguara. La historia sigue a un soñador que siempre pierde o a un perdedor que no deja de soñar. Es un peregrinar a través de ciudades, amores y océanos que enfrenta al lector con la nostalgia y la tristeza de vivir sin fuerza para cambiar al mundo pero con la esperanza perpetua de cambiarlo.
Nabokov, Vladimir. Lolita. Library of America. Es preciso leer Lolita una, dos, mil veces conforme uno crece y cambia. Disfrutar su lenguaje casi poético y las múltiples reacciones contradictorias que despierta: ternura, disgusto, piedad, horror... Al final del día uno tiene que preguntarse, con H.H. o contra él, si en la palabra amor se esconde una ética posible. Si la belleza es más que una excusa o menos que una razón. Es preciso leer Lolita.
Nietzsche, Friederich. Human, All-too-human. Prometheus Books. Para describir un libro de Nietzsche, no hay más que citarlo: “es preciso hacernos traidores, tenemos que ser infieles y abandonar nuestras ideas una y otra vez. No podemos avanzar de una etapa de la vida a otra sin causar y sufrir los dolores de la traición”.
Nietzsche, Friederich. Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral. Aristeus Books. Una vez más, en sus palabras: “El orgullo asociado con el saber y el sentir se planta como una niebla cegadora ante los ojos y los sentidos del ser humano, engañándolo respecto del valor de su existencia”.
Palahniuk, Chuck. Choke. Anchor Books. Palahniuk escribe o pretende escribir siempre desde el margen. Y aunque por esa búsqueda consciente sus méritos estilísticos son discutibles, no hay duda de su capacidad para tejer una historia desviada, inverosímil y rayana en la locura que en cada página juega con la pregunta que todos nos hacemos cada día cuando sospechamos que alguien miente ¿y si fuera verdad? Y si eso no basta, vale la pena leerlo por ese largo planteamiento que termina en un knock-out difícil de olvidar.
Sallinger, J.D. El Guardián entre el centeno. Alianza. Es el retrato fiel de la angustia provocada por la necesidad de ser un individuo total y la exigencia social de ser parte o fragmento de un todo. En conjunto con Tenemos que hablar de Kevin y Rage —ambos en esta lista— forma una trilogía excelente sobre el la violencia al azar.
Shriver, Lionel. Tenemos que hablar de Kevin. Anagrama. Una exploración de la maldad tomando como pretexto un school-shooting y la relación entre la madre y el hijo. Es una respuesta inteligente y fuerte a las sobresimplificaciones psicoanalíticas y otras opiniones pseudiocientíficas respecto a lo que nos hace ser y actuar. Es un libro duro, memorable que deja abierta la pregunta sobre el significado y los límites del perdón.
Taleb, Nassim Nicholas. El cisne negro, el impacto de lo altamente improbable. Debate. En este libro sencillo, profundo y con una investigación impecable, Nassim Nicholas Taleb —uno de los modernos investigadores políticamente incorrectos— desmiente el mito del comportamiento racional y la capacidad de “predicción” estadística y científica. A primera vista, parece abordar minucias de poca importancia; pero una reflexión profunda sobre los postulados que contiene el texto y sus consecuencias para la vida, bastan para ofuscar el conocimiento y quizá hasta para cambiar de estilo de vida.
Vicent, Manuel. Son de mar. Alfaguara. Una dislocada historia de amor, desencuentro y esperanza entre un muerto y la mujer que lo espera durante lustros. Con este libro ganó Vicent el primer premio Alfaguara del que tuve noticia. Allá cuando el premio Alfagaura todavía significaba algo.
Zolá, Emile. La taberna. Club Internacional del Libro. Acaso no hace falta más que el nombre de Zolá para invitar a esta lectura.  La taberna, es una joya del siglo XIX, con un estilo elegante y llena de personajes memorables que se desarrollan en una historia, al mismo tiempo, simpática y entrañable.


Próximamente, una lista similar con los mejores libros de la década. Pues han pasado ya casi diez años desde que empecé a llevar una memoria de lecturas, obsesiva y exacta.


1 comentario:

Ambar dijo...

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