Recién tuve el disgusto de intentar El Club de los Abandonados de Gisela Leal. Me dejó tan mal sabor de boca que tuve que escribir una reseña crítica. Estoy de acuerdo, en todo, con lo que se dijo en Letras Libres y me sorprende el conspicuo silencio de la crítica mexicana respecto a este ladrillo que se encuentra en tooooooodas las librerías respetables, en grandes pilas que saltan a la vista como mermeladas en el supermercado. Es lástima que sea ese el estado de lo que se edita en México, conozco a dos o tres autores editados y no, cuyos pininos de escritor o escritora a los dieciocho años hubiesen sido mucho más relevantes que esto. No necesariamente más rentables, pero sí más relevantes para la vida cultural de este pinche país.... En fin, la reseña también puede leerse en Amazon. Disfrutad...
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Uno de los peores libros que he tenido la desgracia de comprar y leer en los últimos cinco años, probablemente en toda la vida. El tiempo que me llevó leer esas seiscientas páginas retacadas de letras vacías no volverá. Y lo que es peor, el sentimiento de aventura y alegría al leer un escritor novel editado por una casa de la talla de Alfaguara no volverá. Ya lo dijo AR, el problema con la campaña de alfabetización es que todos los que aprenden a leer creen que saben escribir.
No puedo negar que las primeras cien páginas son entretenidas y casi frescas. La cosa hubiese estado mejor como un cuento corto en donde la historia de una desgracia se narra con la voz de un mentecato hipster regiomontano de tercera. La 'autora' emplea un lenguaje vacío y sin contenido, como un estudiante, político o conferencista asustado que, a consecuencia de su falta de talento para hablar en público, utiliza muletillas, frases hechas, redundancias y vaguedades para salvar un poco el rostro. Causa la impresión de que se le impuso una cuota de páginas que había que llenar a como diera lugar. Y las llenó porque un reto es un reto. Es como leer una de esas tareas donde lo único que importa es el número de páginas o el número de palabras. Todos lo hemos hecho. Por eso cada página es una espiral perpetua de repeticiones basadas en un vocabulario pobre y referencias a cultura popular que no revelan siquiera erudición en lo superficial; el libro es un hijo bastardo de las secciones de autoayuda y chismes en una tienda de autoservicio cuya mejor característica es devolverle a uno la certeza de que todo es superficie y cien monos frente a cien máquinas de escribir durante cien años serían capaces de escribir "Guerra y Paz". Y hasta esos amables taquígrafos simiescos y fumadores tendrían mucho mejor fortuna, cuidado y tino al pretender usar la gramática coloquial del Inglés o el Francés.
Esta obra es un síntoma de todo lo que falla en la industria editorial mexicana. Por supuesto que el marketing, la foto de la agradable autora y su más agradable edad, así como el tema de pseudoactualidad son ganchos maravillosos para generar outliers. Pero Alfaguara edita a Javier Marías y a Cortázar, ¿cómo es posible que también edite esto? ¿Cómo es posible que intente generar un outlier a fuerza de ponerlo frente al consumidor? Estoy seguro de que México tiene mejores cosas que ofrecer al mundo. Estoy seguro de que la misma Gisela Leal tiene cosas mejores que ofrecer al mundo, como un silencio sostenido. Como la adquisición de una membresía en el club de quienes abandonaron la escritura por el bien de la escritura.
2 comentarios:
Ejem, escritor frustrado con aires de pretensión que rayan en la envidia, ejem.
Y un buen libro tuyo? Dónde? O te damos un pase a los que critican pero nada más?
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