viernes, febrero 16, 2007

Firenze, Italia

―Firenze―


Florencia fue una carrera contra el tiempo que, si bien no pude ganar, tampoco me llevé la peor parte. ¿Por qué carrera contra el tiempo? Por no saber escoger a la compañía del viaje; ni modo, hay errores que se pagan con sangre y lo que es peor, con arte.


La ciudad es una mezcla preciosa de noche y día, presa, al mismo tiempo, del mundanal ruido y del silencio contemplativo de quienes más que vivir, saben sentir. Sus calles agitadas por los infinitos transeúntes y los desagradables vendedores callejeros de piratería y artículos robados, se transforman respondiendo a la rotación de la tierra: Lo que por la mañana es agitación y filas para llegar antes que nadie al museo se transforma, unas horas más tarde, en caminatas apacibles, charlas de café y sonrisas. Para el triste bohemio y para el mal acompañado, la noche de Florencia hace la felicidad, estoy seguro de que mis pasos aún hacen eco en sus calles.


―Rapto de las Sabinas en la Loggia dei Lanzi―


Aquella primera noche, cené feliz porque la que quiero, pensó en mí y me lo hizo saber. Imagino que mientras yo cruzaba el Ponte Vecchio, sus palabras se deslizaban en la pantalla y que las miradas siempre coinciden en el cielo.


El día siguiente fue uno de los más emotivos que he pasado en la vida. Al fin, tras soñarlo con fervor y atención mientras repasaba las páginas de mis libros de arte, entré en la Galería de Uffizi. La realidad se acercó al cotidiano cúmulo de sueños que me rodea.


Seguí hacia el Palacio Davanzati, dedicado a la resurrección del estilo de vida en Florencia durante el fin de la Edad Media y el principio del Renacimiento y después entré en la Iglesia del Domo, Santa Maria dei Fiore. Según dicen, es la construcción más grande de la Cristiandad, aquella cuyo interior es tan amplio que podría construirse en él.


―Puerta del Baptisterio, Santa Maria dei Fiore―


Mientras avanzaba la tarde y mis vagabundeos seguían hacia la Galería de la Academia, me surgió la idea morbosa de que, una vez terminado con el David, iría a conocer la piratísima Casa de Dante. Para mi desgracia (o fortuna, según se vea), estaba cerrada y, frustrado, caminando por sus alrededores, llegué a uno de los máximos templos literarios y amorosos.


Ahí estaba, la Iglesia de Dante, donde se originara la Divina Comedia por culpa de una lejana desconocida. Febril, entré a la obscura y pequeña iglesia. No caí de rodillas, pero casi lloro. La tumba de Beatriz puede tener ese efecto, es un símbolo más grande que la memoria fúnebre. Lo demuestran las cartas que le dejan ahí, a manera de ofrenda, muchos más peregrinos de los que se asoman a la cruz. Es mirar a la humanidad que perdura, que duele. Sin esa mujer, el mundo no hubiera sido el mismo.


―La Tumba de Beatriz (¡oremos!)―

Mi camino siguió hacia el Palazzo Vecchio que recorrí por completo olvidándome, gracias a su magnífica belleza, del hambre que me torturaba ya desde unas horas antes. El gran palacio que otrora tuviera por guardián de sus puertas al David escapa a toda descripción, es una superposición típica de construcciones; su interior llega a sentirse como un laberinto y cada habitación, por sus medidas distintas por entero a las de la habitación anterior, es como cambiar de piel.

Tras una comida de auténtica pizza italiana con vista a la Piazza della Signioría, volví al Ponte Vecchio para decirle adiós al encanto de la ciudad y del puente, para contemplar, por última vez, mi reflejo obscuro y distante sobre las aguas del Arno, inmóviles en apariencia pero, lo mismo que el mundo, siempre distintas.

Al otro día me esperaba un larguísimo viaje en tren de regreso a París. De vuelta a esas calles de nostalgia, desesperación y redención.

Viernes, 16 de Febrero de 2007

9 comentarios:

Sofía dijo...

Changos. Mal plan por lo de la chafa compañía de viaje, pero qué bueno que en general Florencia estuvo bien.

No sé qué haría frente a la tumba de Beatriz. Quizá intentaría profanarla. Pura curiosidad.

Hec dijo...

Cha que envidia...

cuando yo pueda pisar esas tierras usare bastón y me ire con mi amante....

Anónimo dijo...

Yo sigo clavada leyendo una y otra vez la parte de Roma, pero Florencia también te deja la piel erizada...

Me estoy haciendo adicta a tus relatos...dime...¿cuál será el remedio?...

Y después...¿qué pasará cuando termine el viaje?, ¿dejarás sin ampáro a mi curiosidad?

Marifé dijo...

Ahhh!
cuando esté por esas tierras!

quiero ir a Italia, Francia, Alemania, España...y muchísimos países más...

que estés bien!

Anónimo dijo...

chida forma de disfrutar un viaje... me late tu style.

me di un paseo por allá pero era muy pendejo en aquel entonces, me interesar en los lugares pero no tenía idea de lo que conocía.

Ahora llevo el proceso a la inversa, todo lo que vi ahora lo voy leyendo poco a poco para entender. Me falta una segunda vuelta para disfrutarlo como se debe.

un gusto leer tu blog

RadikalGirl dijo...

he disfrutado cada descripción de Italia..lastimosamente no me he podido sentir allá...pero si cada vez que leo tus post sobre Italia siento ese deseo de estar allá en esas calles y que mi eco tambien se pueda escuchar por alli... pero mientras me conformo viendo tus fotos.

chao, Saludos...=)

BrujitaV3Ro dijo...

Días exquisitos...

Sigue disfrutando!

Erick dijo...

Gracias por sus comentarios, ahora, la atención personalizada:

Sofía: Jajaja! Estaría de lujo profanar a Beatriz, no sé como no se me ocurrió, ahí para la otra.

Etor: Pues igual y te conviene ir antes con tu amante no? Igual y cuando uses bastón es porque ya no te paras igual...

Candi: El remedio para curarte de mis relatos es leer el que sigue. Cuando termine con Europa, habrá más, siempre habrá más mientras Parkinson no acabe conmigo.

Marife: Creo que este año regresaré a Europa, a lo mejor nos vemos allá!

Vallejo: Gracias por la visita. Los lugares te están esperando para cuando vuelvas, pero no creo que debas despreciar tu experiencia, los viajes sirven para eso, para desapendejarse.

Radikalgirl: Que bueno que te gusta el relato y que disfrutas las fotografías, es lo que me impulsa a escribir lo uno y a tomar las otras.

BrujitaVero: En verdad fueron días felices y aún hoy, con recuerdos y nostalgia, sigo disfrutándolos. Gracias!

Jean Pierre Frederick dijo...

Cuando fui a Florencia creé mi poema con final Dantesco "Adios a Beatriz" que le invito a leer, saludos




Jean Pierre Frederick