lunes, febrero 20, 2012

Fuge, Late, Tace (6)

Uno no supera las cosas. A lo más, las sobrevive. ¿Con qué seriedad decir, por ejemplo, que ‘superé’ a las dos o tres mujeres que he amado? Como mucho y apenas puedo decir que las sobreviví. A una literalmente. Uno sale de sus experiencias casi siempre disminuido, como lisiado, cargando a cuestas nuevas heridas o recelos que le harán cada día más difícil atreverse a cambiar de rumbo, intentar otra cosa o apostar el bienestar a la carta de otro ser humano. Como si se saliera de tal o cual circunstancia figuradamente cojo o tuerto o, por lo menos, con la miopía más grave (como al terminar la escuela).

La vida no nos da para superarla, al contrario, nos va quitando, cada persona, cada encuentro nos disminuye y sobrevivimos cada vez con más precariedad. Uno no supera las separaciones o la muerte de los queridos; como mucho las sobrevive y espera secretamente, desea que no se repita; buscamos olvidar y eso significa ‘superarlo’; a lo mucho no pensar en ello, ficcionalizarlo como acabado y provechoso, para que la reuma no duela, para no darnos cuenta que un buen día ya hace falta entrecerrar los ojos para distinguir las constelaciones en el cielo. Para que de tanto ocultar las heridas nos convenzamos de que no están ahí. ¿Qué es la terapia sino el engaño de pegar con titanio huesos cada día más frágiles? Imaginar que el pasado no estuvo ahí o fue distinto hasta que un día el cuerpo nos lo recuerda de golpe y nos hace saber que no superamos nada, que sobrevivimos apenas y que, por más que digamos o inventemos, un buen día es suficiente y ya no hay modo de sobrevivir. La única superación sería entonces la muerte, cuando toda herida deja de tener relevancia y se queda irremisiblemente atrás.

¿Cómo sobrevivimos a las heridas de comunicación, a los malos entendidos que están ahí desde el principio y arrastraremos siempre? ¿Hasta cuando? La separación no es muerte simbólica, no es superación. Es apenas supervivencia. ¿Cuántos adioses antes de decir basta, antes que el alma no pueda más y sea ineludible tenderse a la orilla el camino y morir en silencio?


* * *


¿No es la concepción de haber fracasado en la vida, algo similar a ese momento en que es preciso morir a la orilla? ¿Sin estar muerto, sobreviviéndose uno mismo? Quizá no haya peor situación imaginable que esa, en que uno se sobrevive, en que el abandono es absoluto, incluso el propio, como si mirases tu cadáver desde fuera. Hilflosigkeit otra vez. ¿Qué palabras para sacar a un muerto del convencimiento de que lo está? Recalled to life como Dickens?

2 comentarios:

S dijo...

¿Cuántos adioses antes de decir basta, antes que el alma no pueda más y sea ineludible tenderse a la orilla el camino y morir en silencio?

Ferran dijo...

Hermano, regreso a leerte y me encuentro como de costumbre con visiones cercanas.
Amar es desgastante, más aun cuando ha cesado.