miércoles, mayo 27, 2009

Silencio

Soñé con K. Esos sueños que aparecen de repente y sin ninguna razón me ponen siempre nostálgico. Sueños sencillos, de convivencia serena, en los que hay apenas compañía al tomar un café o al mirar un filme. Hace dos o tres noches era K, pero a veces es alguien más, casi siempre la misma, la que se me escode en la vida y en los sueños. Nunca hablamos. K sonreía y con esos ojos decididos parecía decir todo lo necesario. Yo me limitaba a verla también en silencio. Al despertar de sueños así, me siento expulsado del paraíso transitorio, de una paz o una concordia que raras veces he encontrado en la vida. Leí o escuché —quizá inventé— que lo más difícil de compartir es el silencio. Acaso de ahí viene la nostalgia. De abrir los ojos a un mundo de palabras, un mundo ruidoso y casi todo el tiempo confundido. Charlar, escribir, leer. Siempre mensajes de ajeneidad; mensajes triviales que ocultan el verdadero sentido de las palabras. Entenderse a medias, vivir en la doble incertidumbre, en la pesadilla de una gramática mal acabada que sin embargo es el único medio, la única herramienta que confío pueda llevarme alguna vez a la realidad silenciosa con que sueño. Hasta ahora, había pensado que un mundo en el que no quedara algo que decir sería un mundo vacío. Al despertar de ese sueño donde Karina me miraba en silencio y sin final, donde yo la miraba y entendía la razón de su presencia silenciosa, me siento tentado a cambiar de opinión. Puede ser que el paso último sea silencio. Si inventamos las palabras para explicar al mundo, también las inventamos para crear mentiras, malos entendidos y pretextos convenientes, para escapar de la verdad. En cambio, no puede mentirse en silencio y sólo en el silencio se descansa. El silencio es paz, el silencio es acuerdo y concordia. Acaso lo que intenta decirme el sueño es eso; que la única forma de decir las cosas y evitar interferencias o angustias lingüísticas es callar, la renuncia al lenguaje. Ni una seña, gesto o caricia. Quizá el paraíso llegue al mundo cuando cese la palabra; acaso el demiurgo es mudo y sin pretensiones, será un loco que se divierte solipsita en un mundo sin interferencias. Soñé con Karina. Compartimos un silencio. Y al despertar, no quería buscarla, ni recordé la noche en que nos conocimos. Soñé con ella y desperté con su imagen bien presente, la flor roja y el cabello corto. Me puse triste. En un mundo sin palabras, el nombre no borraría lento a la imagen y su rostro no se perdería lento hasta quedarse en seis letras y sin ecos. En silencio, las palabras no levantarán trincheras entre mi memoria y la realidad. Cerraré los ojos y crearé su retrato en vez de escribir su nombre. Acaso, lo que dijo Hamlet no fue un vaticinio ni una metáfora de muerte sino el único deseo que todos compartimos. The rest is silence.


2 comentarios:

ignatius dijo...

siempre he reconocido a mis amigos en el silencio, cuando podemos estar un rato junto sin decirnos nada y ese silencio no es incómodo en absoluto, y así estamos en armonía sin palabras que limiten nuestro encuentro porque el silencio es misterio y es lugar de encuentro como la amistad. las palabras dan forma a ese caos interior pero a la vez la forma limita lo que queremos decir y el otro no nos comprende del todo. pienso también en esos viejitos que están sentados en una plaza junto al otro y que por sus miradas uno descubre que el amor aun perdura, que ese silencio se construye de experiencias compartidas que reforzaron el afecto mutuo. pienso que un abrazo dice más que mil palabras, y tantas cosas se me dispararon en este post que mejor me sumerjo en el silencio...

Erick dijo...

Tienes toda la razón