lunes, junio 18, 2007

Pregunta Cinco: ¿Cuáles son sus sitios favoritos de Internet?

Con franqueza, este pregunta me pareció bastante aburrida y la respondí por compromiso. Por eso, además de este escrito sin chiste, publico la respuesta seis, que me gustó. Con esto terminan las respuestas del concurso al que no entré por listo.

Mis sitios favoritos en internet son los blogs y las revistas literarias electrónicas. El universo del blog me gusta porque carece por completo de pretensiones, porque es un espacio abierto a las ideas sin censuras y sin intereses más allá de la expresión. Los bloggers ofrecen lo que tienen, sea su buen humor, sus experiencias o hasta su manifiesta estupidez, con la única aspiración de ser leídos. Quizá por eso me agradan tanto esos seres anónimos de personalidad entre real e inventada; ofrecen un escape a la cultura de masas y medios, escriben desde un punto lejano al ego, quizá porque saben que a nadie han de engañar, y dejan ahí su mensaje para que lo lea quien así lo desee y lo juzgue como prefiera. Hay cosas increíbles en ese mundo, obras maestras que gracias a la tecnología, ya no permanecen escondidas en un cajón inaccesible sino que se mueven y llegan a veces a donde deben y, otras tantas, no. Me gusta esa idea de incertidumbre, de contingencia mezclada con sencillez y honestidad. Me gusta perderme, guiarme por el azar y saltar de un cúmulo de palabras a otro. De vez en vez, algo atrapa mi mirada, otras veces mi corazón entero. Me gusta mirar blogs, asomarme a la vida de las personas; tanto, que hasta tengo uno.

Las revistas literarias, por otro lado, me parecen una gran oportunidad para los talentos desconocidos. Me gustan, sobre todo, las que no sirven como medio de hacer rico a su creador. Algunas, generan su prestigio como debe ser, seleccionando textos interesantes, hermosos o valiosos, sin atender a los tristes criterios de la publicidad o el tiraje. Para bien o para mal, su existencia está más allá de las leyes del mercado y pueden darse el lujo de ignorarlas; representan un criterio de gusto ―no monetario o gubernamental― para la difusión de la cultura. Más que analizar si la historia es “vendible o no”, los directores de esas revistas, analizan si les gusta o no la contribución y, en consecuencia, la publican o la rechazan. Prefiero ese criterio, por subjetivo y poco profesional que pueda ser, sobre el sonido metálico de las monedas y el subsidio; es un criterio humano, si no con rostro, por lo menos con alma.

Por eso, a parte de revisar el correo electrónico y la cartelera de cine, a veces, al entrar en internet, intento acercarme a otros que escriben y sienten por este medio. Aunque la libertad que ofrece el internet puede rayar en perversión, cuando leo en estos sitios, suelo encontrarme con más de un resquicio honorable y bello.

2 comentarios:

Alvaro dijo...

¿Qué me dices de las páginas pornográficas?... no te hagas.

Erick dijo...

Chin! Ya me cachaste! Es lo malo de los secretos a voces!