martes, enero 31, 2017

Estaciones 2016


Ecos del viaje que dura una vuelta en torno al Sol y que explora tantos libros como mundos se leen, algunos sitios quedan en la memoria. Planes distantes de volver, inspiraciones para la reflexión, destellos de ilusiones olvidadas. Aquí comparto esos lugares ausentes y tiempos abstractos que, desde los libros, nos invitan a viajar, cambiar de perspectiva, de cuerpo y de realidad.

—Waterhouse, John William. Echo.—

Estas son las joyas que me dejó el 2016, viente postales de viaje que comparto con ustedes:


1. Altamirano, Ignacio Manuel. El Zarco. Planeta
DeAgostini. Ignacio Manuel Altamirano es uno de esos autores que descubrí como tarea en la prepa y se quedaron conmigo, contra viento y marea, a pesar de los prejuicios y los malos maestros. En esta historia de amor y desengaño ubicada en lo que hoy es Cuautla, Altamirano le da una vuelta de tuerca a las chicas buenas que se enamoran del bad boy. Los plateados de tierra caliente encuentran en esta novela su justo lugar en la literatura. Bandidos y mártires. Amantes y salvajes. Con la prosa preciosista de nuestro siglo XIX.
  




2. Armstrong, Karen. A History of God. Ballantine Books. Este puntual y fascinante recorrido por las grandes religiones del mundo nos recuerda lo que unas y otras tienen en común. Judaísmo, Cristianismo, Islam y otras. Es un poderoso remedio contra los extremismos y contra toda discriminación. Al final, el cerebro persigue sus fantasmas.


3. Asimov, Isaac. Robot Visions. Roc. Una compilación de historias y ensayos en torno a los cerebros positrónicos. Me puse a leer a Asimov por causa de una mujer, y el autor de Yo robot, por lo menos, no da lugar al desengaño. En esta colección están algunas de sus historias emblemáticas. Es una muy buena introducción al mundo de Isaac Asimov.

4. Cutter, Nick. The Troop. Gallery Books. Si los
niños de El señor de las moscas fueran parte de 28 Days Later y tuvieran además que vérselas con un gobierno conspiratorio a la Cabin in the Woods. Algo así de estrambótico, divertido y aterrador.



5. Cutter, Nick. The Acolyte. Gallery Books. Un detective hardboiled. Un estado religioso totalitario postapocalíptico. Una catástrofe nuclear. El hijo de Dios. Y la conspiración que los une a todos.

6. Durrell, Lawrence. Justine. Edhasa. El principio del maravilloso Cuarteto de Alejandría, Justine es una aventura en torno a la relación caprichosa entre la belleza, el amor, la memoria y la casualidad. Ya lo he dicho antes, creo, que Durrell opina que nadie conoce, ni pude conocer, a quien ama. Justine demuestra que al fin, el amor por lo desconocido, es el más bello y el único posible. Toda pasión es un malentendido.

7. Durrell, Lawrence. Clea. Edhasa. En el final de su increíble Cuarteto de Alejandría, Durrell nos recuerda que no hay manera de corregir los errores, de disipar el malentendido o amar a la persona correcta. Todos esos conceptos, que dependen de la perspectiva, quedan inutilizados cuando al fin se sabe todo. Y ese todo revela, que parcial es nuestra ciencia. Siempre será así.

8. Elizondo, Salvador. Farabeuf. FCE. La indescriptible obra de Elizondo, construida sobre los resultados del libro de las mutaciones, la caligrafía china y la tortura, es una historia de amor sádico, es un misterio indescifrable y es una postal de la eternidad.

9. Glattauer, Daniel. Un regalo que no esperabas. Alfaguara. Es la crónica sencilla y emocionante del misterio en torno a una serie de actos de bondad anónima. Nos recuerda con esperanza, que a veces un sólo acto sin remitente puede redimir. No se puede negar que Glattauer es algo cursi, pero la esperanza suele serlo también.

10. Kazantzakis, Nikos. Zorba, the Greek. Faber. Pocos personajes tan memorables como Zorba, de quien puede decirse todo y nada. No cabe en descripciones. La novela emociona, inspira, duele. Y no se olvida. Como todo lo de Kazantzakis, es una sacudida a cada una de las ideas que uno tiene por claras y evidentes o, peor aún, por sagradas.


11. Kerr, Philip. Prayer. Quercus. En partes iguales, se trata de una novela de suspenso, una historia de terror y un tratado sobre el furor religioso y la naturaleza de Dios. En ambos aspectos, literario, filosófico y teológico, Kerr demuestra que es un genio. Es una novela imperdible.

12. King, Stephen. It. Signet. En esta novela muy extensa, King demuestra que lo importante no es la meta del viaje, sino el camino y cada instante que tardamos en recorrerlo. Sin duda el final es tan anticlimático como sosa es la adaptación fílmica, pero la construcción del libro es un juego impecable de cajas chinas o muñecas rusas. Con el cuidado y la belleza artesanal de esos oficios. Así se escribe.

13. Krakauer, Jon. Into the Wild. Villard. La historia de una renuncia completa, poética, a la idea de la vida y el futuro como algo dado. La renuncia libera y lleva a la belleza. El libro ha sido adaptado para el cine maravillosamente. Y criticado también, pero no deja de ser hermoso y fascinante. Inspirador.

14. Lem, Stanislaw. Solaris. Impedimenta. Ya he escrito de Solaris. Es maravillosa. Es el principio de un largo romance con Lem para quienquiera que la lea.

15. Loridain-Ivens, Marceline. Y tú no regresaste. Salamandra. Este libro es una desgarradora carta de amor a la ausencia y la desgracia. Una mujer, que fuera niña deportada a los campos de concentración, escribe al padre que perdió a manos de la barbarie.

16. Manguel, Alberto. Curiosidad, una historia natural. Almadía. Un recorrido por la Comedia de Dante y por la condición humana, el ensayo de Manguel es erudito, esclarecedor, divertido y bello.

17. McEwan, Ian. Saturday. Jonathan Cape. Esta historia de un sólo día demuestra que la desgracia y la esperanza son como los dos rostros de Jano. Tramas entretejidas, sucesos descabellados, desconocidos y enfermos que chocan, accidentes con consecuencias increíbles. McEwan retrata la estrambótica circunstancia que llamamos “normalidad”.

18. Proust, Marcel. La fugitiva. Alianza. Es difícil resaltar una u otra parte de En busca del tiempo perdido, porque es como una catedral gótica, donde todo parece estar de más y también justificado a la perfección. Sin embargo La fugitiva me gusta de manera especial porque enfrenta al hombre con ese suicidio que es la idiotez disfrazada de nostalgia.

19. Proust, Marcel. El tiempo recobrado. Alianza. El final de la obra monumental de Proust. A lo mejor me gustó tanto porque es como llegar a la meta luego de leer un maratón. Pero, de las siete novelas, es una de las más bellas.

20. Spota, Luis. La plaza. Planeta DeAgostini. Una novela contada en canon por los que vivieron, sobrevivieron o murieron en la mascare de Tlatelolco. La novela funciona como ajuste de cuentas, teoría de la conspiración y eco de memoria y emoción. Maravillosamente narrada. Luis Spota es todo un descubrimiento.

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