Fuge, Late, Tace
(Huye, Escóndete, Calla)
Acometed el relato como un radiante suicidio, pronunciad sin desmayo el gran No a la vida; entonces veréis una poderosa catedral y vuestros sentidos, forjadores de indecibles desórdenes, trazarán el esquema de un delirio integral que se perderá en la innombrable arquitectura de los tiempos.
—Michel Houellebecq
No busco aquí la congruencia. No hay método, emprendo estas líneas como un radiante suicidio y eso es todo. No sé siquiera si hay aquí un relato o no. Sólo sé que hay algo que merece ser dicho, así no sea posible decirlo. O yo no sea capaz. Por lo menos habré hecho el intento. Un radiante intento de suicidio al menos.
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Hilflosigkeit. Desamparo? Ver Lacan y Lutero. El abandono absoluto. La nada de Dios o su presencia sádica/negativa. No es propiamente el desamparo sino la inexistencia ontológica de la ayuda, la utilidad o la capacidad de transformar la circunstancia. Inexistencia de todo eso como no pensable. Es un estado psíquico, como todo estado. No fáctico, es decir, hace inútil todo comentario del estilo “y si...?”.
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Para Lacan, la función de lo bello es “indicarnos el lugar de la relación del hombre con su propia muerte”. ¿Nos enamoramos en consecuencia de aquello que no hace otra cosa que evidenciarnos finitos? Nos atrae lo destructivo porque el lugar de la belleza está en la destrucción.
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A veces uno sale por la mañana con ganas de enfrentar la vida y ante la falta de retos siente la necesidad de crearlos. Quiero más. Estoy satisfecho y el único deseo que queda es el de no estarlo para tener lucha o persecución o búsqueda. La vida del empleado como búsqueda de la búsqueda. El deseo que se limita sólo a desearse antes de fijar un objeto. Sin que le haga falta siquiera un objeto.
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Y acaso, si entonces, cuando le dije a una mujer que la amaba y ella preguntó desesperada qué significa eso, si acaso no hubiese escrito yo un cuento hermoso sino en vez de eso le hubiese dicho simple y llanamente que el amor no es sino una enorme y vacía metáfora del sexo y el deseo que se ha tomado literalmente; acaso entonces mi vida sería otra por completo...
“Odio al prójimo porque por encima de cualquier otra cosa, me odio a mí, y ellos tienen el descaro de devolverme una imagen deforme de de aquello que odio”. (¿A dónde puedo llevar a un personaje que empieza así su relato?).
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Pensar al pasado como presente o al presente como pasado. Desaparecer la ficción de una “distancia histórica” que hace más objetivo al conocimiento del ayer. El pasado es exactamente tan complejo como el presente y, por lo mismo, incomprensible, insignificable más bien. La historia, la que verdaderamente interesa, es la del ahora, el presente que incluye sus mistificaciones del pasado y la proyección del futuro como parte de su circunstancia inasible. Pasado y futuro como ficciones, se contienen en la vivencia del hoy, en la interpretación inmediata y caótica del presente. Yo, ahora, ¿cómo hablar del ahora sino suponiéndolo acabado o imaginándolo como porvenir? Descentrar la historia al convertir el presente de locus de enunciación a locus enunciado. Fuga. Neurosis... (Hegel? Deleuze? Ricoeur?).
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No soy sino lo que quise ser, sea que lo haya logrado o no; y lo que espero llegar a ser, sea posible o no.
O, mejor dicho:
Para la configuración de mi presente es tan importante la figuración de mi pasado complaciente como la expectativa de mi futuro deseado
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2 comentarios:
Caray... creo que esta vez le atinaste...
Si pudiese, estimable Anónimo, ser más específico respecto a qué o cómo le atiné, mucho se lo agradecería. Gracias por el comentario!
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