El amable lector que de vez en vez se aparece por estos desérticos parajes llenos de letras, sabe que no es el estilo de este humilde blogger crear entradas a partir de imágenes porque es mal fotógrafo y considera que todo eso es cosa del diablo. Hoy es necesario hacer una excepción porque es un día de manteles largos en que el humilde autor desea recomendar una excelente revista que tenía tiempo de andar buscando y muchas ganas de leer: Arcilla Roja, cuyo número más reciente llegó por fin hoy a mis manos.
Obtuve la revista por cortesía de María Vázquez, la mera jefa de toda la operación, quien además es autora de varios libros, fotógrafa y excelente editora —creo que con un másters y todo—. Para ti, María, todo mi agradecimiento por haber destapado esa botella al mar hace algún tiempo.
La revista es excelente, con un contenido visual y escrito que se presenta con equilibrio y elegancia. La revista es como uno de esos amigos inteligentes, que saben hablar de cosas serias sin demasiada gravedad y también disfrutan de los placeres sin esnobismo que a todos nos gustan siempre y cuando sean de buen gusto. Los conciertos, la política y la ventana al mundo por la fotografía. Arcilla Roja es esa persona cuya ausencia siempre se siente en la mesa de café, la que siempre tiene algo que decir, pero nunca habla por hablar. Es ese amigo del que uno está orgulloso porque se ganó a pulso un apoyo del FONCA.
Arcilla Roja está a la venta en Zacatecas, pero también en las librerías de Conaculta y en la FES Acatlán de la UNAM. Además, puede uno suscribirse si llama al —(+52)(492)899 0890— o si escribe a arcillaroja@gmail.com
Arcilla Roja me gusta. Y abrir una revista nueva ha sido siempre un ritual placentero. Saber que ahí esperan muchas letras e imágenes de otras tantas latitudes y tendencias. Es una ventana al caos o a la diversidad; lo mismo que en las papelerías el olor a tinta y papel nuevo que surge de una revista es algo especial, casi un vicio. Así que leí la editorial en la primera página y luego me encontré con mi paredro en el índice, anunciado en la sección transforntera, página 32. Mi paredro dice algo sobre una película de Jim Carrey, 23, pero lo ignoro.
El texto completo y legible de El Valle de los Gritos puede leerse aquí. La verdad es que cuesta trabajo creerlo, que uno sonríe con algo de incredulidad, con algo de miedo. Lo cierto es que mi paredro mira a María, como si viera una aparición en lienzo de Gaspar Luois David; mi paredro le sonríe y la abraza, y busca que el tacto le de una sensación de realidad o de certeza. Pero mi paredro tuvo una mañana difícil, le preocupa un cadáver en la Universidad, en las plazas y aceras que en un mes serán el escenario de todos sus días, le abruma una sentencia bien corrupta y además lleva encima una noche de insomnio. Así que ni el tacto, ni la sonrisa, ni el silencio bastan para convencerlo de que las cosas están pasando. Mi paredro piensa, al salir y dirigirse al auto, de que ha sido lacónico y acaso un poco antipático; y espera que María no lo tome demasiado en serio, así son algunos encuentros, así son algunas mañanas donde las buenas, las mejores noticias se ven un tanto manchadas por la desagradable realidad. Lo siento, y como un eco, también lo siente mi paredro. Pero prometemos, Maga, que pronto habrá celebración.
Y claro, mi paredro es un tipo de poca paciencia, de esos que cometen tropelías y alguna que otra falta de delicadeza por pura emoción o expectativa. Son legendarias sus metidas de pata en un examen profesional, con más de una novia o interés romántico, con todos los amigos. Mi paredro nada sabe de autocensura. Y por todo eso, lo que hizo de inmediato fue pasar a la página 32, como niño que se abalanza sobre la jarra de galletas, que corre tras los regalos en navidad, que celebra su cumpleaños con secreta avaricia. Pero todos somos así o tenemos algo de mi paredro así que ¿quién puede culparlo?
Mi paredro, y yo a su lado, devoramos poco a poco las letras, reconocemos esa dedicatoria vieja, de hace años, nos miramos el uno al otro y quisiéramos decirle "¿ves? cumplimos!"; pero acaso haya que pelearse de nuevo en la calle y ni gana que nos queda. Un sólo espectáculo de idiotez en la vida basta. Así que guardamos silencio y seguimos leyendo emocionados; mi paredro parece tener ganas de tirar la casa por la ventana y seguirla también él, lanzándose de cabeza por el puro gusto. Él cambia la página y revela el final que todos conocemos, reconoce las letras y sonríe. Mi paredro sonríe; hace meses y meses que no lo veía sonreír. Qué estilo tan pobre, murmura, que cosa tan trivial, continúa, bisbis, insiste. Entonces lo interrumpo. Las palabras arrancadas de su fuente ya no son cosa que pueda juzgarse; pero hay palabras que breves y fuertes, significan más que todos los devaneos de mi paredro.
"Sigue escribiendo", dijo María y por su voz hablaron también el destino y la necesidad. Sigue escribiendo porque no sabes hacer otra cosa. Por que por más que busques o intentes, ni en el mundo que inventes más a tu gusto, estarás satisfecho.
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Supongo que el público culto y conocedor reconoció mi malogrado homenaje a Cortázar en este post. Es mi manera de decir, bienvenido de vuelta. Porque para bien o para mal, el cronopio resucitó con casi quinientas páginas inéditas de "Papeles Inesperados", cortesía de Alfaguara. Y eso, de lo que me enteré anteayer, me hace sospechar del destino y del futuro. Pero habrá un post especial de Julio.