II. Contradicción. Faust. Sabe que ese es el libro, pero no entiende lo que lee. Hojea las páginas sin remedio, con una taza de café en la mano y taladro y martillo como música de fondo. Por milagro, el técnico llegó a las nueve de la mañana. En punto. Por esta vez hubiera deseado esperarlo hasta las tres de la tarde. Esperar durmiendo. Pero llegó puntual como inglés. ¿Qué más da cómo me vea?, piensa mientras cambia la página, anoche alguien no creyó que hablo alemán. Ya estoy viejo para estas aventuras de toda la noche. Cuando se vaya el técnico, lo espera una comida, una reunión y otras cosas que no recuerda pero le ponen los pelos de punta. Una hora de sueño, nada más. No debía suceder así, dice en voz baja. Nadie lo escucha, las herramientas se encargaron de silenciarlo.
Recuerda, se dice, porque no hay peor traición que el olvido. Recuerda. Encontrar el pacto fue fácil. Si algún día le pido al instante que se detenga, mi alma es tuya Satán. Recuerda entonces el principio de la noche, la llamada esperanza en el teléfono. ¿Qué tal Gretchen? ¿Nos vemos esta noche? Y claro. Pero eso es un recuerdo fácil, antes de los whiskys y la locura y el amor. Antes de olvidarse y reencontrarse en un beso similar al big crunch. Recuerda, escribe. Vuelve a la hoja con apenas tres frases y las tacha con odio. Tira el papel a la basura. “Llamé a Gretchen al rededor de las ocho. Tenía que verla. No esperaba que aceptara, pero aceptó. Y más aún, me invitó a la galería. Lo matizó y lo hizo interesante añadiendo whisky a la ecuación. Lo mío fue un sí antes de entender por completo a donde íbamos. Gretchen. Tantos años mirándola de lejos; con un poco de nerviosismo y la sensación medio hipócrita de me gustas pero no puedo aceptarlo. Miradas, citas que no supimos cumplir hasta anoche. Tan simple, tan hermoso y acorde con la soledad que me acosa estos últimos meses. ¿Nos vemos? Sí. Pasar por ella, tan linda y fresca. Era la persona ideal para hacernos compañía en una noche fría y sin amanecer. Llegamos rápido a la galería donde al fin conocí ese otro lado de ella, el que siempre intuí detrás de las apariencias y la circunstancia. Fotografía, montaje, iluminación, arte. En algún modo, todo lo que vi se debe a ella, a sus manos, a su voluntad que nunca doblegó, al valor que demostró siguiendo siempre lo que quiere y ahora está aquí. Otro motivo para admirarte, Gretchen.
Se levanta y vuelve a la cocina. Después dormita un rato en la sala para descansar los ojos que le arden. Escucha el taladro y el martillo. Siente que agrietan un trozo de su alma. A veces, siento grietas en la vida, piensa, bella frase; ¿quién la dijo? Faltan horas enteras para que pueda dormir. Entonces, cuando haya descansado, funcionará mejor su memoria o eso espera. Por ahora, sólo desea que terminen el trabajo y se larguen para que pueda cerrar de nuevo las persianas y dormir. Dormir. Cuando empiezan a formarse imágenes en su cabeza, abre los ojos y piensa, ¿me creerías si te digo que te quiero? Algo dentro de mí se siente como arena que se desmorona cada vez que pienso en la respuesta. ¿Hemos caído tan bajo como para que el cariño inmediato sea increíble. Y lo de inmediato es apenas un decir. La quise por sus lágrimas y sus besos y por tantas cosas que ya no sé ni pensar. Incluso su respuesta fría y descorazonada, no significa nada, esa respuesta fue otra razón para quererla, acaso una de las más importantes.
Cuando al fin se hayan ido los trabajadores, volverá a encerrarse en la habitación a oscuras. Se esconderá bajo las sábanas como un niño asustado y, también como niño, mirará la instantánea de un ángel cuyo nombre aún no quiere pensar, que por ahora sólo es Helena, la del aquelarre. Una enorme flor roja y la mirada que lo dice todo. Mirada artificial, de modelo, de quien está acostumbrada a ser vista y sugerir sin revelarse. Perderá los ojos en esa fotografía que es el único testimonio a parte de su memoria difusa y los sueños que se inventa para recordar la noche que aún no termina, para acompañarlo en el mañana que no llegará. Sólo la fotografía dice la verdad, su memoria miente, sus sueños son inventados. Por eso, cuando duerma, soñará con ella en otro cuerpo, con acento distinto en la voz y sus sueños le tenderán una trampa.
Despierta confundido, ¿por qué soñó con su viejo, verdadero amor? La pregunta es idiota y la respuesta, más. Soñó porque anoche, como en un sueño, el beso de Helena lo hizo sentir tanto o más vivo que en aquellos tiempos, el año más feliz de su vida. El año en que aprendió a caminar de nuevo, el año en que casi muere y la luz al final del túnel estuvo en las antípodas de Helena. Norte y sur. Destierra la imagen de ese pasado con la más reciente de la fotografía. Repite la canción. Damien Rice se queja de monomanía y él se levanta con dolor e cabeza. ¿Cuánto tiempo dormí?, se pregunta. Un par de horas y se ha hecho tarde. Ya debería estar allá. Se baña y viste a toda prisa, aunque sabe que es inútil. Cualquiera notará que no ha dormido, que el whisky aún le corre por la sangre y que trae el corazón atravesado por una desconocida que le cambió la vida en unas horas. A estas alturas, en el vagón del metro, se siente víctima de alucinaciones, acaso del delirium tremens. El mundo se ve borroso. Dos días sin dormir, apenas unas siestas minutarias, de una hora o dos. ¿Puedo confiar en mi memoria? Mira la fotografía de nuevo.
La luz duele. Y duele más cuando le preguntan ¿Big date? ¿Long night? Por más que muera de ganas por hablar, se resiste. ¿Funciona su memoria? ¿O está a punto de decir idioteces? Toma un whisky para la cruda, un bull, un café. ¡Despierta! Jerkoff.
Ahora qué más da. No sé si lo imaginé todo o en parte, si la falta de sueño y el alcohol —mala combinación— embellece o hacen más fieros mis recuerdos. Pero, ¿recuerdan que ayer en la noche vería a Gretchen? Bueno, pues la vi, y hoy amanecí enamorado. Muestra la fotografía y las miradas que le dirigen quieren decir que esa de ahí, la que sonríe con malicia, la de la flor roja y os ojos penetrantes, bellos, no es Gretchen. Sólo que no me enamoré de Gretchen. Salí con ella, pero me enamoré de otra mujer la misma noche. Lo curioso es el modo. No termina de hablar, las imágenes le llegan a la mente en un estremecimiento: el primer beso, en una especie de juego adolescente. Ellas los besarán a ellos. Y gracias a una coincidencia alegre, milagrosa. Ella, aún Helena, lo besó a él. Un beso infinito, de esos que hacen que el mundo se detenga y todo quede en silencio. Besos que guardan la eternidad completa en un instante. Recuerda su lengua, las mordidas desesperadas, el aliento cálido. Sus manos recorriéndole el cabello y la amarga, desgarradora separación. Estaba mareado, rodeado de luz y esperanza. Sintió su alma herida y rota empezar a sanar. Un beso que pareció decir surge et ambula, perdonándolo todo, reconciliándolo con la vida. Hasta ese instante, creyó que después de los veinticinco, cerca ya de los treinta, no podría volver a sentir algo así. Se creía vencido, insensible, estéril. Grietas y arena en el alma. Se sabía idiota. Un juego tonto. Un beso desesperado, vengativo, tierno. Lágrimas, abrazos. Manoseos. Estoy enamorado. Así lo resume al darse cuenta de que todo es indescriptible. Cuando entiende que nadie puede creerle. Estoy enamorado y no volveré a verla.
No dice más, la charla cambia de sitio, de aires. Alguien que se va a Europa por primera vez. Fausto vuelve a su mente. Voy a tener que leerlo todo en cuanto recupere el sueño. Fausto abraza a Helena de Troya en la fachada de un museo en Viena. Ese arrebato de pasión para el que es necesario bajar a los infiernos y resignarse a la ausencia tras el aquelarre no puede durar. Amor de esa intensidad no puede durar sino apenas el breve instante en que arde y se extingue. Ese amor se consume en un instante como aquél beso. No volveré a verla. Pero quizá. Ojalá. Pronto.
4 comentarios:
Es bonito e inquietante. Supongo que cada uno percibirá el escrito de una forma.
Uy! Novelón! Aunque para el caso una fotonovela sería muuucho más impactante! Next!
Asi qUE VeO Que qUieRES ApREndER De nOSOtRAs .... eStAs pErdIDo porQue nuNCa sAbEmOS Lo qUE QUeReMoS!!! 0.O?
cUIdAtE!!!
Miguel: Eso espero, cada lector y su experiencia hacen al texto único.
Pancho: Jajaja a mí también me encantaría fabricar una fotonovela basada en esta narración!
Peterina: Verdad como un templo!
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