Creo (¿supongo? ¿intuyo?) que todos vemos, en una u otra forma, la vida como una carrera; por lo menos como un desplazamiento hacia alguna parte. Dudo que haya alguien capaz de anquilosarse por completo en la vida —aunque conozco a quien me hace pensar que tal vez— sin sensación de movimiento, de cambio, de dirección. Por lo menos eso, dirección.
Pero hay dos maneras de entender la carrera. Una, en donde ésta tiene un fin y metas a medio camino, donde es necesario hacer un alto y celebrar, llenarse de admiración por las propias fuerzas y, acaso, detenerse para siempre a contemplar el pasado glorioso como atleta retirado. La otra, muy similar a la carrera en la playa de Alicia en el País de las Maravillas, no reconoce metas, ni fines, ni medios. Hay una dirección, un movimiento, pero este no tiene un fin va simplemente hacia dónde va, pero no ha de detenerse nunca. Avanza, pero nunca llega.
Es común que, de vez en vez, personas con distintas visiones de la carrera se encuentren. El conformista se detiene al cruzar la meta que imaginó a medio camino o, incluso, como fin del camino; se siente feliz porque llegó antes que nadie y ahora puede sentarse, beber un trago de agua, disfrutar de la admiración colectiva y sobre todo la propia, pero ya no tiene que correr más, no tiene que esforzarse. En medio de su alegría, verá pasar a otro sujeto que no se detiene, una especie de ciego incapaz de ver la palabra “meta” y el listón roto por quien llegó primero. No es ciego, ve la palabra pero no la entiende, sigue adelante sin final, siguiendo un destino que no alcanzará porque quizá no está ahí. El triunfo y la felicidad no tienen sentido para él, no puede perder, pero tampoco puede ganar. Jamás se detendrá sino hasta que el cuerpo diga basta y aún entonces, se arrastrará pensando que pudo haber llegado más lejos, que debió hacer más por alcanzar al destino, morirá en el desasosiego del fracaso.
El conformista, el mediocre, es feliz. Celebra su bachillerato, su graduación, su maestría, su matrimonio, sus hijos y exige al mundo que gire la cabeza y vea la majestuosidad con la que ha cruzado la meta común. Afortunadamente para él, el mundo está compuesto principalmente de personas así. Todos ellos ciegos a las posibilidades, a la magnitud de su renuncia de lo desconocido. El otro, el que no puede detenerse, será siempre un loco a sus ojos.
Para el eterno perseguidor del destino inalcanzable, la felicidad es imposible, la admiración colectiva se transforma en burla y el poco respeto que podría tener por sí mismo queda sepultado por su infinito sentimiento de insuficiencia. Sus ojos, ciegos al presente, abren la intuición de su espíritu a lo posible, a lo que aún queda por descubrir.
¿Quién llegará más lejos? ¿qué vida habrá sido más plena, más llena de experiencias? Por supuesto, cada uno piensa que su vida es mejor que la del otro, salvo quien no se detiene a contemplarse y alabarse. Acaso la felicidad es enemiga del progreso.
La misma carrera. Todos los días, cada instante. ¿Qué sentido tiene?
Miércoles, 05 de Marzo de 2008
18:33 Hrs
12 comentarios:
es bueno pararse por milésimas de segundos y decir, qué bien lo he hecho!, sonreír, agarrar aire y seguir el camino.
Run Forrest, Run!! Bueno, segun yo en vez de correr hay que caminar,y detenerte en donde creas que la vista lo merece, pues no creo que sea un maraton, sino una caminata turistica. Si corres te pierdes de una hermosa vista. Ademas como dice un viejo arriero, no hay que llegar primero sino hay que saber llegar. La respuesta a la pregunta de a donde nos dirigimos creo que es: lo sabremos cuando estemos ahi.
Yo creo que la vida es un camino en la que hay que disfrutar de cada paso, sacar provecho de lo que uno encuentra... y hay que seguir el camino hacia nuestras metras, sin prisas pero sin demasiadas pausas. Que las prisas no nos hagan perdernos las bellas vistas y que las pausas no nos retrasen. El justo equilibrio, como en tantas cosas, es lo mas sensato para no renunciar a nada, ni al progreso, ni a la felicidad.
Siento que hay muchos que olvidaron y renunciaron a progresar, que olvidaron sus metas... y ni son felices ni progresan.
Una carrera eterna y contínua o una carrera de carreritas con pequeñas celebraciones mediocres... creo que ambos corredores se equivocan al ver la felicidad como una meta, y no como la forma de caminar (o correr) durante el trayecto. Cuando llegan, si llegan verán que no era lo que buscaban y habrán perdido el 99% de la diversión.
Y sí, el movimiento es constante, aún si alguien parece estar en la inercia -no es más que apariencia- y el cambio, es lo único certero...
A mí me fascina la carrera en el país de las maravillas, por el puro placer de correr, no ara llegar a una meta... pero cada quien tiene su definición de placer.
Grungeras Reverencias, Erick.
La actitud del conformista siempre esta mal valorada, algo con lo que no estoy deacuerdo.
Muy interesante post, me gustó.
Excelente analogía y magistral reflexión, vecino. Con un poco más de tiempo espero externarte mi opinión al respecto, que bien sabes es coincidente con la tuya.
Te extrañé!!
Un beso y un fuerte, fuerte abrazo.
Soy un hombre perdidamente grungero... ¿alquien se interesa por mí?
Fue bueno volver a leerte.
Saludos venezolanos para ti.
yo no se si la carrera de cada uno sea larga o corta, si deba uno detenerse o no a contemplar algo, o a contemplar nada, pero sé, que con amigos como los míos y blog como el tuyo, la carrera es excelente.
Saludos desde la ciudad de las bajas pasiones.
Lectores constantes: ruego su paciencia porque pronto postearé algo en serio de nuevo. Dense una vuelta en un par de días y verán. Hasta entonces, respondo cabalmente.
Isa: Me gusta la idea, un justo medio aristotélico.
Carnal: Estás lleno de sabiduría atávica, robada, pero atávica. Jeje
Cris: Esos últimos de los que hablan deben vivir una vida miserable... o más feliz, como a orillas del Leteo. Dependiendo cómo se mire.
Pancho: Pues no hay meta más que la muerte... Mientras uno disfrute el camino... Y tienes razón la cuestión está en el cómo no en el hasta dónde.
Akasha: Eso! Es la carrera imposible de perder! Es la mejor manera de que los árboles no impidan ver el bosque.
Miguel: como que no te entendí... No estás de acuerdo con cómo se valora la actitud del conformista o con que esté mal valorada? Supongo que depende de lo que uno considera conformismo y felicidad no?
CoffeGirl: Me quito el sombrero y pongo alfombra roja para celebrar tu visita! Te felicito otra y otra vez por lo que ya sabes y espero que me escribas pronto al respecto! Abrazos!
Pancho(otra vez): Se me hace que no, mano, no te hagas buey...
Marifé: Y tú? dónde estás? qué haces?
Vizconde: Amén por eso y right back at you! Espero conocer las bajas pasiones de esa ciudad pronto y llevarte por Virgilio
La carrera no tiene ningún sentido.
Has leído alguna vez a Camus? Deberías hacerlo.
En fin, tu post es muy bueno y me hizo pensar que creo más en ver cada paso que en la carrera completa. Nunca dejo de mirar más allá, nunca me detengo, pero cada paso es digno de celebrarse.
Hoy leía en otro blog: Ese No-lugar que es el futuro...
Saludos, vuelvo pronto.
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