Hay días en que uno anda nostálgico sin razón aparente. Una nostalgia más bien dulce, que invita a desandar el camino de la memoria emocional. Cuando ese ánimo me sorprende, casi siempre echo mano de un poemario, Esta es mi amada, que me recuerda los años viejos en que andaba todavía buscando a la Maga. No sé cuántos años tendría, seguro más de quince y menos de dieciocho, cuando los amigos que ya no somos, empezábamos a discutir de literatura como algo serio. Nos prestábamos libros y así crecíamos. El poemario en cuestión era una edición popular, viejita, con ilustraciones en sepia inspiradas vagamente por Alphonse Mucha. Me encantó, porque sugería cosas que yo no había vivido. La experiencia y la emoción estaban todavía en el futuro.
El autor es elusivo y el libro también. Después de años de conformarme con esa edición en español auspiciada por una revista sesentera, conseguí el original en inglés editado en los cincuentas. Es algo extraño que un libro tan popular en su momento no volviera a editarse.
Esa noche de nostalgia, leí el libro de un tirón, con una copa de vino bajo la luz mortecina de una lámpara. Lo leí en voz alta, disfrutando la experiencia de reconocer esas líneas familiares en su idioma original, jugando con la sonoridad y los sentidos adicionales del original. Lo cierto es que la revista moderna había empleado a un traductor impecable.
Dividido en tres partes, This is my beloved es un diario en verso libre que sigue a una pareja desde la primera felicidad hasta el abandono. Comienza con el retrato emocional del amor naciente, seguido por los meses largos de ausencia melancólica. Casi al final, hay esperanze en un un reencuentro breve que no es reconciliación ni despedida, sino reduplicación del abandono. Cierra con un breve epílogo en que el amante acepta que nunca conoció a quien amaba y acepta la presencia fantasmagórica de quien se ha ido, pero ya no podrá borrarse nunca. Acaso nos ha pasado a todos, pero, si tuviera que resumir mi historia, acaso sería en esos términos.
Que este breve resumen no llame a confusión, la pasión que describe Benton está muy lejos del ideal puritano idealizado y romántico que se esperaría del resumen que he propuesto. El amor que describe es, por decirlo de algún modo, anticartesiano, contratomista. Se trata de un amor hipocrático y pagano: donde el cuerpo es la expresión de la vida emocional. No hay pasión posible sin cuerpo, ni cuerpo sin pasión. Sospecho que estos poemas, así fuera incapaz de comprenderlos del todo, fueron la primera resquebrajadura en mi concepción católica, sacramental y descarnada de las emociones.
Y me pregunto entonces si mi vida tomó el camino que tomó porque leí a Benton o si, por el contrario, sigo disfrutando los versos de This is my beloved porque la vida me ha hecho apreciarlos. La pasión queda siempre a medio camino entre lo subjetivo y la construcción social.
Mientras leo, sospecho y casi temo que las líneas me hagan pensar en alguien. Una mujer en particular. Las imágenes se forman con la sombra del cuarto, como en un viejo tango. Leo unos versos y camino por París o Praga, en fantasma, con fantasma. Al final no somos sino siluetas pasajeras de sombra:
I walk alone. Slowly. No hurry. Nobody's waiting.
My love who loved me (she said) is gone. My love is gone.
La laterna magica me la presenta a ella, con sus azarosos ires y venires, tan efímeros e inesperados como los de la amada en estos versos. En lo más álgido de la ausencia, vuelvo a una noche en que vagué como herido de muerte pensando que nadie nunca podría curar mi angustia. Hasta llegar al consuelo de otro cuerpo que, con su nostalgia o desesperación se consoló también en el mutuo desconsuelo.
With what an alien sense my fingers curved about her breasts
and searched the tangled dark where love lay hiding!
I closed my eyes better to imagine you —
but the rehearsed body would not ratify the mind's deception.
Así puedo rastrear episodios y versos, uno por uno. Desencajándome del tiempo para visitarme y entenderme como los fantasmas que llevaron a Scrooge desde la amargura hasta la compasión. Esa misma noche, acaso por efecto de esta meditación emocional, soñé con ella. Sueño con su voz al otro lado del teléfono. Está triste y yo quisiera consolarla. Silueta de sombra, imagen que no se va...
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