viernes, abril 29, 2022

Fotografía

"À la mystérieuse"

 

Loving you is like lifting a heavy stone. It would be easier not to do it and I’m not quite sure why I am doing it. It takes all my strength and all my determination, and I said I wouldn’t love someone again like this. Is there any sense in loving someone you can only wake up to by chance? 
—Jeanette Winterson. The Powerbook. 
 
En la fotografía hay una mujer. Por lo que puede verse en ese recorte de tiempo y espacio, está sentada a la mesa de un café. De esas que se ponen en las aceras y están a merced del cielo abierto o la tormenta. La calle podría estar en París o en Alejandría. También aquí mismo. Encuadres como ese parecen estar desencajados del espacio. Ella es el centro del mundo y el resto son fragmentos. Incidentes sin importancia. Wheresoever she was, THERE was Eden. 
 
Ella mira hacia la derecha. No olvidar que a veces las imágenes fotográficas tienen efecto de espejo. Podría estar mirando a la izquierda. Parece distraída, sus ojos se fijan en algo que está más allá del encuadre. Acaso un músico callejero. O una vendedora de flores. Su mirada refleja poco interés. Acaso apartó los ojos para no ver a su interlocutor, fugándose de una presencia que ya no soporta. Acaso el fotógrafo jugaba con la cámara hasta que ella se hartó. O es un montaje para hacerla ver como la veo yo. Como la imagino. Como la construyo. 
 
Podría tener veinte años o cuarenta. Su mirada tiene el cansancio de quien mucho ha vivido. Su expresión entera es la de quien ya no ve la necesidad de buscar un sitio en el mundo. Ha entendido que si ningún lugar le pertenece, todo lugar le pertenece. Puede ser una chica de veinte años con una vida que por difícil se vuelve rica. Un alma vieja probada por todo lo que no mata, pero casi. Puede ser una mujer de cuarenta que ha tomado la vida con calma. Su saber el de quien llega a donde está con paso lento y por vía de reflexión. O puede ser ambas. Y ninguna. Ella no tiene edad porque no vive en el tiempo. El tiempo se construye a partir de ella. 
 
En cuanto al tiempo, tampoco hay algo en la fotografía que permita adivinar su momento. Pudieron captarla por la mañana, bajo un cielo nublado. Pueden ser las horas diáfanas que ocurren antes del atardecer, cuando la luz se hace débil. Encuadres así parecen desencajados también del tiempo. La fotografía está en blanco y negro. Ningún color la asocia al tiempo. Me hace pensar en películas de Bogart. Casablanca. To Have and Have Not. The Big Sleep. Es el tipo de fotografía que un tipo cansado y cínico llevaría en la cartera como recuerdo de un paraíso perdido. Por su apariencia, la fotografía puede pertenecer a los 20’s del siglo pasado y de este. El cabello. El único anillo que adorna la mano. La imagen me hace pensar también en Audrey Hepburn. Y en mi futuro. Y en la muerte. 
 
 
Language always betrays us, it tells the truth when we want to lie, and dissolves into formlessness when we would be precise.
 
Así, arrancada de las coordenadas de tiempo y espacio, ella habita todas las historias y ninguna. Es una vida concreta, un instante preciso que se hace sólido en la fotografía. Pero también es todas las posibles vidas que habrá vivido antes y después. Es una historia y es también todas las historias. Es la historia de la sonrisa que siguió a cualquier cosa que alguien le dijera para obligarla a mirar. Y la de cómo se levantó de ahí y siguió su camino por una calle retorcida de Praga. La de su felicidad o su miseria. Puede ser también el principio de mi historia con ella. Escribir historias es algo peligroso. Te vuelves responsable de un destino entero. El amor, en cambio, es indeterminación como la fotografía. 
 
Ella está ahí, en todas las ciudades y ninguna. Desvía la mirada. Las palabras que pudieran llamar su atención no existen. Su destino es suyo. La fotografía es una puerta cerrada. Cada persona es una habitación aislada. Entre el silencio y la herida. A medio camino de lo que es y no.
 
What does the end matter? Here, now, is enough. Isn’t it?